27/11/07

La última fecha empezó mucho antes

No, Horneros no se tomó las cosas a la ligera. Apenas consumado el triunfo ante La Tradición, la idea surgió como una flecha desde la cabeza del Profe Loncha: concentrar para el último partido contra Mapuche "Celeste", el que iba a decidir la suerte del equipo en su sueño de lograr el Ascenso.

Cerca de las 6 de la tarde del sábado, veintidos horas antes del pitazo inicial del choque clave ante el campeón, los primeros componentes de la caravana hornereana llegaban a las instalaciones que la Asociación Cristiana de Jóvenes (sí, la mismísima YMCA) tiene en la localidad de Matheu. Motivados, los players ingresaron al predio no sin antes sortear el festejo de 1 añito de un bebé local. ¿Estábamos en el lugar indicado? Claro que sí. Y Loncha lo había planificado todo al detalle, especificando la hora de cena, desayuno, esparcimiento y hasta los momentos de cacona. Un crack el DT.

Las habitaciones estuvieron finamente planeadas. Por un lado, estaba el semillero: Juancho, Bubu, Tomi y Rodri. Luego, los más veteranos, la cuota de seriedad del equipo: el Doc, Franky, Bebi, el Melli Diego y Rueda. Por último, los conflictivos, aquellos elementos más peligrosos del grupo: Narigón Pérez, Melli Negro, Crouch Korn y Pablito Conti. Ojo, todos ellos secundados por la mirada controladora del técnico, que astutamente se colocó en el centro del huracán.

Una vez que se colgó el trapo rojinegro para marcar territorio, la concentración quedó inaugurada. Se destaparon las primeras cervezas (no era cosa de tomar agua mineral tampoco), se prendieron los primeros puchos y se comenzó a palpitar con ansiedad la última final camino a la "A". Llegó el Pelado Miguel para meter presión y luego el temible Chapu, que trajo el claro mensaje de los Borrachos del Palier: "Si pierden, esperen lo peor".

Cuando fuimos a cenar, nos dimos cuenta que nuestra fantasía era bastante real. "¿Ustedes son los futbolistas?", tiró una de las chicas que servía. Inflamos el pecho, nos creímos un poco todo aquello y nos sentamos para comer una carne deliciosa que nadie supo bien si era osobuco, tortugita o directamente carnaza. En fin, estaba rico. De postre, un palito bombón helado marca Eskimo. Jugadores sí, pero del Ascenso. Nunca más apropiado.

La noche trajo un poco de todo: un tibio complot contra los veteranos (luego vengado con sangre en el dedo de Pérez), mucha Playstation (donde se destacaron Tomi y Rodri, también campeones anuales de fútbol tenis) y un partido de truco aburridísimo que terminó con un lapidario 30-11 para el trío Loncha-Tomi-Rueda. Luego, a dormir, aunque Pablito se fue a bailar de incógnito y dejó en su lugar una grabación para que nadie notara su ausencia.
Un millón de ronquidos del Doc después, fue tiempo de levantarse. Desayuno, fútbol tenis y pelotazo tremendo en la cara de Crouch Korn, que se descalibró y minutos más tarde hizo pedazos el ventanal de una habitación a segundos de abandonar el lugar. A barrer y pagar, claro está. Era el broche final, la señal perfecta que indicaba que estabamos listos para partir.

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