27/11/17

Sí, quiero

"Prometo serte fiel en lo próspero y en lo adverso, en el triunfo y en la derrota, amarte y respetarte todos los días de mi vida. Hasta que las muerte nos separe".

¿Cuando sucedió? ¿Cómo? ¿Acaso fue un flechazo instantáneo o simplemente el sentimiento fue creciendo día a día, partido a partido, año tras año? ¿Hay alguna explicación posible? ¿Cómo mierda se entiende que uno se enamore perdidamente de una camiseta, de un equipo de fútbol? ¿Por qué uno sufre estrepitosamente cuando la derrota toca a la puerta? ¿Por qué uno se convierte en el tipo más feliz del mundo cuando llega el grito de gol, la ansiada victoria, el ascenso tan esperado?

Domingo 26 de noviembre. Horneros “F” espera por Mapuche en el Reducto, el templo sagrado de Ingeniero Maui. No es un partido más. Los Pájaros Asesinos vienen de una trascendental victoria ante Cuba Fátima y están a un paso del ascenso a la “B”. El rival de turno es Mapuche, pero más que nada las ausencias: Peter Crouch se casa en Punta del Este (justo ahora, quién lo hubiera dicho...) y la lista de invitados se lleva a Colocha Korn, Bubugol Melamed, Pusineri Augeri, Ostra Dychter y Juancho Yannone. Con 13 guerreros en sus filas, el equipo de la dupla MJ espera por Mapuche. Pero Mapuche no llega... Y no llegará nunca...

El capitán Rocha da la noticia sobre la no presentación del rival y una sensación agridulce se apodera del equipo: felicidad por tres puntos clave, amargura por no poder ganarlos adentro de la cancha, por no poder desplegar toda esa adrenalina acumulada en la semana, cada vez que uno pensaba en este partido. Algunos superan rápidamente esa sensación agriduluce y proponen ir ya mismo por unas cervezas frías. La dupla técnica, algo más pensante, decide aprovechar para ensayar un entrenamiento liviano de cara a la última fecha. El domingo que viene hay que visitar a Campo Grande, aunque el ascenso podría quedar sellado esta misma tarde si Ayres del Pilar o Miraflores no ganan sus respectivos encuentros...

El picado-práctica termina 2-0 a favor del equipo de Monas “El Grande”, que defiende un arco minúsculo y ataca hacia otro gigante. Ahora sí, es tiempo de cervezas y de “pegar el oído a la radio”. ¿Cómo va Miraflores? ¿Y Ayres? Los Pájaros Asesinos ponen a funcionar su red de contactos y llegan novedades de otras canchas: Ayres 0-0 parcial con Castores; Miraflores 1-2 y después 2-3 con Campo Grande... Los corazones se aceleran, el ascenso parece estar cerca....

Pasan dos, tres, cuatro cervezas, la ansiedad es cada vez mayor. Ya son casi las seis de la tarde, los partidos deberían estar terminando. Nuevamente, llegan novedades desde otras canchas: Ayres le ganó 1-0 a Castores en la última jugada del partido. Puta madre... ¿Y Miraflores? El informante de turno es nada más y nada menos que Facu Gurevich, joven de dudosa credibilidad por sus cercanos lazos con el equipo de Tortuguitas. Facu dice “Miraflores 3-3”, y luego “quedan 5” y luego agrega “penal” y luego suelta “gol”... Hay confusión, bronca, teorías conspirativas y hasta promesas de ir a buscar al muchacho Gurevich y someterlo a una brutal paliza (qué le hace una mancha más al tigre) en caso que todo aquello sea una maniobra falaz... Todos los ojos miran al whatsapp... Facu escribiendo... (¿salvará su pellejo, sus sutiles rasgos de baby-face?) Facu escribiendo... “Muchachos acaba de perder Miraflores 4 a 2!!!!!” El ascenso ya es una realidad.

A partir de allí, se desencadena la hecatombe, la debacle total, una seguidilla de hechos bochornosos que involucra a un eufórico grupo de Pájaros Asesinos Hambrientos de Gloria: Rocha paga lo que sea por una botella de champagne medio pelo, Pancho Yannone arranca su auto con una mochila en el techo y Peter Lanzani transforma su chata en una tribuna móvil que se llena de jugadores, botellas y alguna otra cosita más... A puro cantito, la caravana inicia un desfile loco por las calles hornereanas que sólo se interrumpe frente a la casa del Doc Loncha, cuando las gargantas -desafiando a las frías estadísticas- entonan “el goleadooor, el goleadooor, el goleadooor, el goleadooor”. La próxima parada -obligada- es el Reducto, donde algunos -los más ágiles- se suben al travesaño y agitan las banderas rojinegras. Lanzani saca de la galera un champú de primera y Pancho Oneto un Chardonnay que no tanto, pero a esa altura todo brebaje sabe a dulce elixir... El Mariscal, algo entonado ya, hace gala de su magistral pegada con un par de cambios de frente para el recuerdo (¿?) y todo termina en la casa del gran Pancho Oneto, reciente sobreviviente de una caída de la chata en movimiento que podría haber sido fatal. Siguen los cantitos y las botellas y la euforia loca. Horneros “F” ya es de la “B”, un sueño cumplido.

Como siempre, hay que seguir, hay que seguir. Y la cosa sigue con un banderazo frente a la casa de Monas. El grito de “Olé, olé, olé, oleeee, Monaaas, Monaaas” obliga al aventurado guardavallas-locutor a salir de su casa para retribuir el tributo de su gente. La noche comienza a caer y algún barbudo veterano también... Hay que dejar todo, como siempre. Y entonces él va y lo deja todo. A partir de allí, se convierte en una suerte de zombie feliz, un muerto vivo en trance ascendente hacia un paraíso mental.

¿Cuándo sucedió? ¿Cómo? Pocos amores hay que duren toda la vida; el que sentimos por la camiseta de Horneros -sin dudas- es uno de ellos. ¿Prometés amarla y respetarla todos los días de tu vida, en lo próspero y en lo adverso, en el triunfo y en la derrota, de local y de visitante, hasta que la muerte los separe? Sí, claro. Sí, quiero. Cómo no voy a querer...

Hay que seguir (festejando), hay que seguir (por el campeonato).

Resumen del partido:


Los Horneros “F” 2 – Mapuche "Azul" 0 
(partido ganado por no presentación del rival)

21/11/17

Fútbol gratis (y del bueno) en C.U.B.A.

Por Ariel "Flecha" Lerner

“Es una tarde de sol, no te lo vas a perder….”

Escucho Cuba y sólo se me viene a la cabeza esa famosa frase -no tan feliz- de Fernando “Miembro” cuando le preguntaron si estaba a favor de privatizar el fútbol y él respondió: “Si quieren fútbol gratis, que se vayan a Cuba”. A esta frase, le respondo: si querés fútbol gratis, andá a C.U.B.A., que recibe a Horneros D y, cuando estos dos equipos se cruzan, hay promesa de buen fútbol.

En la previa, los dos equipos llegan como protagonistas del torneo: el local en la cuarta posición, mientras que la visita viene tercero. Ambos habían sufrido un duro golpe la fecha pasada: mientras los anfitriones sufrieron una durísima derrota (perdieron 5 a 1 con Miraflores), los Pájaros Asesinos venían de un empate de local con sabor a derrota.

Sumado a este empate, los oriundos de Ingeniero Maui tienen algunas bajas de peso. De peso literal, como nuestro arquero Rocha Agesta y el central “Flecha” Lerner, y otras de peso simbólico, como nuestro barbudo número 5: el Ruedi Peluffo. Además de la falta de players, hay falta de DTs, ambos ausentes por viajes impostergables. Ante esta situación, le toca debutar como DT interino a Ariel Lerner, joven entusiasta con más voluntad que recursos, que tras muchos años trabajando en inferiores afronta su presentación oficial dirigiendo en Selección.

Pero es hora de hablar de lo más importante: el partido. Ambos equipos se conocen, ambos saben a qué juega el otro. Los locales son un equipo rápido, ágil, que busca jugar rápido en el medio y tirando pelotazos al vacío, aprovechando de esa manera la velocidad de sus delanteros. Los Pájaros tratan de usar sus armas de siempre: solidez en el fondo, posesión en el medio y lanzar pelotas a los cajones para aprovechar la velocidad y habilidad de nuestras puntas, Peter Lanzani por izquierda y Rabona Fernández por derecha.

Usando sus armas, tempranamente (a los 5 minutos) CUBA golpeó primero. Un pelotazo largo, un mal rechazo, un rebote poco fortuito y el punta local quedó mano a mano con el joven Monas, que nada pudo hacer. Baldazo de agua fría para nuestro sueño, pero se necesita más que un balde para matar a un Pájaro Asesino. Rápidamente responde la visita: una combinación de nuestros Peters hace que Lanzani desborde por afuera, enganche hacia adentro y haga un pase atrás para que nuestro gladiador de las alturas saque un bombazo seco desde afuera del área y la pelota viaje directo al fondo de la red, dejando al arquero mirando anonadado lo que acaba de pasar.

Lejos de conformarse, la Fusión quería más. Y de la mano del señor Korn se llevaría algo más. Pelotazo largo, el arquero duda, Lean presiona al guardameta, el arquero pifia, Lean la empuja, la pelota acaricia la red, explosión de felicidad…. Goooooool. En 25 minutos, la visita gana 2 a 1. El primer tiempo siguió su curso, con pelotazos y centros de los locales (hermosamente despejados por la dupla central Peluffo-Miranda), mientras que la visita amenazaba con pelotas paradas. Cuando la primera mitad llegaba a su fin y parecía que nada podía pasar, un nuevo desborde de Peter, un enganche, una mano…. PENAAAL. Pena máxima que, brillantemente ejecutada por el Morfet, sentencia el 3 a 1 y el final del PT (descansa Wanda).

Ya en el segundo tiempo, los Pájaros Asesinos necesitaron de pocos minutos para dar su primer susto. El mismo vino de un nuevo desborde y centro de Peter, que no pudo ser bien conectado por Peter Crouch y luego el rebote fue malogrado por el Morfet.

Luego de ese susto, el local tomó el protagonismo y empujó a los Pájaros hacia su arco. De tanto empujar, tuvieron su premio: a los 22 minutos, llegó el descuento del local llenando de dudas al debutante DT. Lejos de paralizarse, Lerner manda a otro delantero a la cancha: entra la Ostra Dychter (recuerden ese nombre que va a ser importante).

El partido seguía su curso, hasta que llegó una nueva combinación de nuestros Peters (combinación letal en la tarde de Fátima). La roba Lanzani, se la da a Crouch, éste la mete al vacío para el pique de Lanzani, quien desborda y le da una pelota servida para que la acaricie el recién ingresado delantero… GOOOOL. Vuelve a explotar el banco de suplentes. En su primera participación, el pequeño Dychter sentencia el 4 a 2, aunque esa pelota NO la empujó solo; la empujamos todos, los que soñamos, los 11 gladiadores que estaban en cancha, los del banco, los que estaban en Mendoza y los que estaban en Punta del Este. La empujó todo un equipo que quiso y gritó ese gol con alma y vida.

Luego del cuarto gol, sólo quedó tiempo para un par de centros aislados del local y para un casi gol del renacido Pusi Augeri. Finalmente, llegó el tan deseado pitazo final. El juez, apurado por irse, tomó el balón y marcó el final. Explosión de alegría, festejos y abrazos del equipo. Merecido triunfo para un equipo que viajó a Fátima con ganas de llevarse algo, un equipo que jugó un partidazo con carácter, bolas, buen fútbol y que supo levantarse del duro golpe en el arranque del partido.

Felicitaciones Horneros “F” y a pensar en la próxima final.

Hay que seguir, hay que seguir…

Resumen del partido:


CUBA Fátima 2 - Los Horneros 4


Formación inicial: Tati Abatemarco; Federico Morfet Pascual, Juan Peluffo, Joaquín Miranda, Germán Mucci; Tomás Melamed, Matías Bubu Melamed, Nicolás Colo korn, Pedro Lanzani Mucci; Alexis Fernández, Leandro Korn

Director técnico: Ariel Flecha Lerner 


Goles: Leandro Korn (2), Federico Pascual (de penal) y Pablo Dychter.

Cambios, todos en el segundo tiempo: Pablo Ostra Dychter por Tomás Melamed; Franki Pusi Augeri por Alexis Fernández; Facundo “La Grasa” Gurevich por Leandro Peter Crouch Korn.

13/11/17

Horneros en su laberinto

Cuando uno ve que Peter Crouch se pone una muñequera de tenis en el tobillo, se da cuenta al toque que la mano viene torcida. Cuando uno ve que Rocha pierde el sorteo (parece que el árbitro no servía ni para lanzar bien la moneda) y que Horneros arranca jugando de espaldas al arco que da al arroyo después de 58 partidos, no tarda en pensar que algo extraño está por suceder. Cuando uno ve que hay cambio de camiseta y después no y de vuelta sí, pero al final no, enseguida advierte un aire enrarecido. Cuando uno ve a Pancho Oneto al costado de la línea de cal, se pone feliz. Y después nuevamente se pregunta si algo raro puede llegar a suceder aquella tarde calurosa en el Reducto.

El rival de turno es San Diego, equipo que lucha por no descender. Es una final y los Pájaros Asesinos lo saben. Cada vez queda menos para el final del torneo y el margen de error se reduce. Hay hambre de victoria (eso siempre es bueno), pero también ansiedad de victoria (a veces, eso no es tan bueno). En los primeros minutos, el equipo de la dupla MJ canaliza bien la adrenalina, toma las riendas del partido y comienza a llevar peligro al arco visitante, pero luego todo empieza a diluirse, a enrarecerse...

Los pibitos de San Diego que prenden la radio y no paran de hablar; Horneros que hace mal un lateral y Ari pega un patadón que lo hace acreedor de su quinta amarilla; los pibitos de San Diego que prenden el simulador y no paran de tirarse; Horneros que se engancha en la gilada y pierde el foco y erra pases y deja de jugar; los pibitos de San Diego que se agrandan; los Pájaros Asesinos se ponen cada vez más fastidiosos... Pocas situaciones, poco fútbol. El partido se juega más en la cabeza que en la cancha y así se va el primer tiempo.

Metido en un laberinto y con 45 minutos para encontrar la salida; así está Horneros en esta extraña tarde en el Reducto. ¿Lo metió el rival? ¿Se metió solo? Quizás San Diego haya colaborado, pero los Pájaros Asesinos parecen haberse metido allí por propia cuenta. Es su laberinto y, aunque aquellos pasillos le resulten familiares, no resultará fácil resolver el enigma y encontrar el camino a la victoria. Los laberintos propios suelen ser los más complejos: conocemos las paredes, los callejones muertos, cada uno de los giros... Creemos conocer la salida y nos confiamos, nos olvidamos que nuestro laberinto siempre está mutando, cambiando a cada minuto que pasa.

Todo parece seguir igual en el segundo tiempo: Horneros nervioso, San Diego en su salsa. Las interrupciones se repiten una y otra vez, se juega poco y nada, y el reloj pesa cada vez más sobre el equipo de la dupla MJ. Los visitantes juegan a sacar de quicio a los locales y hasta el árbitro, impresentable, parece disfrutarlo... Con el ingreso de Peter Crouch, Horneros busca ganar potencia ofensiva. Con juego o sin juego, hay que buscar el triunfo como sea; si no es con toque y asociaciones, que sea con bochazo largo y cabezazo. Pero nada parece funcionar...

El árbitro adiciona 6 minutos y Horneros ensaya la última arremetida. Casi hay victoria agónica cuando Joaco cabecea y un defensor la saca sobre la línea. Casi hay victoria agónica, pero Peter Crouch no puede aprovechar un peligroso tiro libre a centímetros del área... Casi hay victoria agónica, pero no... Hay empate. Hay un doloroso 0-0, una inesperada igualdad para los Pájaros Asesinos, que se quedan masticando bronca e impotencia.

A la noche, como siempre, Pusineri elabora su servilleta mágica. No hay tiempo para lamentos. El ascenso sigue ahí, al alcance de la mano, depende enteramente de los Pájaros Asesinos y Hambrientos de Gloria. Hay que cambiar el chip y pensar en lo que viene. El domingo (¿o el lunes?) hay una finalísima del mundo mundial, toda una semana para enfocarse en el duelo crucial contra Cuba. Un nuevo desafío, una oportunidad de volver a demostrar la fuerza de este grupo, la voluntad inquebrantable de siempre ir por más. Es ahora. Es tiempo de hacer historia, tiempo de héroes y epopeyas. Ya lo decía Leopoldo Marechal: “De los laberintos, se sale por arriba”.

Hay que seguir, hay que seguir.

Resumen del partido:


Los Horneros “F” 0 – San Diego 0

Formación inicial: Rocha; Joaco Miranda, Juancho, Ari, Germi; Rueda, Bubu; Pedro, Alexis, Tomi Mela; Ostra Dychter.

Goles: No hubo.

Cambios, todos en el ST: Lean por Tomi Mela; Fede Pascual por Alexis; Facu por Ostra.

7/11/17

El clásico

Domingo 5 de noviembre. Toda la expectativa puesta en un partido. Los clásicos rivales vuelven a enfrentarse y nadie se lo quiere perder. Los que compraron el pack fútbol, los que no, los que van a la cancha. Los nervios se hacen sentir desde temprano. Es una jornada maravillosa para la práctica del fútbol, el deporte más hermoso del mundo. Y los archirrivales vuelven a chocar, como siempre, como toda la vida. Lo único que cabe es la victoria, eso ambos lo saben bien. No importa cómo lleguen al partido; uno abajo, el otro arriba, es lo mismo. Es el clásico de todos los clásicos y, además de los tres puntos, está en juego el honor. Es el partido que todos quieren jugar. Según la revista France Football, el clásico que hay que ver antes de morir. Horneros vs. Maschwitz, todo dicho.

Encaramados en la parte alta de la tabla, los Pájaros Asesinos llegan entonados al duelo contra su archirrival. Sin embargo, al arribar a las instalaciones del Maschwitz Club, una primera duda los asalta: Cancha 1 o Cancha 2. Una tiene el pasto más alto, la otra parece más grande (bah, ambas parecen enormes para aquellos acostumbrados a jugar en el Reducto), y los muchachos de la dupla MJ temen caer en una trampa, una de esas típicas maniobras ventajeras que suelen usarse en estas ocasiones. Rochagesta, el mánager-capitán-arquero-goleador, chequea rápidamente en su dispositivo móvil y sentencia: Cancha 2. Qué haríamos sin él...

Cancha 1 o Cancha 2, la cosa no arranca nada sencilla para el rojinegro (esta vez, de vuelta albinegro). Más allá de su lugar en la tabla, el local impone condiciones desde el principio, moviendo la pelota de un lado hacia el otro. Horneros “F” se mece al ritmo que le impone el rival, siempre en busca de una pelota que pocas veces consigue. Los movimientos defensivos no están del todo aceitados y Maschwitz encuentra espacios donde sus jugadores reciben libres de marcas. El local aprieta y las situaciones de peligro no tardan en llegar sobre la valla del equipo de la dupla MJ. La solvencia del Chilavert hornereano y la propia impericia de los delanteros locales (con ataques de altura al mejor estilo Peter Crouch) hacen que el cero no se mueva.

Los Pájaros Asesinos muestran poco y nada. Un buen desborde de Pedrito que ni Bubu ni Rueda pueden finalizar, un gol anulado a Colocha tras una mano gigante del barbudo veterano (aunque el árbitro sólo cobró orsai) y poco más. La pelota no les llega clara a los de arriba. Encima, la tarde calurosa y un malestar previo dejan nocaut a Bubu “Tobillo Mágico” Melamed, quien -mareado y extenuado- debe abandonar la cancha para dejarle su lugar a Morfet Pascual. Con poco juego y cierta desorientación defensiva, parece todo un logro que Horneros “F” se vaya al descanso con un empate sin goles.

Urgidos por cambiar el rumbo, los Pájaros Asesinos Hambrientos de Gloria saben que tienen que hacer mucho más si quieren conseguir una victoria indispensable. La dupla MJ dispone el ingreso de Peter Crouch, el hombre que vive en las alturas y que pronto contraerá matrimonio. Sin embargo, la tónica del partido no cambia demasiado: el local domina y Horneros “F” hace lo que puede. Sin circuitos fluidos para generar peligro, todo se limita a bochazos largos en busca de la cabeza de Crouch o directamente a la espalda del “3” para aprovechar la velocidad del otro Peter, Lanzani.

Maschwitz sigue teniendo las riendas del partido, aunque le cuesta vulnerar a la férrea última línea hornereana. Finalmente, un intento individual del “11” termina con el delantero local cayendo dentro del área (¿es foul o lo busca él?, ¿es adentro o afuera?). El árbitro no duda y cobra penal, y las plegarias internas arrancan al instante. En el arco está Rocha, robusto e intimidante como siempre. No es fácil enfrentar al Chilavert de La Pista y Caseros; por eso, no llama la atención que aquel balón levante vuelo y se vaya por arriba -muy por arriba- del travesaño. Horneros sigue con vida... Grave error, no rematar a los Pájaros Asesinos cuando se tiene la oportunidad de hacerlo...

Sin luces, pero con la convicción inalterable de cada domingo, Horneros “F” sigue peleando el partido. Ansía la victoria, necesita los tres puntos para seguir subiendo y soñando. Y lo tiene a Joaco Miranda, gladiador incansable que lucha y juega cada pelota como si fuese la última. Y lo tiene a Pedro “El Grande” (basta de Pedrito), que siempre va para adelante, que siempre tiene una marcha más para llegar al fondo y tirar un centro punzante. Y lo tiene a Peter Crouch, el hombre que vive en las alturas, el gigante del área, que arremete como una fiera y esta vez no la manda a volar sino a guardar. Y los tiene a todos, a los de adentro y a los de afuera, incluso a los que no están o no pueden estar allí en ese momento, a los que dibujan servilletas cada domingo, felices por el 1-0 que se estampa en la red del arco opuesto al río, allá en la Cancha 2 del Maschwitz Club, el rival de toda la vida.

El local gasta los últimos cartuchos, pero el partido se va. Los Pájaros Asesinos se quedan con el clásico y mucho más: se llevan tres puntos de oro que los mantienen en la lucha por el ascenso. Saben que hay mucho por mejorar, que no fue la mejor tarde, que salieron airosos de una dura pelea... La ilusión está intacta. El domingo que viene hay otra final y ahora hay que apuntar todos los cañones ahí.

Hay que seguir, hay que seguir.

Resumen del partido:

Maschwitz Club 0 - Los Horneros “F” 1

Formación inicial: Rocha; Joaco Miranda, Juancho, Ari, Germi; Rueda, Colocha; Bubu, Pedro, Alexis; Ostra Dychter.

Goles: Lean (1-0).

Cambios: PT: Fede Pascual por Bubu. ST: Lean por Ostra; Tomi Mela por Alexis; Monas por Rueda.