29/9/08

Ahora, Horneros moja más que la lluvia

Después del adiós a la sequía goleadora que significó el 4-0 a Mapuche, Horneros volvía al Reducto con la intención de sumar tres puntos más y meterse en la lucha por la Permanencia. En frente estaba La Tradición, uno de los rivales a vencer, igualado en puntos con los rojinegros, uno de esos partidos que hay que ganar sí o sí para mantener el sueño de quedarse en la “A”.

Tarde lluviosa en un Reducto espectacular como siempre, rápido y furioso, listo como para un partido del fútbol inglés. En el local, se producía el regreso del Doc Loncharich y del glorioso Bebilacua, mientras que Totono Pérez se sumaba a Rueda en la lista de lesionados. Además de mucha experiencia, en el banco de suplentes había un mingitorio, como para demostrar que Horneros está a la vanguardia en lo que a infraestructura se refiere…
Como es habitual, los players se juntaron para la arenga previa y allí el barbudo capitán en inactividad lanzó una frase profética y muy lúcida: “Hay que hacer el primer gol primero”. ¡Qué claridad conceptual! ¡Qué facilidad de palabra! Tan claro fue su mensaje que aquello no tardó mucho en trasladarse a la cancha. El pibe Agesta sacó del arco, el Doc metió una asistencia de taco y de aire increíble (lo aprendió en Brasil) y el Melli Diego la mandó a guardar en el mano a mano. Golazo y 1-0 para el Club de los Once.

Pero la ráfaga goleadora continuaría, demostrando que el arco realmente se ha abierto para los rojinegros (aunque esta vez el arquero visitante fue algo así como un anfitrión de lujo). El segundo llegó por medio de un remate “furibundo” de Bubu desde afuera del área y el tercero gracias a otra “bomba” de Franky Augeri que venció la resistencia del “1”, empeñado en sacarla con el pie (¿?) como si fuese un (mal) zaguero. Horneros estaba 3-0 arriba y Zequi y el Escandi eran la combinación perfecta de toque y quite en la mitad de la cancha, pero faltaba mucho y Walter Nelson no quería gritar “partido liquidado”.

En el segundo tiempo la diferencia se haría aún mayor. El local entró un poco dormido, pero Franky con un remate engañoso (¿adónde fue a buscarla el arquero?) y el Cirujano del Gol con un toque sutil de zurda estamparon un 5-0 que hacía presagiar otra fiesta en Ingeniero Maschwitz. Afuera la gente pedía el ingreso del tanque Pavone y llegaron los cambios en el equipo del Profe Loncha.

Hay que decirlo: La Tradición tiene dos tremendos delanteros. El “7” es una especie de Usain Bolt de zona norte y el “9” tiene algo menos de velocidad pero quizás más habilidad y manejo. Un poco mejor controlados en la primera etapa, en el complemento comenzaron a hacer de las suyas y con sendos remates cruzados metieron dos golazos para poner las cosas 5-2. “Mirá si nos empatan…”, tiró algún agorero en la tribuna, convocando inútilmente fantasmas que se hicieron más grandes luego del error de Rodri y un nuevo descuento para el visitante.

Aún quedaban quince minutos, pero no habría más acción en el marcador. Agesta tapó una muy buena, la defensa aguantó el resto, Pavone casi no la tocó, Fefé intentó tres cucharitas (una con éxito) y Bubu y Tomy Sirvarjer se perdieron el sexto. Era igual: Horneros festejaba, cantando y goleando bajo el agua, mojando aún más que la misma lluvia, sumando su segunda victoria consecutiva y demostrando que está para dar la pelea grande, esa que lo quiere ver en 2009 en la máxima categoría.

Resumen del partido:

Resultado: Horneros 5 – La Tradición 3

Formación inicial: Rodrigo Agesta; Tomás Melamed, Juan Peluffo, Fernando Lombraña, Marcos Peluffo; Francisco Augeri, Adrián Kaminker, Zequi Rambla, Bubu Melamed; Diego Lombraña y Emiliano Loncharich. DT: Nicolás Loncharich.

Goles: Primer tiempo: Diego Lombraña, Bubu Melamed, Francisco Augeri. Segundo tiempo: Francisco Augeri y Emiliano Loncharich.

Cambios, en el segundo tiempo: Fernando Lía por Fernando Lombraña; Esteban Bendersky por Zequi Rambla y Tomás Sirvarjer por Emiliano Loncharich.

La figura: Zequi Rambla. Larguirucho la rompió, fundamentalmente en el primer tiempo. Con su toque preciso y su capacidad para explotar los espacios vacíos, fue clave para desarticular al rival. Claro, contó con la colaboración del Escandinavo, que quitó mucho y también jugó (pase bochinesco a Franky en el tercero de Horneros). El doble “5” funcionó casi a la perfección.

26/9/08

Bienvenidos a la jungla

Despreciada en el pasado por los otros equipos debido a sus innumerables pozos, irregular césped y escasas dimensiones, la cancha del Club de Campo Los Horneros es en la actualidad una de las mejores de toda la Asociación Intercountry de Fútbol Zona Norte. Sí, el Reducto ya no es ese potrero en el que los rojinegros desde chicos nos acostumbramos a jugar. Su superficie más bien parece un billar que invita al toque por abajo y de primera, a un jogo bonito que a veces se niega en aparecer.

¿Cómo describir la emoción que se siente cuando uno se va acercando hacia el templo sagrado? "Noooo, mirá cómo está la cancha...", se suele escuchar de boca de algún hornereano o quizás tan sólo pensando para sus adentros, incrédulo de la suerte que tiene por desandar domingo por medio aquel rectángulo de verde perfecto cual alfombra. Como si faltara alguna motivación más para entrar a jugar con la camiseta del Club de los Once...

Antes, el mítico Javier Salorio decía que Horneros desarrollaba mejor su fútbol cuando salía a jugar de visitante. Claro, en aquellas épocas estaba Sebastián Sotelo, un avión a chorro que se hacía imparable en terrenos más grandes. Sin embargo, jugar en el Reducto siempre fue una sensación única y, a lo largo de la historia, una mística especial se ha ido creando alrededor de este verdadero templo sagrado.

Este año, los rojinegros acumularon una larga deuda con su hábitat natural, su bendito campo de juego. Sin embargo, el domingo pasado, la racha de partidos sin victorias como local se quebró. El Reducto volvió a ser el Reducto y ese manto verde tan perfecto, de apariencia tan lisa y apacible, se transformó nuevamente en una jungla impenetrable. Bienvenidos...

22/9/08

Los cuatro fantásticos

“Hoy ganamos”. La frase se escuchaba acá y allá, casi en cada rincón del Club de Campo Los Horneros. Como una extraña energía intuitiva, aquella idea del “Escape a la victoria” propuesta por Café, café Kaminker, parecía ir tomando forma en las mentes de los cracks rojinegros. Las nubes se corrían y daban lugar a un sol radiante y el césped del Reducto brillaba como si fuese el paño verde de una lujosa mesa de juego.

Quizás el único que desentonó fue el DT, que llegó tarde (con aviso), pero cuando el Triunvirato analizaba la aplicación de una dura sanción y el Pelado Miguel se afilaba los dientes dispuesto a demostrar que el verdadero mufa era el Profe Loncha, allí apareció el joven entrenador. El plantel estaba completo, salvo por la ausencia del Doc, todavía en Brasil participando de una clínica de definición con goleadores de la talla de Romario, Bebeto y Ronaldo.

El rojinegro salió con todo a la cancha. Desde el minuto uno, tomó la iniciativa y comenzó a jugar cerca del área de Mapuche, aunque faltaba tranquilidad para meter el pase preciso en tres cuartos de cancha. Tal es así que casi no hubo situaciones de peligro para el local: alguna peinada loca del Escandinavo en el primer palo y una escapada de Franky que picó correctamente desde atrás y el línea invalidó por error. El visitante inquietó gracias a un par de buenos pases en profundidad del siempre molesto “Rubio”, pero no mucho más que eso.
Las emociones llegarían en la segunda parte. Horneros seguía batallando, luchando en cada sector, poniendo más fuerza que fútbol, y entonces se produjo un hecho clave, el “hito” que cambiaría el rumbo del partido: Totono Pérez se fue lesionado e ingresó Edson Arantes do Nascimento. Sí, el gran Fefé. Allí, el circuito futbolístico comenzó a aceitarse y las situaciones se hilvanaron una detrás de la otra.

En la primera, Franky ganó la espalda después de un pelotazo cruzado y lo bajaron justo cuando se metía en el área. Penal. El DT de Mapuche juró que era afuera, pero ya no había vuelta atrás. Juancho le pegó como la sangre indica (rastrero y al medio) y estableció el 1-0 para Horneros. Desde afuera, Rueda pensó en pedir la hora, pero todavía faltaban como 25 minutos.

Sin embargo, el reloj no sería esta vez un enemigo del rojinegro. Todo lo contrario: en los minutos siguientes, se asistiría a un verdadero vendaval de fútbol y goles, todo un “empalague” para aquellos que miraban el partido. Y habría un protagonista especial, la intervención decisiva del definidor “no apto para cardíacos”, un jugador que puede matar a una tribuna entera con sus definiciones en cámara lenta.

Pelota cruzada de Juancho. El arquero mapuche calcula mal y la pelota le queda al Melli Diego, que la para, la vuelve a parar, la para otra vez y define. Golazo y “chupete loco” en el festejo dedicado al pequeño Federico, el goleador del futuro. El 2-0 daba algo más de tranquilidad, pero todavía seguía faltando mucho. Tranquilidad que llegó cuando, con una defensa totalmente jugada, Bubu encaró solo hacia el arco, gambeteó al “1” visitante y tocó con el arco vació para meter el tercero.

Afuera, la gente se miraba extrañada. Algunos se frotaban los ojos, otros se pellizcaban entre sí, la mayoría pedía guardar algún golcito para la próxima fecha. Ni hablar cuando el Melli amagó al golero de Mapuche, volvió a acomodarla unas tres veces y tocó corto para marcar el cuarto gol. ¡Cuaterna! Un exceso…, una alegría incomparable, cuatro fantásticos tantos, una buena manera de saldar la deuda acumulada con el Reducto.

Faltó quizás el gol de Fefé, pero Horneros ya estaba hecho. Los rojinegros festejaron a lo grande la victoria ante un rival siempre picante, el necesario primer paso hacia lo que todavía puede ser una épica salvación. Del otro lado, el DT increpaba duramente a sus jugadores, incrédulo por una derrota contra el último de la tabla. Quizás se había olvidado de la rica historia del Club de los Once, de esa mística que hace que nunca lo puedan dar por muerto.

Resumen del partido:

Resultado: Horneros 4 – Mapuche 0

Formación inicial: Rodrigo Agesta; Tomás Melamed, Fernando Lombraña, Juan Peluffo, Marcos Peluffo; Federico Pérez Acquisto, Adrián Kaminker, Francisco Augeri, Bubu Melamed; Diego Lombraña, Tomás Sirvarjer. DT: Nicolás Loncharich.

Goles, en el segundo tiempo: Juan Peluffo (penal), Diego Lombraña (2) y Bubu Melamed.

Cambios: Fernando Lía por Federico Pérez Acquisto y Zequi Rambla por Tomás Sirvarjer.

La figura: Diego Lombraña. El dato lo puede todo: el Melli Gordo gritó dos veces. Verdaderas obras maestras del cine de suspenso, el Pepe Sand hornereano le dio una gran alegría al pueblo rojinegro. No caben dudas: Fede llegó con goles bajó el brazo…

18/9/08

Escape a la victoria

Por Adrián "Café café" Kaminker

Homenajeando a la mejor película de fútbol de la historia del cine, llegó el momento. Ya no hay más tiempo. No hay más puntos. Horneros tiene que ganar el domingo.

Juego en Los Horneros desde que tengo memoria y amo esta camiseta desde que Ano tenía chapas y jugaba de delantero, y hasta tenía gol. Pasé por grandes equipos y otros no tanto. Tuve a mi lado individualidades sobresalientes que decidían el destino de un partido como Cucharita (llegó a hacer 14 goles en un partido y tenía un arranque en velocidad electrizante), el Chino Santarcangelo (hacía goles de tiro libre con las dos piernas, de cerca y de lejos, a colocar o bombazo y dominaba a los árbitros), Carlitos Rodríguez (un distinto con gambeta endiablada para adelante y mucho gol), Seba Sotelo (una velocidad y una potencia arrolladora, bastaba con tirársela al pique para que resolviera el partido) y hasta Emi Loncharich (sí, el “9” actual, pero hace por lo menos 12 años, cuando en cada final se tornaba desequilibrante con gambetas en una baldosa y un puntín sólo imitado por Romario tiempo después).

Hoy NO tenemos nada de eso. Nadie va a resolver por sí solo la permanencia nunca lograda por Horneros en la “A”. Hoy sólo puede lograrse por un esfuerzo comunitario nunca visto, salvo por el del combinado del campo de concentración para ganarle a la Alemania Nazi.

El domingo, Horneros sale con esta alineación:

STALLONE: Es cierto que nuestro fondo es el punto más fuerte del equipo, pero Rodri todavía no llega a ser Sylvester Stallone en Escape a la victoria. El domingo, un ABURRIMIENTO.

ZANETTI: Tomy es salida, tiene proyección, un enganche curioso, aunque no tanto como el de quien escribe. El domingo, una TROMBA.

GAMBOA: También de apodo “el Negro” y tocayo. Fernando es el de este último domingo, IMPECABLE e IMPASABLE.

SERRIZUELA: Por Tiburcio. Juan, es la hora de creerte todo lo bueno que sos. Entrenamos y la clavás en un ángulo. Antes del partido, asesinás al que se pare en el arco y en el partido le pegás como Astrada. Este domingo vas a hacer un gol, GOLAZO.

CHAMOT: El “Flaco” era como el Bufo. Tenía salida, pero lo complicaba el perfil zurdo por jugar con pierna cambiada. Pasaba al ataque como una tromba, pero rara vez terminaba bien una jugada. Hoy la figura, el domingo que viene, una GARANTIA.

TOTONO GRISALES: ¿Se acuerdan del Totono Grisales de Colón? Su pegada, su tranco lento pero seguro, sus lujos esporádicos pero vistosos y su ubicación exacta para quites criteriosos. Bueno, ése no es Fede. Fede es la versión actual del Rojo. Le pega con la ojota, gana de cabeza pero a cualquier lado, se ahoga rápido y sus tacos le rebotan en la pata de palo. El domingo, la FIGURA.

PELE: En Escape a la victoria, Edson definía el partido con una chilena inverosímil que provocaba hasta el aplauso y la ovación de la parcialidad nazi. Ese es tu destino Fefi, un GOL de CHILENA, aunque te rompas todo en el aterrizaje.

DOLLBERG: Su velocidad es la del Flaco en Argentinos, un motor golpeado en un micro escolar. Pero el Flaco terminó embolsando fortuna en Alemania. Zequi cuando está bien contagia con sus quites y su facilidad para los pases al vacío. No tenés que desanimarte. No hay mejores que vos para jugar en el medio. Y tenés que ganar todo por arriba. TENES que CREERTELA.

ROSALES: Tiene 40, pero aparenta 25. Tiene una de las terminaciones más estéticas del fútbol actual cuando maneja la pelota. Tiene una velocidad tremenda, pero rara vez explota. Franky, explotá un poquitito más seguido. El domingo será IMPARABLE.

GANDIN: El Gordo está cada vez más parecido. Tiene la habilidad, cubre y aguanta bien la pelota y tiene mucho aire aunque le faltan piernas. El domingo se va a parecer más todavía, porque vuelve con un GOL de CABEZA.

LUGÜERCIO: Son dos gotas de agua. Muchas ganas y mucho huevo. Tienen velocidad y desequilibran. Tomy tiene más gol que el perro de Racing.

PUSINERI: Perdón que te robe el apodo, pero estoy muy parecido a él. Cada tanto gambetea a alguien aunque a una velocidad exasperante, de lo lenta. Se pelea con todo el mundo, lo amonestan todos los partidos, pega que da miedo y habla más de la cuenta con el árbitro. Lo único que le reconozco y me reconozco es que no nos guardamos nada. Estoy convencido que sé jugar a esto. Y el domingo es el día ideal para demostrarlo.

EL ROLFI: El Rolfi es al Rojo como Bubu es a Horneros. Cuando está es algo así como la esperanza de la generación de juego. Es el jugador que más desequilibra, que puede patear desde afuera y que gambetea en velocidad y para adelante. Cuando el Rolfi no está, el Rojo hace lo que puede. Demasiado parecido y muy NECESARIO.

El CHAPULIN: Supo ser grande. Un definidor de antes, de hoy y del futuro, que hoy en día hace un esfuerzo sobrehumano para jugar con costillas a la miseria. Para sacarse el sombrero. Gracias, pero hacé goles.

ASTRADA: Un capitán como los de antes. Una pegada glamorosa, una velocidad envidiable y peinado setentoso. ¿Qué más se puede pedir? Que vuelvas. Sos UNICO.

LLOP: Cuando el barco parece hundirse, Nico siempre muestra todo lo que él siente por el equipo. Lo siente y se le nota. En nombre del equipo, GRACIAS por la confianza. El domingo, lo ganamos.

El domingo es el primero para empezar a escribir el ESCAPE a la victoria. Para escaparle al descenso y comenzar a hilvanar una racha inolvidable de victorias.

Si me olvidé de alguien, pido disculpas. Es el cansancio. Soy un hombre grande y es tarde. Debo recostarme. Adiós.

15/9/08

En la delgada línea rojinegra

Horneros en su lucha por la Permanencia, capítulo 6: la batalla de Armenia. Los muchachos del Profe Loncha venían de rescatar un punto, pero luego de una semana de “parate” por fecha libre, volvían a ser el Club de los Once, ese mote distintivo que ha caracterizado al conjunto rojinegro a lo largo de toda su historia.

Los avatares pre-partido ante el puntero eran numerosos: una rueda pinchada en el camino, un Rueda pinchado que apenas camina, un Escandinavo suspendido devenido en cafetero, un Juancho desgarrado pero finalmente contracturado, un Totono más frutillón que Balbi, un Bubu ausente y un Tomi Sirvarjer indocumentado. Así salía a jugar Horneros un encuentro clave: realmente, en la delgada línea rojinegra, toda una metáfora de lo que sucedería más tarde.

Sin demasiadas vueltas, se puede decir que el partido fue malo. Peleado, trabado, sin muchas situaciones cerca de los arcos. En definitiva, tal y como le convenía al equipo de Loncha, que esperaba sacar provecho de alguna pelota parada. Armenia era un poco (pero muy poco) más y el 0 a 0 se mantenía firme en el marcador. Casi nada para destacar en el primer tiempo: algunos hablan de una clara situación del Melli Negro, pero este cronista no la vio, ya que se encontraba camino a la embajada hornereana junto a “Café, café” Kaminker yendo a buscar los papeles del “ilegal” Sirvarjer.

Todo lo alcancé a ver fue a Totono Pérez pegándole duro con su “ojota” derecha, un par de cabezazos rivales que por fortuna tuvieron mala dirección, un Negro Lombraña prácticamente impasable y un “Carlitos Negro” con un ida y vuelta endemoniado, además de un Melli Diego “con mucho aire y pocas piernas”, según su propia definición.

Antes de meterme en el segundo tiempo, un párrafo aparte para el Escandinavo. No sólo es un gran cafetero, también -junto a quien escribe, claro- va camino a convertirse en uno de los plateístas más jodidos de toda la zona norte. Gritos como el de “otro volador, otro volador, otro volador…!!!” y “se fue, se fue, se fue, se fue…” (empezando quince metros antes que la pelota realmente se fuera), sorprendieron a propios y extraños y se agregaron a su ya larga lista de frases célebres. Un grande.

Ahora sí, vayamos a la acción. Si el primer tiempo había sido malo, el segundo fue peor. A pesar de la merma física de algunos rojinegros, Armenia no creaba peligro y el cero se mantenía. El plan de Loncha era seguido a la perfección, pero el gol “raro” que tanto se esperaba en un arco llegaría justo del otro lado.

Bocha cruzada para dos armenios que llegan por el segundo palo. Primer remate y tapada de Rodri. Cabezazo en el rebote y tapada de Rodri casi milagrosa en la línea. Parece que Horneros pasa el sofocón, pero el asistente hace lo que ninguno de sus colegas suele hacer: toma una decisión y corre hacia la mitad de la cancha marcando que fue gol. Una decisión equivocada, claro. Desde su posición (casi la misma que la del técnico y la platea hornereana), era imposible saber si el balón había entrado.

Desazón, incredulidad, protestas. Ese sería el 1-0 definitivo para Armenia, el broche desafortunado para una nueva derrota del equipo de Ingeniero Maschwitz. Una derrota que se dio, precisamente, en la delgada línea rojinegra, esa misma por la cual el Club de los Once parece marchar, haciendo equilibrio, tratando de no caer. A veces, se tambalea por su propia inestabilidad, pero a veces le dan un empujoncito innecesario.

Resumen del partido:

Resultado: Armenia 1 – Los Horneros 0

Formación inicial: Rodrigo Agesta; Tomás Melamed, Juan Peluffo, Fernando Lombraña, Marcos Peluffo; Federico Pérez Acquisto, Francisco Augeri, Ezequiel Rambla, Fernando Lía; Diego Lombraña y Tomás Sirvarjer. DT: Nicolás Loncharich.

Cambios: no hubo (Club de los Once)

La figura: Fernando Lombraña. El Negro jugó un gran partido, casi no tuvo fisuras y logró que no se notara la merma física de Juancho. Comandó la defensa e intentó complicar con bochazos al área rival. Además, salvo sobre el final con la calentura obvia del gol, no gastó energías en discusiones con el árbitro o los rivales.

8/9/08

Goles en arcos sin redes no son amores

Los amantes del fútbol (entre ellos, los hornereanos) lo sabemos bien: jugar en una canchita con arcos que no tienen redes no es lo mismo. Es como si los goles valieran menos y hasta no dan tantas ganas de patear si no está latente la posibilidad de inflar con un remate la preciada malla cuadriculada (o hexagonal o del diseño que sea).

Pero, además, hay algunos problemas técnicos. Muchísimos goles en la historia del fútbol mundial amateur no han sido adjudicados jamás por la falta de redes en los arcos (y otros han sido contabilizados erróneamente, por supuesto). Es que esta tremenda carencia le allana el terreno a los “chorros” y malos perdedores, a aquellos que están dispuestos a todo con tal de no salir derrotados de un campo de juego. Y por otro lado: ¿cómo saber a veces si la pelota pasó por un lado u otro del poste cuando se juega ya casi de noche y no hay reflectores…?

Después, está el hecho muy desmotivante de tener que ir a buscar la pelota lejísimos hasta cuando se ha marcado el tanto. La peor parte muchas veces se la lleva el arquero, quien no sólo sufre las puteadas de los compañeros sino que debe ir con la cabeza gacha a dar con el paradero del balón. Esto ha llevado a innumerables peleas entre los integrantes de un mismo equipo: “Andá vos”, “No, te toca a vos”, “Andá que te comiste un gol increíble, Clemente…”, etc.

Ni hablar cuando los palos son dos buzos, conos, piedras, árboles, mochilas… No, no, definitivamente no: los goles que se marcan en arcos sin redes no son amores. O quizás deba decirse que son amores “fríos”, sin tanta pasión, de esos que se olvidan fácilmente.

4/9/08

Federico Lombraña, el goleador del futuro

Todo equipo necesita recambio. Lo saben los técnicos, los dirigentes, los hinchas, el entero mundo del fútbol. Por suerte para Horneros, ese proceso de regeneración ya empezó y con la llegada de Federico Lombraña, el rojinegro ya tiene asegurados los goles que se gritarán en el futuro.

Fiel a la herencia paterna, los 3,930 kg de Federico presagian a un delantero potente, de esos que se llevan por delante a los defensores con sólo tirarles el carromato. Sería bueno que se vaya probando la “9”, seguro un número que sabrá llevar como buen hornereano de ley. Como el padre, entablará una intensa relación con la red y el gol lo acompañará adonde quiera que vaya…

Por supuesto, el pequeño Lombraña (que tendrá el alivio de no tener que lidiar con un hermano mellizo), no será el único en la delantera del Horneros del 2030. Seguro algún (¿o los dos?) Loncharich lo acompañará en la ofensiva, repitiendo así una de las duplas de ataque más memorables de la historia.

Federico, Felipe y Nachito son la avanzada hornerana. No es por meterles presión desde el vamos, pero son muchas las esperanzas que están depositadas en sus todavía pequeños piecitos. Hasta ahora son tres y no alcanza ni para un papi fútbol, pero es cuestión de tiempo para armar un nuevo Club de los Once.

2/9/08

Punto de partida

Después de una semana complicada, llegó otra vez el domingo. En el Reducto, Horneros debía demostrar que estaba entero, que su espíritu de hierro no se había roto, que las ganas por salir del pozo estaban intactas. Enfrente estaba Mapuche, invicto en el reducido por la Permanencia, una buena medida para saber si el rojinegro todavía estaba para pelear a pesar de los malos resultados.

El equipo del Profe Loncha arrancó muy bien: abandonó por fin la fría Casona y los jugadores se cambiaron al sol, sobre el sagrado césped de la mejor cancha del mundo. El Rengo Peluffo llegó poco después (a su ritmo), sanguche de milanesa en mano y cocucha en la otra y el Melli Gordo estaba ausente por fiebre, pero el plantel parecía listo para tener una buena tarde.

Horneros arrancó bien en los primeros minutos, pero el dominio no duraría demasiado. Poco a poco, Mapuche se fue adueñando del terreno, aunque tampoco generaba demasiado peligro sobre el arco que da al arroyo Escobar. Igual, Agesta tuvo que revolcarse un poco, como cuando dio rebote en un buen remate desde afuera y se tuvo que jugar las ropas para tirarla al corner ante la llegada de un rival.

El rojinegro se acercó fundamentalmente con tiros de media distancia: un zurdazo “furibundo” del Escandinavo que pasó cerca del ángulo y una “bomba” de Zequi que desactivó el lungo arquero visitante. Lo mejor: un caño sen-sa-cio-nal de Totono Pérez, mirando para un lado pero yendo hacia el otro. Bastón y galera, como siempre. En defensa, el Bufo era un titán impasable, anticipando siempre y erigiéndose en la eterna figura del equipo.

El primer tiempo terminó en cero y para el segundo la premisa era animarse un poco más e ir a buscar los tres puntos. Pero esta vez fue Mapuche quien empezó mejor y Agesta salvó las papas en un par de situaciones riesgosas, gracias a su rapidez de piernas y sus buenos reflejos.

Horneros tenía guardado todo su arsenal para los minutos finales. Allí, los rojinegros fueron un verdadero vendaval, metiendo a Mapuche contra su arco. Claro, la polémica no podía faltar. El “Carlitos Negro” metió una tremenda asistencia de cachetada para el Doc, pero cuando el Cirujano del Gol estaba presto a empujarla casi al borde del área chica lo desestabilizaron desde atrás. Claro penal, pero el árbitro eligió mirar para otro lado.

Pero eso no sería todo. Los de Loncha siguieron yendo. Franky casi lo “mata” al arquero con un zurdazo desde afuera y en la última del partido el Doc se la bajó perfecta a Totono Pérez, que con la gloria a su alcance, levantó el remate por arriba del travesaño y selló el 0-0 final en el marcador. Empate. Primer punto en el Reducto. Se empiezan a hacer las paces con la historia. Primer punto en la lucha por la Permanencia. Un punto de partida.

Resumen del partido:

Resultado: Horneros 0 – Mapuche 0

Formación inicial: Rodrigo Agesta; Marcos Peluffo, Juan Peluffo, Fernando Lombraña, Tomás Melamed; Francisco Augeri, Adrián Kaminker, Zequi Rambla, Bubu Melamed; Federico Pérez Acquisto; Emiliano Loncharich. DT: Nicolás Loncharich.

Cambios: Tomás Sirvarjer por Zequi Rambla, Fernando Lía por Adrián Kaminker.

La figura: Marcos Peluffo. Sí, señores. El Bufo la rompió y volvió a demostrar que es el jugador más regular del equipo en 2008. Anticipó siempre, yendo al piso, mordiendo, clausurando su punta para el ataque rival, especialmente en el primer tiempo. Si hubiera Gran DT intercountry, lo pongo sin dudar.