14/5/19

Toto-Pol-Colo-golón, yo los conozco, son grosos los locos

Subte D, 10:05 de la mañana del lunes 13 de mayo de 2019. Apenas la formación ingresa a la estación Facultad de Medicina, una cincuentona se levanta de su asiento y se dirige rumbo a la puerta. Lleva una bolsa blanca con una inscripción que refuerza aún más la sonrisa que llevo dibujada desde la tarde del domingo. La bolsa pertenece a la marca MIR. La coincidencia hace que se me aparezca la imagen de Joaco "Corazón" Miranda, dolorido, casi al borde de las lágrimas, yendo para adelante como un toro hasta que el cuerpo le dice basta (le había dicho basta un rato antes pero él siguió igual). Ver jugar a Joaco emociona, aunque a veces le salte la térmica. Ver jugar a Horneros, a todos esos Pájaros Asesinos que empujaron y empujaron y empujaron durante ese segundo tiempo del partido contra La Lomada, emocionó. Terminás cansado, aunque hayas estado del otro lado de la línea de cal. Las grandes hazañas necesitan guerreros. Fútbol también, claro está, pero si no tenés tipos dispuestos a todo por la camiseta, la cosa es mucho más difícil. Guerreros-poetas, como los de William Wallace en Corazón Valiente. Guerreros que no renuncien al juego, a la belleza de este deporte hermoso. El domingo 12 de mayo de 2019 siempre será recordado como el día en que los Pájaros Asesinos fueron guerreros poetas y escribieron una página épica en la historia de Los Horneros.

La tarde era perfecta: Reducto con alfombra nueva, sol radiante y hasta líneas decentemente marcadas. El equipo de JT venía de una durísima derrota 3-4 en Banco Provincia, pero todo parecía augurar una jornada triunfal con los tres puntos quedando en casa. El gran Rocha Agesta, arquero-capitán-mánager, seguía de baja en el arco y ahora sus funciones se reducían solamente a mánager, aunque con una estampa magnífica y acompañado de su fiel compañero Woody, tierno talismán rojinegro. La valla estaba bien cubierta por Pancho Yannone y en el otro extremo de la cancha aparecía él, el único e inimitable, el goleador boicoteado por el tramposo Kaprof: Deyverson Abatemarco, un artillero en racha sediento de más conquistas. Hubo foto grupal, con la notoria ausencia de Flecha, recio zaguero devenido en hombre de las nieves, quien mandó sus buenos deseos y quedó a la espera de buenas noticias.

Los deseos de Flecha no fueron órdenes y el partido arrancó con todo menos con buenas noticias. A los pocos segundos de comenzado el juego, el visitante movió la pelota de aquí para allá y ante la pasividad de los Pájaros Asesinos -no tan asesinos en ese arranque- el balón terminó en el fondo de la red. La Lomada se ponía 1-0 casi desde el vestuario, un verdadero mazazo en la nunca para el equipo de Ingeniero Maui. Horneros asimiló el golpe y volvió al libreto habitual de los últimos tiempos, tratando de tener la pelota y de llegar por los costados, aunque faltaban ideas y -sumado al obvio retroceso del visitante- costaba hilvanar situaciones de peligro. De tres cuartos de cancha para adelante, el equipo estaba inconexo y Deyverson comenzaba a fastidiarse. Entre arrestos individuales y pases erráticos, las jugadas se diluían sin llegar al arco rival. La más clara llegó de la mano de dos defensores: patriada del Marisco y gran jugada de Joaco “Corazón” Miranda, aunque con finalización un tanto defectuosa (tenía pase al medio y optó por un zurdazo que le salió mordido).

Entre la impericia del rojinegro y la comodidad del visitante, parecía que aquel primer tiempo terminaría así, pero la cosa se iba a poner aún peor... Una contra y un mal retroceso de los de JT pusieron en aprietos nuevamente al pobre Pancho Yannone, quien casi sin haberla tocado tuvo que ir a buscarla nuevamente al fondo de la red ante un remate cruzado. Increíblemente, Horneros estaba 2-0 abajo. Más que un mazazo en la nuca, aquello se sentía como si Germinator te metiera un planchazo en los dientes con botines de acero reforzado.

El entretiempo fue para alquilar balcones. O directamente para comprarlos e irse a vivir allá bien arriba, donde el DT no pudiera agarrarte. Furioso, casi desconocido, JT empezó a repartir para todos lados con una vehemencia verbal incontenible. Uno tras otro, prácticamente todos los players la iban ligando: algunos esbozaban tibias defensas; otros directamente agachaban la cabeza y asentían. Desencajado, el entrenador seguía con su diatriba aleccionadora, tratando de generar reacción en sus dirigidos. No se salvaba nadie. En un momento, temí que embistiera también contra los que estábamos en el banco de suplentes, porque nos habíamos sentado mal o porque no le habíamos dado una segunda mano de Blem a la madera o algo así. En mi caso, me había bajado lo que quedaba del termo que lleva el escudito del CSDM..., pero afortunadamente el DT no se dio cuenta de mi adicción matera y la furibunda charla quedó ahí nomás.

Las palabras del entrenador parecieron surtir efecto y el equipo salió a jugar el segundo tiempo con otra actitud. El cambio se plasmó en el marcador a los pocos minutos, cuando Franky Augeri, el 10 que es 3, el autotitulado “Jordi Alba” rojinegro, bajó magistralmente un excelente bochazo cruzado del Marisco y metió un centro rasante y venenoso para que un habilitadísimo (perfecto el árbitro en inmejorable posición) Toto Yannone solamente tuviera que empujar la pelota a la red para poner el 1-2. El gol llegó justo cuando se disponía a entrar Pol Rubio, as en la manga que esta vez aguardaba su oportunidad desde el banco (donde el pobre Pol tuvo que soportar una y otra vez las palabras de “aliento” del Doc Loncha: “¿qué te pasó?”, “eras la estrella del equipo...”, “tenías facha, minas, habilidad...”). El descuento no modificó la intención del DT, quien mandó a la cancha al Pol para que hiciera “flipar” a la defensa rival.

Horneros se venía con todo en busca del empate y el partido se empezó a poner picante. El 10 visitante la pisaba y hasta tiraba algún caño, recibiendo algún castigo que otro de los Pájaros Asesinos. El banco de La Lomada comenzó a esconder balones y los ánimos se caldearon, tanto adentro como afuera de la cancha. El partido estuvo algunos minutos parado, aunque no tanto como el árbitro, quien presenció toda la escena con la misma pasividad que mantuvo durante el resto del partido (distancia recorrida: 25 metros). Germinator ingresó para impartir justicia, Facu para aportar pierna fresca ante la salida del averiado Miranda, Pancho Oneto para ponerle una pizca de sal al ataque (cuac...) y Morfet para buscar algún zapatazo salvador.

A pesar de las buenas intenciones del local, los minutos pasaban y el partido se extinguía con el 1-2 en el marcador. El árbitro, con claras intenciones de irse rápido a su casa sin siquiera haber transpirado, adicionó sólo cuatro minutos para un partido que tuvo ocho cambios y que había estado detenido por los mencionados asuntos del banco visitante. Y entonces sucedió... Llámenlo justicia divina, obra del destino, equilibrio cósmico o como quieran..., más bien se trató de una tormenta perfecta, la embestida final de un grupo de guerreros-poetas que al filo del abismo decidió jugarse por entero, dispuesto a morir (o a vivir) de pie, pero nunca a claudicar de rodillas.

Primero fue el Pol Rubio, encarando en diagonal con el mismo desparpajo con que lo hace en el patio del “Insti”, encontrando el resquicio justo y sacando un furibundo derechazo que se clavó arriba con cierta colaboración del arquero. El 2-2 desató la locura, el desenfreno y no pocas dedicatorias, recordando la actitud antideportiva del banco de La Lomada. Pero la cosa no terminó allí... Dos minutos después, el Marisco mandó otro de sus habituales teledirigidos, esta vez con un claro y -bien divisible- objetivo: la cabeza roja de Colocha Korn, que hace rato se había ido a jugar de 9. El lungo Guerrero Vikingo se elevó hacia el cielo, como si definitivamente quisiera sacar pasaje al mítico Valhalla, se quedó un rato allí codéandose con los dioses y los héroes, esperando el llamado del gran Odin y metió un testazo que se coló en el segundo palo y en la historia grande del Club de Campo Los Horneros.

Si el 2-2 había desatado la locura, el épico 3-2 fue un verdadero pandemonium. Gritos desaforados, dedicatorias recargadas, montonera inolvidable... Lo que segundos atrás era derrota dolorosa se había convertido en la más dulce, gloriosa y disfrutable de las victorias, una de esas páginas que quedan grabadas a fuego en el césped del Reducto. Quedó un minuto más de lo poco que había adicionado el árbitro y llegó el silbatazo final. Y continuó el delirio y los abrazos y las quejas de la visita, seguramente más por impotencia que por otra cosa. La historia ya estaba escrita: 12 de mayo de 2019, nueva fecha patria rojinegra. Hay que seguir, hay que seguir...

Resumen del partido:

Los Horneros 3 – La Lomada 2

Formación inicial: Pancho Yannone; Joaco Miranda, Juan Peluffo, Colo Korn, Franky Augeri; Negro Yannone, Bubu Melamed, Tomi Melamed; Alexis Fernández, Toto Yannone, Franco Abatemarco.

Goles, todos en el segundo tiempo: Toto Yannone, Pedro Mucci, Colo Korn.

Cambios: no me acuerdo bien de todos y son las dos de la mañana. ¡Perdón!

¡Y gracias por esta alegría!

8/10/18

El séptimo round

Ahí está Horneros, sentado en el rincón rojinegro, esperando el séptimo round. El Pájaro Asesino tiene el pómulo hinchado y un corte profundo en la ceja que casi no lo deja ver. La sangre brota a borbotones, corriendo por su mejilla y cayendo hasta dibujar un amplio mar rojo en la lona verde del Reducto. Vienen de pegarle feo en el quinto y en el sexto, cuatro trompadas por asalto, de esas que dejan marcas. Sin embargo, pese a las heridas y los magullones varios, Horneros ha sabido mantenerse en pie. Siempre ha sido así: un boxeador duro, macizo, tozudo; uno de esos púgiles que se ha ganado el respeto de sus rivales no por tener una técnica virtuosa, sino por su corazón enorme, su entrega infinita. Hay que pegarle mucho a Horneros para tirarlo. Pero mucho, eh... Ni te digo para noquearlo.

Ahí está Horneros, entonces, sentado en su rincón rojinegro. Mientras le susurra palabras de aliento, su entrenador le pasa crema por el rostro y le cura la herida de la ceja; de repente, la sangre deja de brotar. Luego, aprieta la botella plástica y un chorro de agua se estrella contra sus facciones, sacudiéndolo, como poniéndolo nuevamente en estado de alerta. La mirada del Pájaro Asesino cambia: se pone astuta, asesina, sedienta a pesar del cansancio y los golpes recibidos. En la otra esquina está Armenia, el rival de turno. Suena la campana. Empieza el séptimo round. Horneros salta de la silla, enérgico y decidido. A pelear, a seguir peleando.

En el comienzo, sin embargo, la cosa no se presenta fácil para el rojinegro. Los de Ingeniero Maui saben que están abajo en las tarjetas de los jueces y que tienen que recuperar algunos puntos perdidos y eso les genera cierta ansiedad. Cuesta mantener la pelota y el visitante empieza a complicar con poco, tirando bochazos largos y tratando de aprovechar las pelotas paradas. Agesta entabla una lucha titánica contra un rival impensando, enorme, todopoderoso: el sol. Decidido, el "1" sale a buscar una pelota frontal bien arriba... y el balón le termina rebotando en el estómago (1-0 para el sol). El "1" da unos pasos hacia atrás e intenta cortar un centro cruzado, pero el balón lo sobrepasa (2-0 para el sol). La escena se repite: pelota cruzada y Agesta manotea el aire de la cálida tarde hornereana (3-0 para Helios). El sol gana por goleada, pero afortunadamente no hay consecuencias para el arco local.

La más clara para el visitante llega a través de un tiro libre en el borde del área (amarilla para el talibán de la defensa): Rocha tapa el fuerte remate bajo y el propio barbudo manda el rebote al córner. Pero Horneros comienza a pisar firme la lona verde del Reducto y empieza a tirar manos que lastiman a su rival. Sin centrodelantero (Pancho Yannone de joda feliz y Peter Crouch felizmente jodido), las esperanzas ofensivas recaen en Alexis Nicolás Fernández Sassone y en Pol Rubio, secundados por Morfet y Toto, y un doble cinco con mucho juego: el regresado Bubugol y el gran Colocha Korn. Sin mucha posesión, pero con algunas buenas salidas rápidas (incluyendo un memorable slalom de Cesc Fabregas), los Pájaros Asesinos generan algunas situaciones de peligro. Y prueba Bubugol desde afuera y también lo hace Colocha y en una el arquero da rebote y Alexis casi llega para empujarla. Y Morfet aprovecha una pelota parada para meter un centro-arco venenoso y no es gol en contra gracias a una gran reacción del guardavalla visitante. Y el primer tiempo se va en cero, pero el rojinegro cada vez está más firme, convencido de poder ganarlo.

Arranca la segunda parte y los de JT-DT salen decididos a buscar los tres puntos. La pelota -ahora- circula mejor por la mitad de la cancha, pero falta claridad en los metros finales. El desnivel llega desde la derecha: lateral de Monas, devolución y el propio Dagoberto mete un centro con rosca endiablada que la defensa visitante rechaza defectuosamente. La pelota le cae redondita al impredecible Alexis, que se pone la ropa de "9" y, con gran lucidez, abre el pie derecho para colocar el balón abajo, contra un palo, imposible para el arquero de Armenia. Golazo. 1-0 para Horneros, el boxeador tozudo que siempre se mantiene de pie y que aguarda, expectante, el momento para meter una buena piña.

El gol cambia el trámite del partido. El visitante comienza a adelantarse e, inconscientemente, los de Ingeniero Maui empiezan a meterse atrás. Vuelven a llover las pelotas al área y -aunque el sol ya no es enemigo de Agesta- el "1" sufre por un cabezazo en el primer palo que está cerca de convertirse en el empate. El peligro aumenta y el "10" de Armenia logra sacar un fuerte remate desde afuera del área con destino de red, pero el gran Rocha mete sus manos salvadoras y mantiene el cero en su arco.

La cosa se pone áspera y los Pájaros Asesinos recurren a todas las armas que tienen a su alcance con tal de frenar los embates de su rival. Programado para matar, Germinator siente enseguida el llamado a la batalla: la patada que le mete al "10" se escucha hasta en la Heladería Conti y el árbitro no duda en sacarle tarjeta amarilla, la segunda para el Asesino Baby Face, que entonces debe dejar la cancha. Horneros se queda con 10. Sale Toto y entra Pusineri, el 10 que también es 3, listo para cubrir el lateral izquierdo. Pocos minutos después, el "4" de Armenia incursiona en ataque y mete una peligrosa diagonal, pero el talibán de la defensa se interpone. La pelota pasa, el jugador no. Rodilla con rodilla y se acaba el partido para ambos: el "4" sale lesionado; el barbudo, expulsado. Horneros se queda con 9. Horneros pega y resiste, siempre de pie.

Quedan pocos minutos y el visitante, con dos jugadores más, se vuelca hacia el arco del arroyo en busca del empate. Los Pájaros Asesinos multiplican los esfuerzos y mantienen la guardia bien alta, decididos a aguantar los embates. El Marisco y Colocha (devenido en segundo central) sacan todo desde arriba, Monas y Pusineri cierran filas en los laterales, Tomi Mela, el Negro Yannone, el Pol y la Garza Gurevich (recién ingresado por Morfet) combaten en la mitad de la cancha y hasta se animan a alguna contra. Dos líneas de cuatro para bancar de pie el 1-0. Y Agesta, el gran Rocha, dando seguridad y capturando cada balón aéreo que pasa cerca. Román Melamed queda inexplicablemente mano a mano, pero muerde el remate... Hubiese sido demasiada emoción para manejar...

Los ¡seis minutos! que adiciona el árbitro se consumen entre la garra hornereana y la impotencia de Armenia. Suena la campana. Horneros levanta el puño, consciente de haber sumado puntos vitales en las tarjetas de los jueces. Quedan cinco rounds, cinco batallas durísimas en la tremenda pelea por mantener la categoría. Como siempre, el rojinegro está de pie. Hay que seguir, hay que seguir.

Resumen del partido:

Horneros "F" 1 - Armenia 0

Formación inicial: Rodrigo Agesta; Tati Abatemarco, Juan Peluffo, Diego Peluffo, Germán Mucci; Federico Pascual; Matías Melamed, Nicolás Korn, Totó Yannone; Alexis Fernández, Pedro Mucci.

Gol, en el segundo tiempo: Alexis Fernández.

Cambios (todos en el segundo tiempo): Francisco Augeri por Totó Yannone; Tomás Melamed por Matías Melamed; Juan Yannone por Alexis Fernández; Facundo Gurevich por Federico Pascual.

Incidencias: En el segundo tiempo, fueron expulsados Germán Mucci y Diego Peluffo.

10/9/18

Tarde de fútbol, gorras y emociones

Por Ariel "Flecha" Lerner

Domingo 9 de septiembre, la cita es en el country Los Horneros y el clima acompaña con una hermosa tarde sol. Nuevamente Horneros "F" debe revalidar todo lo bueno hecho durante el Clausura. El rival de turno es Pueyrredón.

La previa del partido fue diferente a lo que acostumbran los Pájaros Asesinos. Mientras se cambiaban en el NEC, les cae un sorpresa. El DT, Juan Torga, apela a la memoria emotiva de sus players y les recuerda que hace un año los dirige. Junto a los recuerdos y palabras lindas, les regala unas hermosas gorras. Aparte de las gorras y las emociones, el DT les hace un pedido extraño a sus dirigidos: "Quiero que se convenzan de que son los mejores y que jueguen como tales". Consigna que parece fácil, pero cualquier persona que haya pisado el verde césped sabe que no es así.

Basta de cháchara y hablemos de fútbol. El primer tiempo fue hostil para los Pájaros Asesinos. Les costaba atacar, defender, tener la pelota y ganar las divididas. En cambio, el rival parecía bastante cómodo: estaba más ágil y enchufado. En ese contexto, las llegadas de la visita no tardaron en sucederse. Primero el palo dijo "no"; luego, el gigante Agesta evitó la caída de su arco con una atajada extraordinaria (de esas que sólo se ven en la tele), tras una mala salida de la defensa. Todo era aguantar, hasta que luego de un córner, fallida salida del 1, bajada con la mano del delantero, disparo al palo, rebote tomado por otro rival y.... daga al corazón: gol de Pueyrredón.

A partir de ese instante, la parcialidad local, comandada por los hermanos Loncha, explotó. Llena de ira, inició una catarata de insultos, agravios y reclamos al árbitro. El "pito" contestaba a los gritos y hacía responsable a nuestro histórico capitán.

A pesar del golpe recibido, los de Ingeniero Maui, haciendo uso de una de sus armas favoritas, no tardaron en responder. Pelotazo cruzado del Marisco para que aparezca para sorpresa de todos Frankie Augeri y éste reciba el golpe del arquero rival: penal para Horneros. La pena máxima fue ejecutada por Agesta y gooool... El local -que poco había hecho- empataba el partido.


El primer tiempo se iba sin sobresaltos, hasta que rabona Fernández decidió desafiar el honor del arquero rival y lo retó a duelo. El duelo nunca llegó y tras una serie de empujones el colegiado decidió expulsar a los dos jugadores. Así se fue el primer tiempo.

Del entretiempo, sólo destacar que Nico Loncha (ex DT, hoy jefe de la barra brava junto a su hermano) decidió abandonar el estadio para evitar el tráfico, actitud característica de plateísta bostero, pero justamente repudiada por la parcialidad local.

En la segunda mitad, el partido estaba chato y sin emociones. La visita atacaba por su banda derecha volviendo locos a la dupla Ger y Flecha, que no podían hacer mucho para evitar los avances. Mientras tanto, el local trataba de explotar su propia banda derecha con pelotazos a Peter Lanzani, pero ninguno lograba lastimar dentro del área ajena. La paridad se iba a romper en el minuto 25. Córner del local, un rechazo que cae en los pies del Marisco, éste lanza cruzado hacia la derecha al Morfet, quien tira un centro teledirigido a la cabeza del "flotante" Bubu, que mete un terrible testazo con destino de red y ... gol de Horneros. Explota la tribuna local.

Con el resultado a favor, los locales se dedicaron a aguantar, mientras que la visita empezó a atacar con más gente descuidando el fondo. Así fue como los dirigidos por Torga comenzaron a dilapidar ocasiones de gol. Primero Peter, después Juanya y también Lean. Tremenda seguidilla que solo hacía crecer una horrible leyenda: "Los goles que no se hacen en un arco, se hacen...".

Sin embargo, lo mejor estaba por venir. El árbitro adiciona 5 minutos y en el tercero de la adición, un lateral cae en el área de los Pájaros, se escucha un golpe y un pitazo (pitazo que congela corazones). El colegiado cobra penal para los del "Pueyrre". A partir de ese instante, reina la confusión en la visita, toma la pelota el 27, uno grita que quiere la pelota de Griezmann, el DT rival le grita a su jugador número 5: "Sacále la pelota y pateá vos". Por suerte, nada de esto distrae a nuestro arquero. Finamente, el 5 toma la pelota (cuenta la estadística que nunca erró un penal), patea, ataja Agesta (el gigante, a partir de ahora), queda el rebote en el área chica, Agesta no se levanta, aparece una pata salvadora de nuestro Crouch, rebotes varios y la pelota se va. Explosión, festejos, invasión de cancha, montonera, pero el juez (ya con sus comisuras llenas de saliva) dice que el cotejo aún no termina. Un minuto después, llega el ansiado pitazo final con el cual se vuelve a desatar la alegría, la invasión y los abrazos.

Fue así como los Pájaros Asesinos lograron sumar tres puntos de oro en su lucha por la permanencia. Esta vez sin mostrar su mejor fútbol, pero siempre dejando el alma y corazón en la cancha. 

Por último, queda por destacar que se corroboró, contra todos los pronósticos, que nuestro asesino "baby face" Mucci es humano. El 9 de septiembre de 2018 va a ser recordado como el día en que Germi sangró.

Como dice nuestro barbudo amigo: "Hay que seguir, hay que seguir..."

Resumen del partido:

Horneros "F" 2 - Pueyrredón 1

Formación inicial: Rodrigo Agesta; Franco "tati" abatemarco, juan peluffo, ari lerner, Germán Mucci; Peter Mucci, Matías "bubu" Melamed, Tomás Melamed, Frankie Augeri; Alexis Fernández, Francisco Yannone.Goles: Primer tiempo: Rodrigo Agesta (penal). Segundo tiempo: Matías Melamed. 

Cambios (todos en el segundo tiempo): Fede Pascual por Tomás Melamed; Juan Yannone por Frankie Augeri; Facu Gurevich por Franco Abatemarco; Leandro Korn por Francisco Yannone.

Incidencias: Expulsado Alexis Fernández al final del primer tiempo. Rodrigo Agesta atajó un penal en el minuto 49 del segundo tiempo.

21/8/18

Al Fran Fran y al vino..., Toro

"El fútbol es un estado de ánimo", dijo alguna vez Jorge Valdano, campeón del mundo con Argentina en México '86 y filósofo contemporáneo. Y el estado de ánimo allá por Ingeniero Maui después de la gran victoria ante San Carlos estaba a tope. No por nada en la semana los Pájaros Asesinos se habían manducado un asado Champion League, una obra maestra que para muchos ameritaba una vuelta olímpica ahí nomás en el momento, sólo por la alegría de vivir y de pertenecer a un equipo tan hermoso como Horneros "F". Aquella noche se vieron caras memorables de felicidad y no sólo fue la del barbudo talibán, incrédulo por la calidad suprema del vacío a la provoleta...

Así, con la confianza arriba y las toneladas de carne ya bien digeridas, el equipo de JT-DT llegó al duelo contra Ayres del Pilar -el primero de la segunda parte del campeonato- determinado a llevarse nuevamente los tres puntos. Otra vez en el Reducto, aquel encuentro era una oportunidad inmejorable para ratificar lo hecho una semana atrás y continuar con la levantada. A pesar de algunas ausencias (Bubugol en Maiame, Monas en la costa y el Negro Yannone buscando su celular tras un dudoso hecho policial...) y de algunos jugadores que llegaban tocados (Colocha con endurecimiento de espalda grado 3 y el Rueda con aductor comprometido), los rojinegros sabían que estaban ante un partido clave y que la victoria no se podía escapar.

Colocha quedó "stand by" en la entrada en calor y el barbudo veterano duró apenas 15 minutos en cancha, pero después de un comienzo algo adverso, Horneros "F" fue encarrilando el partido. Con el ingreso de Joaco Miranda, Franky Augeri -el 10 que es 3 y ahora también 4- abandonó el lateral derecho y se puso la ropa de volante por izquierda, acaso su lugar en el mundo, la posición que lo vio brillar y que años atrás lo llevó hasta la selección de la AIFZN (finalmente, quedó afuera por un error administrativo). Totó se fue de doble 5, acompañando al experimentado Tomi Román Melamed. El buen juego estaba garantizado.

Las piezas tardaron unos pocos minutos en acomodarse y aquel engranaje comenzó a funcionar aceitadamente. Lo había perdido Pol Rubio, cara a cara con el Rasta de Central, cuando tiró a matar y el balón se le fue muy arriba del travesaño, pero el desnivel llegaría algo más tarde, cuando Pancho Yannone capturó un rebote en la puerta del área y giró como un "9" de raza: tremendo derechazo al primer palo y a cobrar. 1-0 Horneros.

Pero la cosa no quedó ahí. Envalentonado, el rojinegro fue por más. Y el Marisco cruzó un bochazo fenomenal y Totó combinó con un inspiradísimo Alexis y el Bichi esta vez no tiró rabona mágica pero sí centro atrás preciso para que llegara como una tromba el eterno Pusinator y con una zurda que mantuvo oculta por los siglos de los siglos amén sacó un remate alto que se clavó en el ángulo superior derecho del Rasta cada vez más vencido. Tiqui tiqui y 2-0. ¡Qué viva el fútbol, Piscunator!

En las tribunas, todo era delirio. El Profe Loncha, que se había ido para descomprimir la difícil situación que atravesaba el equipo dos fechas atrás, ahora lo disfrutaba como hincha y casi que se le caía un lagrimón (qué cama, por favor...). Primero había sido el Fran joven y después, el Fran que-pactó-con-el-diablo-y-se-mantiene-siempre-joven. Horneros ganaba bien 2-0 y no sufría demasiados sobresaltos, con un Flecha firmísimo dentro de una defensa enteramente sólida.

En el segundo tiempo, la tónica no cambió. Y fue allí, en esos 45 minutos finales donde a veces las piernas comienzan a flaquear, cuando surgió una figura enorme. Quitando y jugando, quitando y jugando, quitando y jugando... A su habitual buen pie, este muchacho con pinceladas de lirismo, le sumaba ahora una entrega encomiable y un posicionamiento siempre sabio para interrumpir los ataques rivales. Román también era Chicho. Chicho también era Román. Y ambos eran el gran Tomi Melamed, omnipresente en el Reducto, bastión del mediocampo.

Como siempre, párrafo aparte para Germinator. Con la fiereza habitual, el Asesino Baby Face le puso candado al lateral izquierdo, aunque esta vez sufrió un duro castigo en un balón disputado cerca del córner. El niño biónico terminó en el suelo acusando un fuerte dolor, pero en la tribuna nadie creía que aquella dolencia fuera cierta. "En vez de ir al kinesiólogo, Germi cuando se golpea va al chapista", se escuchó en la platea. Germinator siguió jugando, aunque cerca del final del partido se iría reemplazado. Parece que es de carne y hueso. Humano, nomás.

Pero la tarde tenía deparada una alegría más. Porque antes de volver a ser 3, el 10 siguió siendo 10 y con un toque preciso clarificó una jugada que terminó con el Pol volando por la banda izquierda, desbordando a su marcador y tirando un gran centro atrás para que Pancho sellara su gran tarde con un toque a la red. Gol de goleador y doblete para el Fran joven, que luego se iría reemplazado por Peter Crouch en medio de un baño de aplausos. Alexis, de gran actuación, también había dejado la cancha, no sin antes sacarse chispas con el 69 visitante. Y otro que dejaría la cancha sería Joaco Miranda, luego de un murrazo que le valió su segunda amarilla... Horneros se quedaba con diez. 


Sin embargo, en la recta final del partido, el público siguió gozando. Por ejemplo, cuando Pusinator metió una flotadita mágica en espacio reducido para habilitar magistralmente al Pol. También, cuando el techista se tiró como karateka y metió un terrible planchazo que le valió la amarilla. Lo mismo para el Chicho Melamed, ahora más Chicho que nunca, con su habitual patada a la altura de la rodilla. O cuando a Peter Crouch le agarró un tremendo ataque de habilidad, con enganches y empaladitas incluidas. Qué decir con cada despeje de Ariel "Flecha" Lerner, que hasta metió amague inesperado y salida sutil allá cerca del banderín. El Reducto se venía abajo...

Y se fue el partido. Y el Profe Loncha se fue rápido, temeroso de los embotellamientos a la salida del estadio y porque, hay que volver a decirlo..., no puede terminar de digerir la cama que le hicieron. King size, con colchón de agua, botoncito que la hace vibrar y almohada inteligente. 50 cuotas sin interés con tarjeta del Banco Ciudad. Completita, señores. Al Fran Fran y al vino..., Toro Agesta, que el domingo a la noche -como buen capitán- lideró la continuidad de una jornada memorable. 12 de 13, servilleta y la planilla en un marquito. Pero ya saben: hay que seguir, hay que seguir.

Resumen del partido:


Horneros "F" 3 - Ayres del Pilar 0

Formación inicial: Rodrigo Agesta; Franky Augeri, Juan Peluffo, Ariel Lerner, Germán Mucci; Pedro Mucci, Diego Peluffo, Tomás Melamed, Totó Yannone; Alexis Fernández, Pancho Yannone.

Goles, en el primer tiempo: Pancho Yannone y Franky Augeri. En el segundo tiempo: Pancho Yannone.

Cambios: Joaco Miranda por Diego Peluffo; Leandro Korn por Pancho Yannone; Facu por Alexis; Colocha por Germán Mucci.

Expulsado: Joaco Miranda.

13/8/18

9/12

Los animales heridos son peligrosos. La sangre chorreante, el dolor profundo y la amenaza de muerte, pueden convertir al más dócil de los bichos en una bestia temible. Ni hablar si se trata de un Pájaro Asesino. Cuando un Pájaro Asesino está herido, es mejor no acercarse. Atreverse a pisar el Reducto cuando la bandada hornereana sufre de dolor, es prácticamente un acto suicida. Un hornereano que agoniza, un rojinegro que ya no tiene nada que perder, más que un pájaro asesino es un pájaro-bomba, un fanático dispuesto a inmolarse por sus colores.

Horneros llega al partido con San Carlos, el último cotejo de la primera ronda, en el decimotercer puesto de la tabla. Más abajo, no hay nadie. Más abajo, está el abismo, un precipicio interminable que presagia la peor de las caídas. Los muchachos de Horneros F lo saben bien, pero JT-DT (que hace su estreno en soledad luego de la partida del querido Profe Loncha) está dispuesto a meter el dedo en la llaga, en aquella herida de la que les hablaba. Primero, saca un cartel con el número 13 y luego muestra dos números separados por una barra: 6/11. No se trata de un nuevo y extraño dibujo táctico; el entrenador simplemente les está enrostrando a sus dirigidos la pobre campaña realizada hasta entonces: 6 puntos en 11 partidos jugados. Patada al mentón. Algunas venas comienzan a hincharse, la sangre empieza a bombear más fuerte y los corazones le dan patadas al pecho, como queriendo salir de su prisión corporal. En la entrada en calor, Taty (tierno apodo que en nada refleja la ferocidad de su portador) le pone palabras al sentir rojinegro: "A mí no me hacen bien estas charlas, entro con ganas de pegar".

Las palabras del DT han dado en la tecla, pero también lo hacen las del capitán Agesta, que en la arenga final suelta otra gran verdad: a pesar de todas las frustraciones y del puesto 13 en la tabla, allí están los 17 jugadores disponibles del plantel. Nada más y nada menos. ¿Qué hacen allí esos 17, que seguro serían 20 si todos hubiesen podido estar en ese momento en ese lugar? ¿Por qué parecen hacerle caso omiso a la estadística, a esa cruda realidad que los golpea en la cara? ¿Por qué los que suelen jugar, pero también -y sobre todo- los que aún esperan su oportunidad, insisten en dedicarle sus domingos a esa camiseta que intercala tiras rojas y negras? Cuando el árbitro haga sonar el silbato y la pelota comience a rodar, estas preguntas empezarán a responderse.

Horneros Furioso sale a jugar el duelo con San Carlos como si en ello le fuera la vida. Y así es, nomás. Por eso, más allá de algunos leves desajustes iniciales, el segundo de la tabla rápidamente se da cuenta que aquello no será una excursión placentera por aquel verde césped a orillas del Arroyo Escobar. Cuando empiezan a pasar los minutos, de a poco, pelota a pelota, jugada a jugada, San Carlos va tomando conciencia más bien de algo que jamás hubiese esperado: sin saberlo, se ha embarcado -como diría el gran filósofo Javier Salorio- en un terrible "tour guiado por el infierno". Por eso, a pesar de algunas imprecisiones iniciales, el local va imponiendo condiciones, dejando poco lugar para el accionar del visitante.

La apertura del marcador llega luego de un bochazo cruzado del Mariscal Peluffo -el de la "lanza de primera división"- que es aprovechado por Alexis Sánchez digo Férnandez, que con poco ángulo se las ingenia igual para colar el balón en la valla contraria y desata el grito en Ingeniero Maui: 1-0 para Horneros F. El gol parece entonar aún más al equipo de JT-DT, que al ímpetu le agrega una dosis mayor de juego. Y se suceden dos, tres, cuatro toques. Y la pelota comienza a circular. Y Bubu y Colocha toman las riendas del mediocampo y las jugadas terminan en remates que inquietan una y otra vez al arquero visitante. Agesta, por el contrario, no sufre demasiados sobresaltos, aunque termina extenuado..., de tanto gritarle al árbitro.

Los minutos iniciales del segundo tiempo repiten la tónica de la primera etapa. La fiereza de los Pájaros Asesinos se mantiene y -cuándo no- encuentra su máximo exponente en el pequeño gran Germinator. En un par de jugadas, el joven Mucci proporciona nuevas pruebas a los científicos que estudian su compleja composición corporal: una férrea aleación de acero, níquel y cobre, una extraña osamenta metálica que lo convierte en un ser único en el planeta. Indestructible, Germinator mete miedo en cada cruce y genera pedidos de clemencia de los rivales. Uno de ellos se atreve -acto de locura si los hay- a meterle un durísimo planchazo en una pelota dividida y el Asesino Baby Face por un momento parece retorcerse de dolor, pero es tan sólo una sutil pantomima. Nada, Germinator no tiene nada, ni siquiera un rasguño.

Pero además de furia, nuevamente hay juego. Horneros genera situaciones y el segundo grito se atora un par de veces en las gargantas locales. Es Pancho Yannone, de buenos movimientos durante todo el partido, quien está cerca de estampar el 2-0; primero, cuando mete un cabezazo que el arquero sancarlense despeja milagrosamente; después, cuando la para de pecho y mete una volea que merece destino de red pero que lamentablemente no lo encuentra. Es cuestión de tiempo nomás. Y es justamente Peter Crouch, que ingresa por el joven Pancho, quien pegará el esperado segundo grito de la tarde.

Todo nace en una pelota parada cerca de la línea central. Mientras el gran Marisco se acerca al balón, su barbudo hermano le suelta, con aires de veteranía y tono de fórmula secreta: "apuntale al travesaño que el arquero no ve nada por el sol". Facilísimo, seguramente piensa el Zar de la pegada, quien por suerte hace caso omiso al "consejo" y opta simplemente por ponerle la pelota en la cabeza al espigado Crouch para que, desde las alturas, meta un gran frentazo y establezca el 2-0 en el marcador. Tranquilidad, al menos por un tiempo.

Sobre el final, San Carlos encuentra el descuento en una jugada azarosa: desvío en Flecha que descoloca a Rocha, roce en el palo y el talibán que despeja cuando el balón ya ha traspasado la línea. Quedan unos minutos de sufrimiento pero el propio Flecha despeja los peligros al grito de "Ariiiii" y Colocha sale limpio para iniciar una contra que encuentra a Germinator cual Droopy en la banda derecha, partiendo desde su propio campo a toda velocidad como si fuera su hermano Pedro y cruzando un furibundo remate cruzado para poner el definitivo 3-1. Polazo, digo golazo.

Victoria y desahogo para el local, fin del tour infernal para la visita. En el medio de la algarabía por el resonante triunfo, de repente una pregunta incómoda aparece flotando en el aire: ¿hubo cama al histórico Profe Loncha? ¿Cómo puede el último de la tabla ganarle con semejante autoridad al segundo? Bueno, ya no es el último de la tabla. Y eran 17 guerreros, como siempre, listos para entrar. Y pronto serán 20, todos los que integran este plantel, ansiosos por dar batalla. Hay que seguir, hay que seguir.

Resumen del partido:

Horneros "F" 3 - San Carlos 1

Formación inicial: Rodrigo Agesta; Tati Monas, Juan Peluffo, Diego Peluffo, Germán Mucci; Franky Augeri, Bubu Melamed, Colo Korn, Totó Yannone; Alexis Fernández, Pancho Yannone.

Goles, en el primer tiempo: Alexis Fernández. En el segundo tiempo: Lean Korn y Pedro Mucci.

Cambios: Leandro Korn por Pancho Yannone; Tomi Mela por Bubu; Peter por Franky; Ari Lerner por Totó.

3/7/18

Horneros Cero

Cero calorías, cero estrés, gaseosas cero, primavera cero, tolerancia cero y hasta pobreza cero (¿?). Hace tiempo que el cero está de moda y los Pájaros Asesinos no quieren ser menos. Por eso, acaban de lanzar al mercado futbolero su nuevo producto: Horneros Cero, un equipo aguerrido y luchador que se desvive por mantener su valla invicta, un grupo de fundamentalistas de la defensa, partidarios acérrimos de la "no emoción" que experimentan un goce supremo ante la inmutabilidad del marcador. Si viene algún golcito a favor, como una fruta madura que cae de un árbol por la mera acción de la gravedad, bienvenido sea, pero tampoco sea cosa de andar buscándolo con desesperación. Es un momento duro y hay que ahorrar, ya lo saben. Horneros Cero, un equipo a tono con los tiempos que corren. Horneros Cero, compralo ya. Al contado o en cuotas, cero interés.

Golpeado tras una dura racha negativa, Horneros F llega al duelo con San Diego con el regreso del capitán Agesta y una gran sorpresa al borde de la línea de cal: Joachim Low, inesperadamente eliminado en primera ronda del Mundial con su poderosa Alemania, decide darle una mano a los de Ingeniero Maui y se aparece en la cancha 4 de aquel coqueto country de Moreno. El objetivo: anular al rival y mantener la valla en cero, como ya se dijo más arriba.

Viniendo de un técnico de primerísima línea como Low, los muchachos rojinegros se toman muy en serio la consigna y salen decididos a cumplirla, cueste lo que cueste. Como suele suceder en estos casos, hay un autor intelectual pero también una "mano derecha" que lleva la teoría a la práctica, un "brazo ejecutor" que aplica a rajatabla la estrategia y le marca el camino al resto. Mejor dicho, dos brazos ejecutores: los del captain Agesta, entrenado severamente en Siberia y dispuesto a dar la vida por el nuevo dogma.

A lo largo del partido, el arquero desarrolla todo tipo de estratagemas para mantener el cero en su valla, incluyendo una llamativa pose en jarra con dos pelotas a sus costados y una gran habilidad para sumar segundos sin que el balón entre en juego. Pero el nuevo dogma también cala hondo en uno de los más jóvenes del plantel rojinegro. Hablamos del Gran Germinator, claro. Cual robot al que se la ha impartido una nueva orden, el menor de los Mucci entra en modo "rompo todo" y parece disfrutar como un niño del arte de reventar balones. ¿Salir jugando? Nooo, nada de eso. ¿Para qué?

La primera parte se va con el 0-0 bien firme, pero antes él arbitro -una mezcla de Gene Wilder y Marco Ruben- nos deja una hermosa enseñanza de vida: no se debe amagar con patear un tiro libre cuando hay un rival que impide jugar rápido. Eso no está bien, no se hace. No es que el reglamento lo impida, pero hacerlo va contra la moral y las buenas costumbres de la sociedad occidental. Seamos educados y no repitamos acciones de esa calaña.

¿Emociones? Las emociones llegan en el entretiempo... desde la cancha de al lado. Primero, hay penal y gol para San Diego (San Diego J o W o X, otro San Diego...) y al minuto penal y gol para el visitante, luego de una falta estilo "Gato Sessa" del arquero local, quien le recrimina duramente al árbitro. Mientras tanto, los Pájaros Asesinos toman agua plácidamente, absortos por tal acumulación de incidencias en tan breve lapso de tiempo. Derroche innecesario, piensan al unísono, sin necesidad de hablarse.

En el segundo tiempo, la cosa amenaza con cambiar. El local muestra impotencia y Horneros empieza a encontrar algunos espacios para la contra. Encima, Peter Crouch ya está en cancha, siempre una presencia amenazante para los defensores rivales. Pero el Zlatan hornereano está tan compenetrado también con el nuevo dogma que decide emparejar las cosas y mete un patadón tras una escaramuza en un córner que termina valiéndole la tarjeta roja. No sea cosa que la fruta madura termine cayendo del árbol...

La recta final del partido es para el disfrute total de los fundamentalistas de la defensa, con Germinator poniendo balones en órbita, el talibán sacando una pelota en la línea, el juvenil juez revoleando tarjetas amarillas y el gran Agesta haciendo gala de todo su repertorio (hasta hace echar a alguien con su estado físico). Los locales parecen no estar del todo contentos con este nuevo "Horneros Cero", pero el árbitro sí está feliz. Es tanto el disfrute del enrulado referí que busca que aquello no se termine jamás y agrega 8 minutos más, 460 segundos adicionales para que Agesta siga alimentando su efectiva máquina tragarelojes. Pero no se puede jugar para siempre y finalmente al árbitro no le queda otra que hacer sonar el silbatazo final.

Objetivo cumplido: el 0-0 se ha mantenido inmutable durante todo el encuentro. Luego del duro golpe sufrido en Rusia, a Joachim Low se lo ve satisfecho. Sin embargo, en la charla de cierre, el técnico alemán deja algo bien en claro: el próximo partido, además de mantener el cero en valla propia, habrá que hacer algo más. Si la fruta no cae por la mera acción de la gravedad, habrá que agitar el árbol una y otra vez, cada vez más fuerte... Solamente así, de a poco pero con mucha decisión, comenzaremos a llenar la canasta. Hay que seguir, hay que seguir.

Resumen del partido:

San Diego 0 - Horneros "F" 0

Formación inicial: Rodrigo Agesta; Joaco Miranda, Juan Peluffo, Diego Peluffo, Germán Mucci; Negro Yannone, Tati Monas, Fede Pascual, Totó Yannone, Pedro Mucci; Pancho Yannone.

Goles: no hubo.

Cambios: Leandro Korn por Pancho Yannone; Ari Lerner por Tati Monas; Franky Augeri por Negro Yannone; y Facu Gurevich por Fede Pascual.

31/5/18

Vacío existencial

“Y yo también quise ser. Fue lo único que quise; ésta es la clave del asunto. Veo claro en el aparente desorden de mi vida: en el fondo de todas esas tentativas que parecían sin relación, encuentro el mismo deseo: arrojar fuera de mí la existencia, vaciar los instantes de su grasa, torcerlos, desecarlos, purificarme, endurecerme, para dar al fin el sonido neto y preciso de una nota de saxofón. Hasta podría constituir un apólogo: era una vez un pobre tipo que se había equivocado de mundo”.
Jean Paul Sartre, “La náusea” 

Depresión, desamparo, desesperanza. Es lunes a la mañana y la derrota 1-2 ante Miraflores todavía duele. “Qué semana de mierda...”, pensás. “Qué partido perdimos...”, te repetís una y otra vez para tus adentros. Ahí, en tus adentros, estás destrozado. Las jugadas más importantes del partido se te aparecen como relámpagos sin aviso y te sacuden el alma, como una larga tortura que te va dejando extenuado. Al final, no tenés ganas de nada. El vacío existencial se apodera de vos y sólo querés que llegue el fin de semana para volver a vivir. Porque, hasta que vuelvas a ponerte la casaca rojinegra y entres a jugar al Reducto en busca de revancha, todo lo demás será solamente relleno.

El miércoles a la noche, sin embargo, la vida empieza nuevamente a recobrar sentido. Juego, luego existo. Las luces del NEC se prenden (se prenden, se apagan, se prenden...) y adentro tuyo también hay algo que se enciende. Una chispa y otra y otra más; los chispazos se suceden hasta que se produce una suerte de combustión interna y el milagro se hace presente: fuego. Sí, fuego otra vez, como cada domingo, como cada miércoles. Fuego sagrado hornereano, calentando tu sangre rojinegra, moviendo tus músculos ávidos de acción. La derrota contra Miraflores todavía duele, pero tu cuerpo tiene memoria. Y tu cuerpo recuerda aquella verdad esencial que ya había sentido el viernes pasado, antes del partido contra Larena: estar en el lugar correcto ya es una victoria.

Es miércoles a la noche y estás en el lugar correcto. Estás en tu mundo, con tus compañeros de mundo, los únicos que realmente pueden comprenderte. Juego, luego existo. Hay tanto fuego ahora, tanta pierna y corazón en llamas, que el NEC por un momento se transforma en un infierno, una verdadera hoguera. La pelota parece un cometa, un meteorito ardiente que viaja a la velocidad de la luz adentro de un pin-ball asesino. Hay equipos de pendejos, medianos y veteranos, hay duelos memorables, relojes adulterados, goles de chiripa y también golazos. Hay fútbol, hay vida.

A esa altura, ya tenés más que claro que estás en el lugar correcto. Pero cuando entrás a lo del gran Colocha y divisás la parra ardiente y lo ves al Negro Yannone “en su salsa” y al capitán Agesta “en su tinto” y sentís los aromas del asadazo inminente, ya no queda ningún tipo de dudas: llegaste al Edén, al paraíso terrenal. No podrías estar mejor: allí abundan la bebida, la comida y los Pájaros Asesinos hambrientos de gloria pero no solamente de eso, claro. Todo fluye, todo encaja perfectamente. Te preocupa un poco “Chimenea” Gurevich, cuyo rostro empieza a deformarse lentamente, pero luego todo en él se reduce a una sonrisa dibujada constante y entonces volvés a respirar tranquilo. El que no respira es el Pol, que engulle cantidades astronómicas de carne en tiempo récord, rápido como cuando encara rivales en la cancha. La noche avanza. Agesta sigue tomando, Gure sigue fumando y de aquel vacío existencial que sentías el lunes por la mañana ya no queda rastro alguno. Ahora, el único vacío que se apodera de vos es un vacío con queso que te hace sentir más vivo que nunca. Con provoleta o con roquefort, ya no quedan dudas: se trata del verdadero vacío existencial. Estás en el lugar correcto y el ser, aquel ser que parecía extraviado, hace rato que te volvió al cuerpo. Sos un Pájaro Asesino. Sos un rojinegro de ley. Sos parte de este grupo hermoso que el domingo va a salir con todo a buscar una nueva victoria en el Reducto. ¡Salud!




27/5/18

El Reducto está encantador

Cuando lo ves al Doc llegar en bicicleta en el momento justo, en ese segundo preciso en que el aire amenaza cortarse, cuando lo escuchás tirar una frase que permite la transición perfecta y distendida hacia la siguiente etapa de la charla, cuando -algo más tarde- volvés a ver al mismísimo Cirujano del Gol clavando la pelota en el ángulo con un zurdazo que convoca (y hasta supera) los mejores recuerdos, sentís que los planetas están alineados y una mueca de alegría se dibuja en tu rostro.

Cuando te recostás en el césped verde perfecto del Reducto y te sentís tan cómodo que querés quedarte a vivir ahí por el resto de tus días, cuando el sol te pega en la frente y los pensamientos ridículos de la semana y todo lo que sobra en tu existencia desaparece, una energía extra comienza a subirte desde los botines hasta la cabeza. Ahí estás vos, tus compañeros, la pelota, el fútbol: la síntesis perfecta, la esencia, el hogar. Y aunque las cosas puedan salir bien o mal, tenés una certeza, una verdad poderosa que te nutre con su fuerza inapelable: estás en el lugar correcto. Nada más y nada menos. Eso ya es una victoria, un enorme triunfo. Pero, claro, no te alcanza. Porque sos un pájaro asesino, porque la sangre rojinegra corre por tus venas y cuando el árbitro haga sonar su silbato, vas a dejar el alma para que esos tres puntos en juego se queden en casa.

Comienza una inusual "doble fecha" y, en el regreso al Reducto sagrado, Horneros F recibe a Larena. El equipo de la dupla Loncha-Juancho, que viene de empatar ante Pueyrredón y va en busca de la primera victoria en el torneo, cuenta nuevamente con los servicios de Bubugol. El Cesc Fábregas de Horneros aprovechó la suspensión y las lluvias para dedicarse de lleno a una campaña mundialista de electrodomésticos, pero ahora no piensa en nada más que en calzarse los cortos y aportar lo suyo para que el rojinegro vuelva al triunfo. Los técnicos disponen un 4-4-2, con Bubugol-Colocha en el doble cinco, la juventud de Totó y el Pol para hacer de nexo y Alexis Gambeta acompañando a Zlatan Korn en la delantera.

Los minutos iniciales no se presentan fáciles para el equipo de Ingeniero Maui. El sol de frente complica la visión y el visitante recurre repetidamente a los pelotazos largos, a veces metiendo hasta cuatro jugadores bien de punta para dificultar la tarea de la defensa local. Además, Larena tiene un arma capaz de hacer mucho daño: un demonio con el "13" en la espalda, una especie de Lucifer dispuesto a desparramar toda la maldad de su gambeta por el campo de juego. De potente remate con su zurda, el Satán visitante empieza a exigir al gran Rocha, que salva la valla hornereana con sus habituales manotazos magistrales. En uno de esos intentos, un rebote queda boyando y un delantero larenista supera los esfuerzos del capitán rojinegro, pero aparece justo a tiempo un barbudo veterano de aspecto islámico (¿talibán de la defensa?) y desactiva la bomba sobre la línea, evitando el 0-1. Lo que no puede evitar es que le saquen amarilla por una patada karateca que -por suerte- no llega a destino.

Más allá de algún momento de zozobra, los Pájaros Asesinos comienzan a tomar el control del partido y a generar peligro sobre el arco visitante. Muy activo, Alexis se mueve bien por la izquierda del ataque y Peter Crouch incomoda a los centrales, pivoteando con su fuerza física y bajando balones para la llegada de los volantes. El joven Totó aporta rebeldía cada vez que toca el balón y Pol Rubio está enchufado, casi como en esas clases de filosofía que tanto le apasionan y que su maestro Merlí da en el Institut Ángel Guimerá. El Pol está flipando, Totó está encarando, Alexis está gambeteando y Zlatan está ahí, boyando, esperando su oportunidad. Y la oportunidad llega, cuando recibe un pase preciso desde la izquierda y define cruzado de derecha para poner el 1-0 en el marcador. Los visitantes reclaman orsai, pero a Zlatan poco le importa. Lo único que quiere es ir en busca de él, de ese DT que le hace bullying en la semana, para dedicarle su revancha en forma de "Topo Gigio". Arriba Horneros F.

Los minutos siguientes transcurren con relativa tranquilidad para el local, que está más cerca del segundo que de sufrir el empate de la visita. Sin embargo, el sol de frente hace su parte y, tras un yerro defensivo, Lucifer clava un zurdazo demoníaco para poner el 1-1. Bronca enorme en los Pájaros Asesinos, que no pueden creer que el tan buscado "cero" se les haya escapado de esa manera. Por suerte, la desazón dura poco y el orden cósmico pone las cosas en su lugar: pelotazo largo de Rocha, desinteligencia fatal entre el arquero y un central de Larena que cabecea para atrás, y Alexis Gambeta que aprovecha con sumo oportunismo para volver a poner arriba al rojinegro: 2-1.

En el entretiempo, la dupla Loncha-Juancho decide meter un cambio: sale Colocha y entra Flecha de segundo central, con el talibán pasando a la mitad de la cancha. Falto de compañía, Lucifer lo intenta todo pero sólo logra incomodar con algún remate de afuera del área, nuevamente resuelto por las manos firmes de Rocha. Horneros F casi mete el tercero cuando el ingresado Román Melamed deja dos hombres en el camino y asiste a Alexis, quien gambetea al arquero y ya sin ángulo, tira el centro atrás para la llegada de un Bubugol que no puede convertir. El rojinegro sabe que con un gol más dejará casi sentenciado el partido y el ansiado tercer grito finalmente llega: Zlatan peina hacia atrás un balón enviado desde la derecha, Alexis -gran protagonista del encuentro- pone bien el cuerpo y, tras dejarla picar, le pega de zurda por primera vez en su vida para clavarla arriba y establecer el 3-1 final.

Lo que queda del partido deja en evidencia toda la impotencia de Lucifer, que imposibilitado de esparcir la maldad por medio de la pelota, recurre a otros medios más directos: tras tirar un par de codazos, el árbitro le muestra la segunda amarilla y luego la consecuente tarjeta roja. También habrá tiempo para un tiro libre ideal para la pegada de CrisTati Ronaldo. La expectativa es enorme y el público prepara los celulares para inmortalizar el momento. CrisTati toma apenas dos pasos de carrera y acaricia el balón con su derecha prodigiosa, pero la "caricia" se le va un poco alta y los hinchas guardan sus teléfonos, desilusionados.

Llega el silbatazo final y los Pájaros Asesinos celebran la victoria, la primera en el torneo. La doble fecha apenas da tiempo para festejar: mucha elongación, alguna birrita recuperadora y a pensar en el domingo, que hay que estar de nuevo al 100% para salir con todo a buscar otros tres puntos. Hay que seguir, hay que seguir.

Resumen del partido:

Horneros "F" 3 - Larena 1

Formación inicial: Rodrigo Agesta; Federico Pascual, Juan Peluffo, Diego Peluffo, Germán Mucci; Bubu Melamed, Nicolás Korn, Totó Yannone, Pedro Mucci; Alexis Fernández y Leandro Korn.

Goles: Alexis Fernández (2) y Leandro Korn.

Cambios: Ari Lerner por Nicolás Korn; Tomi Melamed por Totó Yannone; Franky Augeri por Leandro Korn; Tati por Germán Mucci; y Pancho Yannone por Alexis.

22/5/18

El arca de Horné

Luego del diluvio universal, las aguas comenzaron a bajar. Había llovido durante 150 días. Primero se divisaron los picos de las montañas más altas y luego las copas de los árboles más longevos, pero aún no había rastros de ellos, los amados campos de fútbol. Horné mandó a uno de sus Pájaros Asesinos en busca de una porción de tierra seca, pero éste no trajo en su pico rastro alguno de césped sagrado, mucho menos un ramo de olivo. Tras algunos días más de espera, aquellos seres rojinegros elegidos por el Señor para dominar sobre las canchas arrasadas, finalmente divisaron sobre el horizonte una gran línea blanca. Sí, era un travesaño. El Arca de Horné fue navegando lentamente, acercándose hacia su blanca meta empujada por el viento y la corriente. De a poco, a medida que las aguas continuaban descendiendo, los caños fueron haciendo su aparición. La dupla Loncha-Juancho amarró la embarcación a uno de los palos y esperó pacientemente a que el Arca de Horné reposara sobre el césped. Aquellos días aciagos habían llegado a su fin: era tiempo de jugar al fútbol.

Esta vez, la cita era en la cancha de Pueyrredón, aquel escenario liliputiense donde Monas El Grande se había convertido en leyenda. Los Pájaros Asesinos venían de una dura caída ante Cardales, pero eso había quedado allá lejos y hace tiempo, antes del cataclismo lluvioso que había obligado a la abstinencia futbolera. Sin Bubugol ni Joaco Miranda, aunque con algunos lesionados recuperados, los rojinegros llegaban al duelo con un firme deseo: llevarse los tres puntos de aquel minúsculo escenario.

El partido se presentó de acuerdo a los pronósticos: duro, trabado, con pocos espacios y muchas dificultades para elaborar juego asociado. Los pelotazos estaban a la orden del día y la clave pasaba por no dar concesiones, evitando cualquier mínimo error que pudiera ser capitalizado por el rival. El rojinegro buscaba generar peligro con Zlatan como faro, Alexis por afuera y Toto y el Pol llegando desde más atrás con la fuerza de la juventud. Sin embargo, las situaciones escaseaban de uno y otro lado.

Además de sus siempre amenazantes "laterales de la muerte", el local supo llegar al fondo en un par de ocasiones, pero la defensa y las seguras manos de Rocha lograron neutralizar aquellos intentos. El equipo de la dupla Loncha-Juancho buscó lastimar con alguna pelota parada, pero sin la justeza necesaria como para inquietar al pequeño arquero de Pueyrredón. Lo que sí abundaba era el roce, la pierna fuerte y las discusiones por un árbitro al que le costaba fijar un criterio único para toda la cancha. Al descanso 0-0.

El segundo tiempo arrancó parecido, pero al rato el partido se rompió. Mientras Peter Crouch y Alexis Gambeta protagonizaban una telenovela para ver quién la metía, un lateral rápido, un centro instantáneo y una definición certera pusieron 1-0 arriba a los locales. Lastimado, Horneros F empezó a mover la pelota con más decisión. Y entonces las situaciones empezaron a repetirse de un lado y del otro.

Pueyrredón pudo haberse puesto 2-0 pero allí apareció nuevamente el gran Rocha con un manotazo fenomenal que dejó atónito al 21 local, que la había querido picar. Horneros F seguía yendo en busca del empate, ahora casi con un "doble 9" integrado por Crouch y el ingresado Pancho Yannone. Lo tuvo Pusineri, entrando como una tromba desde la franja izquierda, pero no pudo doblegar al ahora espigado arquero local. Y en la continuidad de la jugada llegó el empate: Crouch tomó la pelota en el borde del área, giró y metió un ¡zurdazo! con efecto tobillo loco que describió una extraña parábola y sorprendió al largo guardavalla. Vaselina y 1-1. El goleador rompía la sequía y marcaba su primer tanto en el torneo (faltan 9...).

La recta final fue intensa. El local tuvo una clarísima, con un cabezazo al palo y una pelota a la Luna en el rebote desde una posición inmejorable y con Rocha pidiendo clemencia. Los Pájaros Asesinos también tuvieron las suyas, con el tándem Monas-Pascual dejando un surco por derecha. El hombre de los calzones hot dog tiró un centro preciso con rosca perfecta y Zlatan casi moja de nuevo, pero el árbitro anuló la jugada por un orsai ojo de lince inexistente. Mención aparte para Pascual, el Buffa hornereano, un correcaminos incansable (45,2 kilómetros recorridos) que no paró nunca hasta el final del encuentro.

El 1-1 final dejó al rojinegro con ganas de más aunque también con la tranquilidad de haberlo dejado todo. El post partido tuvo charla técnica e incluso debate con intercambio de opiniones, pero siempre con una cosa bien clara: todos los Pájaros Asesinos en el mismo barco, todos firmes en el Arca de Horné. Porque el diluvio universal quedó atrás, pero ahora se viene otra tormenta: la nuestra. A arrasar con todo.

Resumen del partido:

Pueyrredón 1 - Horneros F 1

Formación inicial: Rodrigo Agesta; Germán Mucci, Juan Peluffo, Diego Peluffo, Fede Pascual; Tomás Melamed, Nicolás Korn, Pedro Mucci, Toto Yannone; Alexis Fernández y Leandro Korn.

Goles: Leandro Korn.

Cambios, todos en el segundo tiempo: Franky por Germi, Fran Yannone por Tomi, Tati por Alexis, Ari por Rueda y Negro por Pedro.

17/4/18

La camiseta más linda del mundo


Si alguien lo hubiese filmado, ya estaría circulando de forma viral en las redes. Como la arenga de la Bruja Verón antes de salir a jugar la final del Mundial de Clubes contra el Barsa y tantas otras. La charla técnica ya quedó atrás y el querido Profe Loncha -otra vez en Horneros gracias al "clamor popular"- toma la palabra. El vestuario rojinegro se sume en el más absoluto silencio para darle paso a la voz del añorado DT. Aunque lo conocen, no ven venir la piña: el Profe Loncha habla del corazón de este equipo. Habla -también él- con el corazón en la mano, con esa voz que por momentos amaga con quebrarse (y con quebrarte). Habla de los más grandes y lo más chicos, del capitán todo-terreno, de Monas que siempre tira para adelante con humor intacto, de ese ADN que identifica a este grupo de Pájaros Asesinos hambrientos de gloria. A algunos se les eriza la piel, otros intentan ponerle un freno a las lágrimas que ya están por asomarse. A todos los embarga la emoción, el orgullo de ser parte de Horneros "F", de vestir la camiseta más linda del mundo.

La camiseta... Cómo no hablar de la camiseta... Un rato antes, cuando el Negro Yannone y el Captain Agesta abren la caja mágica y empiezan a repartir las nuevas casacas rojinegras los rostros de todos parecen aniñarse. Es Navidad adelantada y el arbolito te trajo el mejor regalo que podrías haber soñado jamás en tu puta vida: colores, escudo, número y hasta nombre (o apodo). Sonrisas de oreja a oreja. Y más sonrisas ante algún pantaloncito demasiado apretado o alguna casaca que merecía un talle más (¿hubo complot?) Así, con la camiseta más linda del mundo y el corazón en la mano, Horneros "F" salió rumbo a la cancha.

Claro, después de todo esto había un partido. Y no era un partido cualquiera: los Pájaros Asesinos debutaban en un nuevo torneo de Selección "B" ante Ayres del Pilar, casualmente el mismo rival del comienzo del campeonato anterior en la "C". Pronóstico de partido chivo para un plantel que llegaba con una lista récord de 18 jugadores a disposición de la dupla Loncha-Juancho, listos para saltar al verde césped.

La primera jugada del partido mostró a las claras las intenciones del local: pelotazo cruzado a espaldas de Germi y llegada al fondo para tirar el centro. El rojinegro estaba avisado y no llegaría demasiado peligro por esa vía. Como habían avisado los detés, aquellos primeros minutos estuvieron repletos de ansiedad. Horneros controlaba bien los intentos de Ayres, pero no lograba la serenidad necesaria para elaborar juego colectivo. Lo más peligroso eran los embates de Pol Rubio por derecha, que lo tenían a maltraer al 19 local.

Dentro de un trámite con pocas luces, cada equipo tendría una chance clara para convertir: un mano a mano magistralmente resuelto por un Rocha inspirado y un remate de Colocha que dio en el poste tras -cuándo no- una buena jugada del Pol por derecha. Un primer tiempo algo chato que obligaría a un cambio en los de Ingeniero Maui: afuera Rueda, desgarrado; adentro Alexis Gambeta, con Joaco pasando a la posición de segundo central y Morfet al lateral derecho. El local tendría alguna otra llegada de peligro, pero nuevamente Rocha daría muestras de una solvencia fenomenal.

En el segundo tiempo, el rojinegro se dio cuenta que si apretaba un poco el acelerador podía llevarse los tres puntos. Peter Crouch peleaba todas como un león, el Pol seguía complicando por derecha y ahora Alexis Gambeta también era una amenaza por izquierda. La defensa no sufría demasiados sobresaltos y Rocha no tenía demasiada acción, bien custodiado por Morfet, Juancho, Joaco y Germán Mucci, el niño que lo sabe todo.

Párrafo aparte para Germi. Pobre aquel que se cruce en el camino del Gringuito Heinze de Horneros... Callado, tímido y respetuoso, Germinator se transforma en un animal hambriento cuando sale a disputar una bola dividida. Retroceder nunca, rendirse jamás. Germinator es un verdadero tractor, un Scania que viene de frente y que es imposible frenar. Cada pierna del Mucci defensor es como el grueso tronco de un árbol lanzado a 100 kilómetros por hora. Lo padeció aquel volante de Ayres que puso la pierna demasiado flojita y tuvo que salir reemplazado: sus huesos todavía deben estar temblando, víctimas del rigor del lateral izquierdo hornereano. Asesino "baby face", una combinación letal. Reemplazado por Pusineri, salió ovacionado por la hinchada (liderada por el bravísimo Flecha Lerner).

Pudo ponerse en ventaja el rojinegro, pero Bubu falló luego de un centro (no tan de la muerte) del ingresado Pusineri que bajó de las alturas el espigado Crouch. Tomi Román Melamed también tuvo la suya, un remate de zurda en slow motion que el arquero local resolvió con algo de suspenso gracias a un manotazo de último momento. La dupla Loncha-Juancho metió cambios buscando más frescura: el promisorio Toto por Mela y el Negro Yannone por Colocha. Llegó la expulsión de Bubugol por exceso verbal y el 0-0 empezó a conformar. Sobre el final, el local quiso aprovechar la superioridad numérica y comenzó a apretar un poco más, pero nuevamente apareció el enorme Agesta para neutralizar todos los peligros.

El árbitro -horrible durante todo el partido- dio el pitazo final y enseguida le llovieron ofertas de reglamentos de fútbol a precio módico. Más allá de alguna bronca por la sensación de que una victoria era posible, el 0-0 en el debut dejó cierta conformidad luego de una pretemporada sin triunfos. El torneo recién empieza, los Pájaros Asesinos ya demostraron que están para dar la talla y Pusineri ya demostró que está dispuesto a pasarse el año escribiendo servilletas locas. La mesa está servida, muchachos. Hay que seguir, hay que seguir.

Resumen del partido:

Ayres del Pilar 0 - Los Horneros "F" 0

Formación inicial: Rodrigo Agesta; Joaquín Miranda, Juan Peluffo, Diego Peluffo, Germán Mucci; Federico Pascual, Tomás Melamed, Matías Melamed, Nicolás Korn; Pedro Mucci y Leandro Korn

Goles: No hubo.

Cambios: PT: Alexis Fernández por Diego Peluffo; ST: Francisco Augeri por Germán Mucci; Toto Yannone por Tomás Melamed y Juan Yannone por Nicolás Korn.

Incidencias: En el segundo tiempo, fue expulsado Bubu Melamed.