8/9/08

Goles en arcos sin redes no son amores

Los amantes del fútbol (entre ellos, los hornereanos) lo sabemos bien: jugar en una canchita con arcos que no tienen redes no es lo mismo. Es como si los goles valieran menos y hasta no dan tantas ganas de patear si no está latente la posibilidad de inflar con un remate la preciada malla cuadriculada (o hexagonal o del diseño que sea).

Pero, además, hay algunos problemas técnicos. Muchísimos goles en la historia del fútbol mundial amateur no han sido adjudicados jamás por la falta de redes en los arcos (y otros han sido contabilizados erróneamente, por supuesto). Es que esta tremenda carencia le allana el terreno a los “chorros” y malos perdedores, a aquellos que están dispuestos a todo con tal de no salir derrotados de un campo de juego. Y por otro lado: ¿cómo saber a veces si la pelota pasó por un lado u otro del poste cuando se juega ya casi de noche y no hay reflectores…?

Después, está el hecho muy desmotivante de tener que ir a buscar la pelota lejísimos hasta cuando se ha marcado el tanto. La peor parte muchas veces se la lleva el arquero, quien no sólo sufre las puteadas de los compañeros sino que debe ir con la cabeza gacha a dar con el paradero del balón. Esto ha llevado a innumerables peleas entre los integrantes de un mismo equipo: “Andá vos”, “No, te toca a vos”, “Andá que te comiste un gol increíble, Clemente…”, etc.

Ni hablar cuando los palos son dos buzos, conos, piedras, árboles, mochilas… No, no, definitivamente no: los goles que se marcan en arcos sin redes no son amores. O quizás deba decirse que son amores “fríos”, sin tanta pasión, de esos que se olvidan fácilmente.

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