18/11/09

Primeros “B”

Sí. Después de un año difícil, Horneros logró la Permanencia en la “B”. Es cierto, no salimos campeones, no pudimos pelear por el ascenso y recién en el último tramo del año el equipo logró la estructura, la concentración y la continuidad necesarias. Pero el rojinegro, fiel a su historia, supo sobreponerse a dificultades varias y la tabla final del reducido para mantener la categoría lo encontró en lo más alto.

No es poco. Y a la vez, sí, lo es. Sensación rara eso de ser los primeros entre los últimos. No se ganó nada. No se perdió nada. ¿No se perdió nada? Diego Lombraña, hizo historia y se convirtió en el jugador más joven en retirarse del fútbol hornereano. Todavía recuerdo su aparición y aquel golazo a Cardales sobre el final en un 1-1 para el infarto. Todavía recuerdo sus gambetas de pie a pie contra la raya, su frialdad para definir. También aquel año que, sin confianza, no podía hacer un gol abajo del arco. Sus goles. Sus errores. Las puteadas de un extremo al otro de la cancha con su hermano. Aquel pesimismo que lo llevaba a resaltar más las virtudes del rival que las propias (“Uy, juega el 9 ese que es buenísimo, cagamos…”). Pero, más allá de todo, lo que algunos seguro nunca vamos a olvidar es su compromiso. Eso, sobre todas las cosas. Más allá del fútbol, de las buenas y las malas tardes. Su compromiso con la camiseta. ¿Hay algo más importante?

Bastante buena despedida le dimos a un año tan difícil. Primeros en la tabla de abajo, sin expulsados, con la valla menos vencida y con un asado del carajo obra de Tomi Melamed, todo un tapado en las artes parrilleras (al menos para quien escribe). Cerveza, vino, ping-pong, un par de chicanas, dos gritos para un solo gol de Arsenal y regreso por la ruta al ritmo de Vilma Palma. Bastante buena despedida. A pesar de algunas ausencias, claro. Y, sobre todo, a pesar de una despedida.

11/11/09

Horneros no se va (salvo que lo echen)

Luego de la gran victoria ante Highland, Horneros llegó con el ánimo bien arriba a su duelo contra Pilar del Lago. Pero no tanto. Dos sensibles bajas sembraban algunas dudas sobre la formación hornereana: el Negro Lombraña había caído presa de una angina y el Burrito Loncharich (y señora) habían traído al mundo a Luka, alias Cristianito Ronaldo, futuro crack rojinegro.

Con el Escandinavo como único habitante del banco de suplentes, Horneros salió a jugar el decisivo encuentro ante Pilar, el primero en el historial en condición de visitante (los dos anteriores se habían jugado en el Reducto, con una victoria para los “laguneros” y un empate). Pero el rojinegro venía en levantada y eso se iba a notar desde el minuto uno del partido.

Presión sobre los jugadores clave del rival, inteligencia para meter la pelota en el área contraria y mucha concentración fueron las premisas que pondrían a los de Salorio rápidamente en dominio de la situación. El arquero de Pilar haría lo suyo, claro está. Tal es así que en un balón bombeado, el “1” falló, el Cirujano del Gol la empujó a la red y lo gritó lo más fuerte que pudo para que el pequeño Luka lo escuchara desde la clínica.

El local, que parecía dormido, esbozo una leve reacción y comenzó a acercarse al arco de Agesta, pero el rojinegro cerraba bien los caminos y el guardavalla estaba muy seguro. Horneros no tenía mucho la pelota, pero cuando la tenía era inteligente: sabía que con sólo meterla en el área (incluso desde el lateral), podía generar situaciones de riesgo.

El Doc pudo haber marcado el segundo, cuando quedó solo frente al arquero pero se apuró en la definición. También pudo haber aumentado el Melli Diego luego de un gran pase del Colo Korn, pero –a la inversa de su compañero de ataque- el Gordo se demoró más de la cuenta en el mano a mano y no pudo convertir. La más clara de Pilar llegó a los 45 minutos: casi en la única oportunidad en que pudo soltarse, el “10” quedó solo ante Agesta pero la tiró por arriba.

En el segundo tiempo, entró el Escandinavo Kaminker por Jesús Di Tullio. Reconocido hacedor de laterales, el vikingo la metió en el área y el Melli anticipó al arquero rival para poner un 2-0 psicológico apenas iniciado el complemento. A partir de allí, el partido quedó claramente planteado: el local empujando con todas sus armas y Horneros con la contra como única arma.

Llovieron centros y más centros sobre el área de Agesta, siempre muy seguro para atenazar el balón entre sus manos. El descuento no parecía cosa fácil para el puntero. Hasta que en la enésima pelota cruzada, el “9” finalmente ganó de arriba, apareció un jugador libre por detrás (pareció offside), la metió al punto del penal y el “11” la mandó a guardar.

Horneros tuvo un par de contras para aumentar, pero no las aprovechó. El Bufo se mandó una subida robertocarliana que por poco fue golazo y delirio y Bubu –luego de un gran pase del Melli- tampoco pudo concretar y sentenciar el asunto.

Los minutos finales fueron de sufrimiento para el equipo de Salorio, que a pesar de todo aguantó con uñas y dientes y se aferró al 2-1 que lo dejó al borde de la salvación. Igualado en la punta con Pilar del Lago y a tres unidades del cuarto (Highland), sólo dos (o tres) expulsiones en el último partido ante el descendido Loma Verde podrían privar a Horneros de la permanencia por la que tanto luchó.


Resumen del partido:

Resultado: Pilar del Lago 1 – Horneros 2

Formación inicial: Rodrigo Agesta; Tomás Melamed, Juan Peluffo, Esteban Bendersky, Marcos Peluffo; Matías Di Tullio, Diego Peluffo, Bubu Melamed; Nicolás Korn; Diego Lombraña y Emiliano Loncharich. DT: Javier Salorio.

Cambios, en el segundo tiempo: Adrián Kaminker por Matías Di Tullio.

La figura: El equipo

No sólo no hubo una figura realmente descollante, sino que fue el conjunto de jugadores el que entendió cómo se debía jugar el partido para llevarse los tres puntos. Horneros fue inteligente, algo que no suele darse todos los domingos. Agesta estuvo muy seguro, la defensa respondió bien, el medio mordió hasta que le dieron las piernas y los delanteros cumplieron con su cuota goleadora. No sobró nada, es cierto, pero cada uno cumplió su función. Y eso no es poca cosa.