27/11/17

Sí, quiero

"Prometo serte fiel en lo próspero y en lo adverso, en el triunfo y en la derrota, amarte y respetarte todos los días de mi vida. Hasta que las muerte nos separe".

¿Cuando sucedió? ¿Cómo? ¿Acaso fue un flechazo instantáneo o simplemente el sentimiento fue creciendo día a día, partido a partido, año tras año? ¿Hay alguna explicación posible? ¿Cómo mierda se entiende que uno se enamore perdidamente de una camiseta, de un equipo de fútbol? ¿Por qué uno sufre estrepitosamente cuando la derrota toca a la puerta? ¿Por qué uno se convierte en el tipo más feliz del mundo cuando llega el grito de gol, la ansiada victoria, el ascenso tan esperado?

Domingo 26 de noviembre. Horneros “F” espera por Mapuche en el Reducto, el templo sagrado de Ingeniero Maui. No es un partido más. Los Pájaros Asesinos vienen de una trascendental victoria ante Cuba Fátima y están a un paso del ascenso a la “B”. El rival de turno es Mapuche, pero más que nada las ausencias: Peter Crouch se casa en Punta del Este (justo ahora, quién lo hubiera dicho...) y la lista de invitados se lleva a Colocha Korn, Bubugol Melamed, Pusineri Augeri, Ostra Dychter y Juancho Yannone. Con 13 guerreros en sus filas, el equipo de la dupla MJ espera por Mapuche. Pero Mapuche no llega... Y no llegará nunca...

El capitán Rocha da la noticia sobre la no presentación del rival y una sensación agridulce se apodera del equipo: felicidad por tres puntos clave, amargura por no poder ganarlos adentro de la cancha, por no poder desplegar toda esa adrenalina acumulada en la semana, cada vez que uno pensaba en este partido. Algunos superan rápidamente esa sensación agriduluce y proponen ir ya mismo por unas cervezas frías. La dupla técnica, algo más pensante, decide aprovechar para ensayar un entrenamiento liviano de cara a la última fecha. El domingo que viene hay que visitar a Campo Grande, aunque el ascenso podría quedar sellado esta misma tarde si Ayres del Pilar o Miraflores no ganan sus respectivos encuentros...

El picado-práctica termina 2-0 a favor del equipo de Monas “El Grande”, que defiende un arco minúsculo y ataca hacia otro gigante. Ahora sí, es tiempo de cervezas y de “pegar el oído a la radio”. ¿Cómo va Miraflores? ¿Y Ayres? Los Pájaros Asesinos ponen a funcionar su red de contactos y llegan novedades de otras canchas: Ayres 0-0 parcial con Castores; Miraflores 1-2 y después 2-3 con Campo Grande... Los corazones se aceleran, el ascenso parece estar cerca....

Pasan dos, tres, cuatro cervezas, la ansiedad es cada vez mayor. Ya son casi las seis de la tarde, los partidos deberían estar terminando. Nuevamente, llegan novedades desde otras canchas: Ayres le ganó 1-0 a Castores en la última jugada del partido. Puta madre... ¿Y Miraflores? El informante de turno es nada más y nada menos que Facu Gurevich, joven de dudosa credibilidad por sus cercanos lazos con el equipo de Tortuguitas. Facu dice “Miraflores 3-3”, y luego “quedan 5” y luego agrega “penal” y luego suelta “gol”... Hay confusión, bronca, teorías conspirativas y hasta promesas de ir a buscar al muchacho Gurevich y someterlo a una brutal paliza (qué le hace una mancha más al tigre) en caso que todo aquello sea una maniobra falaz... Todos los ojos miran al whatsapp... Facu escribiendo... (¿salvará su pellejo, sus sutiles rasgos de baby-face?) Facu escribiendo... “Muchachos acaba de perder Miraflores 4 a 2!!!!!” El ascenso ya es una realidad.

A partir de allí, se desencadena la hecatombe, la debacle total, una seguidilla de hechos bochornosos que involucra a un eufórico grupo de Pájaros Asesinos Hambrientos de Gloria: Rocha paga lo que sea por una botella de champagne medio pelo, Pancho Yannone arranca su auto con una mochila en el techo y Peter Lanzani transforma su chata en una tribuna móvil que se llena de jugadores, botellas y alguna otra cosita más... A puro cantito, la caravana inicia un desfile loco por las calles hornereanas que sólo se interrumpe frente a la casa del Doc Loncha, cuando las gargantas -desafiando a las frías estadísticas- entonan “el goleadooor, el goleadooor, el goleadooor, el goleadooor”. La próxima parada -obligada- es el Reducto, donde algunos -los más ágiles- se suben al travesaño y agitan las banderas rojinegras. Lanzani saca de la galera un champú de primera y Pancho Oneto un Chardonnay que no tanto, pero a esa altura todo brebaje sabe a dulce elixir... El Mariscal, algo entonado ya, hace gala de su magistral pegada con un par de cambios de frente para el recuerdo (¿?) y todo termina en la casa del gran Pancho Oneto, reciente sobreviviente de una caída de la chata en movimiento que podría haber sido fatal. Siguen los cantitos y las botellas y la euforia loca. Horneros “F” ya es de la “B”, un sueño cumplido.

Como siempre, hay que seguir, hay que seguir. Y la cosa sigue con un banderazo frente a la casa de Monas. El grito de “Olé, olé, olé, oleeee, Monaaas, Monaaas” obliga al aventurado guardavallas-locutor a salir de su casa para retribuir el tributo de su gente. La noche comienza a caer y algún barbudo veterano también... Hay que dejar todo, como siempre. Y entonces él va y lo deja todo. A partir de allí, se convierte en una suerte de zombie feliz, un muerto vivo en trance ascendente hacia un paraíso mental.

¿Cuándo sucedió? ¿Cómo? Pocos amores hay que duren toda la vida; el que sentimos por la camiseta de Horneros -sin dudas- es uno de ellos. ¿Prometés amarla y respetarla todos los días de tu vida, en lo próspero y en lo adverso, en el triunfo y en la derrota, de local y de visitante, hasta que la muerte los separe? Sí, claro. Sí, quiero. Cómo no voy a querer...

Hay que seguir (festejando), hay que seguir (por el campeonato).

Resumen del partido:


Los Horneros “F” 2 – Mapuche "Azul" 0 
(partido ganado por no presentación del rival)

21/11/17

Fútbol gratis (y del bueno) en C.U.B.A.

Por Ariel "Flecha" Lerner

“Es una tarde de sol, no te lo vas a perder….”

Escucho Cuba y sólo se me viene a la cabeza esa famosa frase -no tan feliz- de Fernando “Miembro” cuando le preguntaron si estaba a favor de privatizar el fútbol y él respondió: “Si quieren fútbol gratis, que se vayan a Cuba”. A esta frase, le respondo: si querés fútbol gratis, andá a C.U.B.A., que recibe a Horneros D y, cuando estos dos equipos se cruzan, hay promesa de buen fútbol.

En la previa, los dos equipos llegan como protagonistas del torneo: el local en la cuarta posición, mientras que la visita viene tercero. Ambos habían sufrido un duro golpe la fecha pasada: mientras los anfitriones sufrieron una durísima derrota (perdieron 5 a 1 con Miraflores), los Pájaros Asesinos venían de un empate de local con sabor a derrota.

Sumado a este empate, los oriundos de Ingeniero Maui tienen algunas bajas de peso. De peso literal, como nuestro arquero Rocha Agesta y el central “Flecha” Lerner, y otras de peso simbólico, como nuestro barbudo número 5: el Ruedi Peluffo. Además de la falta de players, hay falta de DTs, ambos ausentes por viajes impostergables. Ante esta situación, le toca debutar como DT interino a Ariel Lerner, joven entusiasta con más voluntad que recursos, que tras muchos años trabajando en inferiores afronta su presentación oficial dirigiendo en Selección.

Pero es hora de hablar de lo más importante: el partido. Ambos equipos se conocen, ambos saben a qué juega el otro. Los locales son un equipo rápido, ágil, que busca jugar rápido en el medio y tirando pelotazos al vacío, aprovechando de esa manera la velocidad de sus delanteros. Los Pájaros tratan de usar sus armas de siempre: solidez en el fondo, posesión en el medio y lanzar pelotas a los cajones para aprovechar la velocidad y habilidad de nuestras puntas, Peter Lanzani por izquierda y Rabona Fernández por derecha.

Usando sus armas, tempranamente (a los 5 minutos) CUBA golpeó primero. Un pelotazo largo, un mal rechazo, un rebote poco fortuito y el punta local quedó mano a mano con el joven Monas, que nada pudo hacer. Baldazo de agua fría para nuestro sueño, pero se necesita más que un balde para matar a un Pájaro Asesino. Rápidamente responde la visita: una combinación de nuestros Peters hace que Lanzani desborde por afuera, enganche hacia adentro y haga un pase atrás para que nuestro gladiador de las alturas saque un bombazo seco desde afuera del área y la pelota viaje directo al fondo de la red, dejando al arquero mirando anonadado lo que acaba de pasar.

Lejos de conformarse, la Fusión quería más. Y de la mano del señor Korn se llevaría algo más. Pelotazo largo, el arquero duda, Lean presiona al guardameta, el arquero pifia, Lean la empuja, la pelota acaricia la red, explosión de felicidad…. Goooooool. En 25 minutos, la visita gana 2 a 1. El primer tiempo siguió su curso, con pelotazos y centros de los locales (hermosamente despejados por la dupla central Peluffo-Miranda), mientras que la visita amenazaba con pelotas paradas. Cuando la primera mitad llegaba a su fin y parecía que nada podía pasar, un nuevo desborde de Peter, un enganche, una mano…. PENAAAL. Pena máxima que, brillantemente ejecutada por el Morfet, sentencia el 3 a 1 y el final del PT (descansa Wanda).

Ya en el segundo tiempo, los Pájaros Asesinos necesitaron de pocos minutos para dar su primer susto. El mismo vino de un nuevo desborde y centro de Peter, que no pudo ser bien conectado por Peter Crouch y luego el rebote fue malogrado por el Morfet.

Luego de ese susto, el local tomó el protagonismo y empujó a los Pájaros hacia su arco. De tanto empujar, tuvieron su premio: a los 22 minutos, llegó el descuento del local llenando de dudas al debutante DT. Lejos de paralizarse, Lerner manda a otro delantero a la cancha: entra la Ostra Dychter (recuerden ese nombre que va a ser importante).

El partido seguía su curso, hasta que llegó una nueva combinación de nuestros Peters (combinación letal en la tarde de Fátima). La roba Lanzani, se la da a Crouch, éste la mete al vacío para el pique de Lanzani, quien desborda y le da una pelota servida para que la acaricie el recién ingresado delantero… GOOOOL. Vuelve a explotar el banco de suplentes. En su primera participación, el pequeño Dychter sentencia el 4 a 2, aunque esa pelota NO la empujó solo; la empujamos todos, los que soñamos, los 11 gladiadores que estaban en cancha, los del banco, los que estaban en Mendoza y los que estaban en Punta del Este. La empujó todo un equipo que quiso y gritó ese gol con alma y vida.

Luego del cuarto gol, sólo quedó tiempo para un par de centros aislados del local y para un casi gol del renacido Pusi Augeri. Finalmente, llegó el tan deseado pitazo final. El juez, apurado por irse, tomó el balón y marcó el final. Explosión de alegría, festejos y abrazos del equipo. Merecido triunfo para un equipo que viajó a Fátima con ganas de llevarse algo, un equipo que jugó un partidazo con carácter, bolas, buen fútbol y que supo levantarse del duro golpe en el arranque del partido.

Felicitaciones Horneros “F” y a pensar en la próxima final.

Hay que seguir, hay que seguir…

Resumen del partido:


CUBA Fátima 2 - Los Horneros 4


Formación inicial: Tati Abatemarco; Federico Morfet Pascual, Juan Peluffo, Joaquín Miranda, Germán Mucci; Tomás Melamed, Matías Bubu Melamed, Nicolás Colo korn, Pedro Lanzani Mucci; Alexis Fernández, Leandro Korn

Director técnico: Ariel Flecha Lerner 


Goles: Leandro Korn (2), Federico Pascual (de penal) y Pablo Dychter.

Cambios, todos en el segundo tiempo: Pablo Ostra Dychter por Tomás Melamed; Franki Pusi Augeri por Alexis Fernández; Facundo “La Grasa” Gurevich por Leandro Peter Crouch Korn.

13/11/17

Horneros en su laberinto

Cuando uno ve que Peter Crouch se pone una muñequera de tenis en el tobillo, se da cuenta al toque que la mano viene torcida. Cuando uno ve que Rocha pierde el sorteo (parece que el árbitro no servía ni para lanzar bien la moneda) y que Horneros arranca jugando de espaldas al arco que da al arroyo después de 58 partidos, no tarda en pensar que algo extraño está por suceder. Cuando uno ve que hay cambio de camiseta y después no y de vuelta sí, pero al final no, enseguida advierte un aire enrarecido. Cuando uno ve a Pancho Oneto al costado de la línea de cal, se pone feliz. Y después nuevamente se pregunta si algo raro puede llegar a suceder aquella tarde calurosa en el Reducto.

El rival de turno es San Diego, equipo que lucha por no descender. Es una final y los Pájaros Asesinos lo saben. Cada vez queda menos para el final del torneo y el margen de error se reduce. Hay hambre de victoria (eso siempre es bueno), pero también ansiedad de victoria (a veces, eso no es tan bueno). En los primeros minutos, el equipo de la dupla MJ canaliza bien la adrenalina, toma las riendas del partido y comienza a llevar peligro al arco visitante, pero luego todo empieza a diluirse, a enrarecerse...

Los pibitos de San Diego que prenden la radio y no paran de hablar; Horneros que hace mal un lateral y Ari pega un patadón que lo hace acreedor de su quinta amarilla; los pibitos de San Diego que prenden el simulador y no paran de tirarse; Horneros que se engancha en la gilada y pierde el foco y erra pases y deja de jugar; los pibitos de San Diego que se agrandan; los Pájaros Asesinos se ponen cada vez más fastidiosos... Pocas situaciones, poco fútbol. El partido se juega más en la cabeza que en la cancha y así se va el primer tiempo.

Metido en un laberinto y con 45 minutos para encontrar la salida; así está Horneros en esta extraña tarde en el Reducto. ¿Lo metió el rival? ¿Se metió solo? Quizás San Diego haya colaborado, pero los Pájaros Asesinos parecen haberse metido allí por propia cuenta. Es su laberinto y, aunque aquellos pasillos le resulten familiares, no resultará fácil resolver el enigma y encontrar el camino a la victoria. Los laberintos propios suelen ser los más complejos: conocemos las paredes, los callejones muertos, cada uno de los giros... Creemos conocer la salida y nos confiamos, nos olvidamos que nuestro laberinto siempre está mutando, cambiando a cada minuto que pasa.

Todo parece seguir igual en el segundo tiempo: Horneros nervioso, San Diego en su salsa. Las interrupciones se repiten una y otra vez, se juega poco y nada, y el reloj pesa cada vez más sobre el equipo de la dupla MJ. Los visitantes juegan a sacar de quicio a los locales y hasta el árbitro, impresentable, parece disfrutarlo... Con el ingreso de Peter Crouch, Horneros busca ganar potencia ofensiva. Con juego o sin juego, hay que buscar el triunfo como sea; si no es con toque y asociaciones, que sea con bochazo largo y cabezazo. Pero nada parece funcionar...

El árbitro adiciona 6 minutos y Horneros ensaya la última arremetida. Casi hay victoria agónica cuando Joaco cabecea y un defensor la saca sobre la línea. Casi hay victoria agónica, pero Peter Crouch no puede aprovechar un peligroso tiro libre a centímetros del área... Casi hay victoria agónica, pero no... Hay empate. Hay un doloroso 0-0, una inesperada igualdad para los Pájaros Asesinos, que se quedan masticando bronca e impotencia.

A la noche, como siempre, Pusineri elabora su servilleta mágica. No hay tiempo para lamentos. El ascenso sigue ahí, al alcance de la mano, depende enteramente de los Pájaros Asesinos y Hambrientos de Gloria. Hay que cambiar el chip y pensar en lo que viene. El domingo (¿o el lunes?) hay una finalísima del mundo mundial, toda una semana para enfocarse en el duelo crucial contra Cuba. Un nuevo desafío, una oportunidad de volver a demostrar la fuerza de este grupo, la voluntad inquebrantable de siempre ir por más. Es ahora. Es tiempo de hacer historia, tiempo de héroes y epopeyas. Ya lo decía Leopoldo Marechal: “De los laberintos, se sale por arriba”.

Hay que seguir, hay que seguir.

Resumen del partido:


Los Horneros “F” 0 – San Diego 0

Formación inicial: Rocha; Joaco Miranda, Juancho, Ari, Germi; Rueda, Bubu; Pedro, Alexis, Tomi Mela; Ostra Dychter.

Goles: No hubo.

Cambios, todos en el ST: Lean por Tomi Mela; Fede Pascual por Alexis; Facu por Ostra.

7/11/17

El clásico

Domingo 5 de noviembre. Toda la expectativa puesta en un partido. Los clásicos rivales vuelven a enfrentarse y nadie se lo quiere perder. Los que compraron el pack fútbol, los que no, los que van a la cancha. Los nervios se hacen sentir desde temprano. Es una jornada maravillosa para la práctica del fútbol, el deporte más hermoso del mundo. Y los archirrivales vuelven a chocar, como siempre, como toda la vida. Lo único que cabe es la victoria, eso ambos lo saben bien. No importa cómo lleguen al partido; uno abajo, el otro arriba, es lo mismo. Es el clásico de todos los clásicos y, además de los tres puntos, está en juego el honor. Es el partido que todos quieren jugar. Según la revista France Football, el clásico que hay que ver antes de morir. Horneros vs. Maschwitz, todo dicho.

Encaramados en la parte alta de la tabla, los Pájaros Asesinos llegan entonados al duelo contra su archirrival. Sin embargo, al arribar a las instalaciones del Maschwitz Club, una primera duda los asalta: Cancha 1 o Cancha 2. Una tiene el pasto más alto, la otra parece más grande (bah, ambas parecen enormes para aquellos acostumbrados a jugar en el Reducto), y los muchachos de la dupla MJ temen caer en una trampa, una de esas típicas maniobras ventajeras que suelen usarse en estas ocasiones. Rochagesta, el mánager-capitán-arquero-goleador, chequea rápidamente en su dispositivo móvil y sentencia: Cancha 2. Qué haríamos sin él...

Cancha 1 o Cancha 2, la cosa no arranca nada sencilla para el rojinegro (esta vez, de vuelta albinegro). Más allá de su lugar en la tabla, el local impone condiciones desde el principio, moviendo la pelota de un lado hacia el otro. Horneros “F” se mece al ritmo que le impone el rival, siempre en busca de una pelota que pocas veces consigue. Los movimientos defensivos no están del todo aceitados y Maschwitz encuentra espacios donde sus jugadores reciben libres de marcas. El local aprieta y las situaciones de peligro no tardan en llegar sobre la valla del equipo de la dupla MJ. La solvencia del Chilavert hornereano y la propia impericia de los delanteros locales (con ataques de altura al mejor estilo Peter Crouch) hacen que el cero no se mueva.

Los Pájaros Asesinos muestran poco y nada. Un buen desborde de Pedrito que ni Bubu ni Rueda pueden finalizar, un gol anulado a Colocha tras una mano gigante del barbudo veterano (aunque el árbitro sólo cobró orsai) y poco más. La pelota no les llega clara a los de arriba. Encima, la tarde calurosa y un malestar previo dejan nocaut a Bubu “Tobillo Mágico” Melamed, quien -mareado y extenuado- debe abandonar la cancha para dejarle su lugar a Morfet Pascual. Con poco juego y cierta desorientación defensiva, parece todo un logro que Horneros “F” se vaya al descanso con un empate sin goles.

Urgidos por cambiar el rumbo, los Pájaros Asesinos Hambrientos de Gloria saben que tienen que hacer mucho más si quieren conseguir una victoria indispensable. La dupla MJ dispone el ingreso de Peter Crouch, el hombre que vive en las alturas y que pronto contraerá matrimonio. Sin embargo, la tónica del partido no cambia demasiado: el local domina y Horneros “F” hace lo que puede. Sin circuitos fluidos para generar peligro, todo se limita a bochazos largos en busca de la cabeza de Crouch o directamente a la espalda del “3” para aprovechar la velocidad del otro Peter, Lanzani.

Maschwitz sigue teniendo las riendas del partido, aunque le cuesta vulnerar a la férrea última línea hornereana. Finalmente, un intento individual del “11” termina con el delantero local cayendo dentro del área (¿es foul o lo busca él?, ¿es adentro o afuera?). El árbitro no duda y cobra penal, y las plegarias internas arrancan al instante. En el arco está Rocha, robusto e intimidante como siempre. No es fácil enfrentar al Chilavert de La Pista y Caseros; por eso, no llama la atención que aquel balón levante vuelo y se vaya por arriba -muy por arriba- del travesaño. Horneros sigue con vida... Grave error, no rematar a los Pájaros Asesinos cuando se tiene la oportunidad de hacerlo...

Sin luces, pero con la convicción inalterable de cada domingo, Horneros “F” sigue peleando el partido. Ansía la victoria, necesita los tres puntos para seguir subiendo y soñando. Y lo tiene a Joaco Miranda, gladiador incansable que lucha y juega cada pelota como si fuese la última. Y lo tiene a Pedro “El Grande” (basta de Pedrito), que siempre va para adelante, que siempre tiene una marcha más para llegar al fondo y tirar un centro punzante. Y lo tiene a Peter Crouch, el hombre que vive en las alturas, el gigante del área, que arremete como una fiera y esta vez no la manda a volar sino a guardar. Y los tiene a todos, a los de adentro y a los de afuera, incluso a los que no están o no pueden estar allí en ese momento, a los que dibujan servilletas cada domingo, felices por el 1-0 que se estampa en la red del arco opuesto al río, allá en la Cancha 2 del Maschwitz Club, el rival de toda la vida.

El local gasta los últimos cartuchos, pero el partido se va. Los Pájaros Asesinos se quedan con el clásico y mucho más: se llevan tres puntos de oro que los mantienen en la lucha por el ascenso. Saben que hay mucho por mejorar, que no fue la mejor tarde, que salieron airosos de una dura pelea... La ilusión está intacta. El domingo que viene hay otra final y ahora hay que apuntar todos los cañones ahí.

Hay que seguir, hay que seguir.

Resumen del partido:

Maschwitz Club 0 - Los Horneros “F” 1

Formación inicial: Rocha; Joaco Miranda, Juancho, Ari, Germi; Rueda, Colocha; Bubu, Pedro, Alexis; Ostra Dychter.

Goles: Lean (1-0).

Cambios: PT: Fede Pascual por Bubu. ST: Lean por Ostra; Tomi Mela por Alexis; Monas por Rueda.

31/10/17

El Moro, Hachabrava y la mítica servilleta

Hay moros en la costa y vienen de lejos, pasando Mariano Acosta. Pero no importa, porque los Pájaros Asesinos tienen a Ostra, que viene de una fiesta demoledora de la hostia, tomando litros de agua posta, buscando un gol a toda costa...

Nuevo domingo de fútbol en el Reducto y en frente está El Moro, el rival más lejano, el equipo de otra galaxia. Horneros “F” llega con muchas ganas y también con muchos jugadores: un numeroso plantel de ¡17! guerreros que obliga a la dupla MJ a hablar de la posibilidad de citar para los próximos encuentros. Pero ahora es el turno de los moros y los Pájaros Asesinos saben que es tiempo de conquistas, que los tres puntos deben quedar en casa como sea.


El rojinegro (esta vez sí rojinegro) sale a la cancha decidido a mostrar sus credenciales. El Moro rápidamente se da cuenta que está en el Reducto, en el templo sagrado de Ingeniero Maui, a miles de kilómetros de su casa, desprotegido, solo, indefenso. Ni hablar cuando, a los cinco minutos de juego, Bubu “Hachabrava” Krupoviesa ajusticia al hábil “10” visitante (¿lo mandaron los técnicos en un ataque de bilardismo?). Le da en el tobillo y lo deja maltrecho, al punto que el mejor jugador moroso amaga con no seguir disputando el encuentro. Finalmente, vuelve al campo, pero ya no será el mismo. (¿Acaso “Hachabrava” descargó su ira por tantas patadas recibidas por sus propios compañeros, precisamente en el tobillo? ¿Habrá sido un caso de “patadón proyectado”? El “10” nunca se imaginará de dónde vino tal furia... Un interesante caso para el psicoanálisis, pero aquí no tenemos tiempo ni espacio para profundizar en esas disquisiciones.)

Los que sí tienen tiempo y espacio son los Pájaros Asesinos, que hacen posesión de pelota y dominan el encuentro. A veces se apuran y fallan, es cierto. Pero cuando hay paciencia, la bola circula fluida y las situaciones de peligro no tardan en llegar. El tandem Hachabrava-Lanzani, con Peter inspiradísimo, parece funcionar a la perfección, generando desequilibrio por la derecha. Horneros “F” distrae por la izquierda y termina en el otro costado. Así llega el primer gol del partido: un pelotazo cruzado encuentra a Pedrito a espaldas de los centrales rivales, éste tira el centro atrás y Ostra, demoledor, la manda a guardar. Tranquilidad para el equipo de la dupla MJ, que empieza a desandar el camino de la victoria.

El Moro genera poco y nada; Rocha no sufre revolcones y se limita a generar salida clara desde el fondo. El rojinegro domina pero sin la claridad y la precisión necesaria en los últimos metros como para aumentar el marcador. Así se va la primera parte, con un local ansioso y un visitante inerte, incapaz de provocar peligro.

Con El Moro obligado a arriesgar un poco más, el segundo tiempo amenaza con ser más movido, pero hay algo que se mantiene: Lanzani sigue haciendo lo que quiere. Un nuevo desequilibrio de Peter por la derecha termina con un preciso centro pasado que encuentra a otro Peter... Sí, es el ingresado Peter Crouch, que cabecea de arremetida y, tras tomar el rebote del arquero, empuja el balón al fondo de la red para establecer el 2-0.

Los Pájaros Asesinos parecen tener todo resuelto, pero siguen buscando el arco de enfrente. La dupla MJ echa mano al nutrido banco hornereano y las situaciones de peligro arrecian sobre la valla visitante. Pancho Yannone desperdicia un par de situaciones clarísimas y Peter Crouch vuelve a dejar en evidencia su amor por las alturas cuando manda un balón a la estratósfera o a la quinta de al lado o vaya uno a saber. El que vuelve a demostrar su eficacia es nada más y nada menos que Rochagesta, quien nuevamente sentencia desde los doce pasos para establecer el 3-0 definitivo (tercer gol consecutivo de penal del Chilavert de La Pista y Caseros, todo un récord).

El partido deja algunos otros datos interesantes, como la segunda amarilla (injusta) al Mariscal Peluffo en todo el campeonato y el segundo partido consecutivo con la valla invicta, algo que no sucedía desde el Clausura '95. Pero, sobre todo, deja tres puntos de oro para un equipo que se acomoda en lo más alto y que mantiene su ilusión bien encendida. Un equipo que sabe lo que quiere, que tiene un hambre de gloria inconmensurable, que sueña hasta en servilletas de papel...

Hay que seguir, hay que seguir.

Resumen del partido:

Los Horneros “F” 3 – El Moro 0

Formación inicial: Rocha; Bubu, Juancho, Ari, Joaco; Rueda, Colocha; Pedro, Tomi Mela, Alexis; Ostra Dychter.

Goles: Ostra (1-0), Lean (2-0) y Rocha (3-0, de penal).

Cambios, todos en el ST: Lean por Ostra; Fede Pascual por Tomi Mela; Germi por Rueda; Pancho por Alexis; Facu por Colocha.

18/10/17

Puntos suspensivos, tres puntos



Eso, sólo eso hubo después de la dura derrota (2-3) de local ante Náutico Escobar. Puntos suspensivos. Silencio. Introspección. Rearmado mental. Puntos suspensivos. Palabras ausentes. Cero explicaciones. Blog vacío. Los tres puntos no habían quedado en casa y la ilusión -por un momento- parecía quedar, justamente, suspendida. La ilusión herida, cortajeada, sangrante pero viva, siempre viva. La ilusión suspendida, jamás muerta. La ilusión, esa chispa poderosa encendida en los corazones de los Pájaros Asesinos, capaz de generar un incendio de piernas camino a la gloria. Había que pasar de los puntos suspensivos a los tres puntos (nada se pierde, todo se transforma).

Enfrente estaba Alamos-Troncos, la oportunidad de volver al triunfo y a la parte de arriba de la tabla. A Gambeta Alexis se le adelantaba una conexión y llegaba a tiempo para el partido, Tomi Román Melamed viajaba sin escalas desde Mardel y también estaba para jugar, Peter Crouch y el joven Colocha terminaban su gira europeo-sudamericana (la despedida más larga del mundo) y se sumaban nuevamente al plantel. No hay dudas: cuando todos los caminos conducen a una cancha de fútbol, lo más probable es que se arribe a la victoria.

Los Pájaros Asesinos salieron a jugar con la determinación de ganar, tratando de imponer condiciones desde el primer minuto. Con Bubu Ibarra y Morfet de laterales, Alexis y Peter Lanzani como extremos, y Ostra Dychter metido entre los dos centrales, la consigna era ir por afuera y aprovechar las flaquezas defensivas del local. Sin embargo, los circuitos de juego no parecían estar plenamente aceitados y al equipo de la dupla MJ le costaba generar real peligro sobre el arco contrario. Faltaba el último pase, la serenidad para tomar la mejor decisión. Lo tuvo Peter, pero la volea le salió algo mordida y le dio tiempo al buen arquero local para que pudiera contener su remate.

Alamos-Troncos generaba poco y nada, limitándose a tirarle bochazos largos al corpulento y difícil número 11. Dependían de lo que pudiera hacer su hábil número 10 y de algún error de Horneros “F” que pudieran llegar a aprovechar. Los minutos pasaban casi sin situaciones de peligro frente a los arcos, hasta que Gambeta Alexis desbordó por la izquierda, se metió en el área y cuando enganchó hacia el centro fue derribado por un defensor local. Penal. Rocha -que venía de convertir desde los doce pasos- volvió a hacerse cargo del asunto y, con gran categoría, abrió su pie derecho para poner el 1-0 en el marcador. El primer tiempo no dejó mucho más y el equipo de la dupla MJ se fue al descanso con la victoria parcial.

En el complemento, las cosas no cambiaron demasiado. Obligado a arriesgar un poco más, el local empezó a dejar más espacios atrás y el albinegro le agregó situaciones de gol a su dominio en el juego. Encima, a los pocos minutos entraron a la cancha Julián y Lean, hambrientos de gol, dispuestos a hacerse una panzada con la débil defensa local. Antes, ya había avisado Alexis, quien tras un pase magistral de Colocha había quedado mano a mano con el arquero pero no había podido convertir. Luego fue el turno de Bubu Ibarra, elevándose y metiendo un cabezazo endemoniado con destino de red tras una gran pegada de Morfet. Rueda gritó “golazo” y el arquero local lo desmintió con una volada espectacular que mandó la pelota al córner. El segundo estaba al caer...

Y cayó nomás. Peter Crouch bajó magistralmente un largo pelotazo desde el fondo y Julián emprendió una carrera solitaria rumbo al arco rival. Cuando quedó frente a frente con el “1”, no dudó: remate fuerte al primer palo y a cobrar. El 2-0 casi que sentenciaba el partido. Y aquello quedaría en “casi” solamente porque Horneros “F” dilapidaría varias chances más de ahí en adelante, incluyendo una excelente definición de Julián dudosamente anulada por el árbitro y una no tan excelente definición de Peter Crouch, seguramente sufriendo todavía alguna secuela del “jet lag” tras su gira intercontinental (¿?).

En los minutos finales, con el ingreso de Germán y Facu, la sangre joven hornereana le puso piernas frescas al cierre del partido. Y hubo algún sustito, pero nada más (fenomenal Germi metiendo la cabeza cuando Rocha ya estaba vencido). El duelo se cerró con el 2-0 (valla invicta después de 58 partidos oficiales) y los Pájaros Asesinos volvieron a los festejos acostumbrados, a esa placentera sensación del deber cumplido. Los puntos suspensivos ya habían quedado atrás, los tres puntos ya estaban el bolsillo.

Como siempre, la ilusión está en marcha. Hay que seguir, hay que seguir.

Resumen del partido:

Alamos-Troncos 0 – Los Horneros “F” 2

Formación inicial: Rocha; Bubu, Juancho, Ari, Fede Pascual; Rueda, Colocha; Pedro, Tomi Mela, Alexis; Ostra Dychter.

Goles: Rocha (1-0, de penal) y Julián (2-0).

Cambios, todos en el ST: Julián por Tomi Mela; Lean por Ostra Dychter; Germán por Fede Pascual; Facu por Alexis.

27/9/17

Sueños de fútbol

Lo soñé el martes anterior al partido con Miraflores. Es decir, lo soñé despierto. Viajaba en el 184 de regreso a mi casa después de un día de mierda en el laburo y decidí hacer lo de siempre en esas ocasiones: zambullirme en el mundo mágico de Horneros, ese universo fantástico que me rescata de las peores pesadillas. Me puse a soñar, entonces, en aquel duelo que se avecinaba contra Miraflores. El partido estaba 1-1 y se jugaba el cuarto minuto de descuento. Los Pájaros Asesinos inundaban el área rival a la espera de una pelota parada, seguramente la última de aquel encuentro crucial. El centro quedaba algo corto (esta vez, no era tan de la muerte), lo que me obligaba a retroceder en busca del balón. Cuando la pelota llegaba hasta mí, la paraba con el pecho, la elevaba hacia los cielos y ensayaba una cabriola loca, un chilenazo de novela que impulsaba el esférico en un viaje meteórico hasta clavarse en el ángulo de la valla local. Golazo interestelar. Sueño cumplido. Grito eufórico, sacado. Besos a la camiseta, arrodillado en el césped, al borde de las lágrimas. Victoria inolvidable.

El domingo, nada de eso sucedió. Horneros "F" arrancó ganando, pero luego se desmoronó y, aunque peleó con uñas y dientes hasta el final, terminó cayendo por 4-2. No hubo chilenazo interestelar, ni siquiera algún mugroso gol de chiripa tomando un rebote en el área chica (qué iluso..., debo llevar algo así como 835 días sin marcar un gol oficial). No hubo sueño cumplido ni lágrimas ni besos a la camiseta, aunque cada día la quiera más. Fue derrota y amargura y lamento por los puntos y la punta perdida.

Nunca voy a dejar de soñar. Nunca voy a dejar de imaginar goles imposibles, tardes gloriosas, triunfos memorables, gestas épicas, campeonatos para la historia... Nunca voy a dejar de soñar con Horneros. Porque cuando te ponés la camiseta rojinegra (o albinegra también ahora) y la transpirás, un sentimiento único se te mete por los poros y ya no sos el mismo. Y aquel sudor-pasión se te mete en la sangre y tus pulsaciones aumentan y tu corazón ya tiene nuevos motivos para latir. Nunca voy a dejar de soñar. Nunca dejemos de soñar. Hay que seguir, hay que seguir...

Resumen del partido:


Miraflores 4 - Horneros “F” 2

Formación inicial: Rocha; Fede Pascual, Juancho, Ari, Franky; Pedro, Bubu, Rueda, Alexis; Tomi Mela; Julián.

Goles: Julián (1-0) y Lean Korn (2-3).

Cambios, todos en el ST: Colocha por Franky; Lean Korn por Julián; Tati por Fede Pascual; Samurai Dychter por Tomi Mela.

19/9/17

La esquila de la vicuña, la caza de Los Castores

Jueves 14 de septiembre de 2017, cinco de la mañana. En El Cóndor, un remoto pueblo de la Puna jujeña, decenas de lugareños enfilan hacia los cerros para realizar el tradicional “Chaku”, una técnica ancestral de esquila de vicuñas silvestres. A lo largo de las próximas horas, 12 grupos de nueve personas cada uno conforman una enorme red humana buscando acorralar a la mayor cantidad posible de animales. Son más de un centenar de jujeños que desafían el intenso frío de la mañana y que avanzan al mismo tiempo, tratando de no dejar espacios para que ninguna vicuña logre filtrarse a través de aquella malla imaginaria. La coordinación y el trabajo en equipo de toda la comunidad son fundamentales; si algunos avanzan antes u otros se demoran y quedan relegados, pueden dejar huecos que los camélidos sabrán aprovechar. Tras denodados esfuerzos, la jornada culmina con 40 vicuñas esquiladas y varias bolsas que acumulan su valiosa lana, recurso que será de gran ayuda para la supervivencia de los habitantes de aquel pueblito de la Puna.

Domingo 17 de septiembre de 2017, tres y media de la tarde. En Ingeniero Maui, una pujante localidad de la provincia de Buenos Aires, once pájaros asesinos aguardan sobre el verde césped del Reducto para el comienzo de su ritual sagrado: la caza de Los Castores, esquivos roedores semiacuáticos que habitan en Nordelta. A lo largo de los próximos 90 minutos, el equipo de la dupla MJ buscará acorralar a estos animales de enormes dientes y peligrosas mañas, toda una amenaza. Son más de once; son quince, dieciséis guerreros albinegros dispuestos a morder en todos los sectores de la cancha, a no dejar espacios para que castor alguno se filtre rumbo a la valla de Rocha, el mítico mánager-capitán-arquero-tesorero. El trabajo en equipo es fundamental; si alguna pieza se moviera en forma aislada, la ansiada victoria podría peligrar. La sangre hierve, las pulsaciones aumentan. El árbitro está a punto de dar el silbatazo inicial y en la cabeza de los once, de los quince e incluso de algunos que no están allí, hay una sola idea fija: ganar.

Desde el comienzo del partido, Horneros Fusión impone condiciones y deja en claro que dará todo por conseguir su tercera victoria en fila. Al minuto de juego, tras un preciso bochazo cruzado, Alexis Gambeta la baja de cabeza y Julián “El Implacable” esta vez no lo es tanto por culpa del travesaño, que le niega aquel gol tempranero. Firmes en la marca y con algunas buenas combinaciones en ataque, los “Pájaros Asesinos” no detienen su marcha y continúan generado situaciones frente al arco contrario, aunque con escasa puntería. Sin Franky “Pusineri” Augeri para tirar sus “centros de la muerte”, Morfet se dedica a lanzar “centros de la vida”; sin Peter Lanzani para desequilibrar en el uno a uno, Tomi “Román” Melamed se pone el traje de enganche y reparte pases con maestría. Finalmente, tras un nuevo centro cruzado, “El Implacable” sufre una dura falta en el área y el árbitro, sin dudar, sanciona el penal. Rocha sondea la situación, pero Julián parece decidido y así lo demuestra al ejecutar la pena máxima: 1-0 para el local.

Tras el gol, el rendimiento del equipo de la dupla MJ sufre una leve merma. Abundan los pelotazos largos y el espigado número “2” rechaza una y otra vez, manteniendo el balón lejos de su “castorera”. El visitante se anima e incluso se vuelca al ataque, apoyándose en la habilidad de algunos de sus ejemplares más escurridizos y en una fórmula bastante simple: bochazo largo al número “9”, hábil para aguantarla y girar. Es nada menos que “Martillo” Lerner quien debe bailar con el castor más feo, configurando un verdadero duelo de titanes. Y llega el primer aviso: un remate alto, cruzado y con mucho efecto que Rocha resuelve magistralmente con mano cambiada, arañando el esférico y mandándolo al córner. Y llega el empate: tras un par de rebotes y otros tantos jueguitos en el área, el “9” visitante saca un disparo certero que se mete justo contra el palo de un Agesta que nada puede hacer más que mirar. El gol le aplica un duro golpe a Horneros Fusión y el 1-1 no se mueve hasta el final de la etapa inicial.

Los “Pájaros Asesinos” salen renovados en el segundo tiempo, decididos a lograr una nueva ventaja para llevarse la victoria que los mantenga en lo más alto del torneo. Hay mucho ímpetu en el equipo de Ingeniero Maui, pero por momentos falta claridad. Desesperados por conseguir el triunfo, la ansiedad comienza a jugarle una mala pasada a los locales, sensación que se acrecienta cuando Los Castores se quedan con diez por la expulsión de uno de sus centrales tras una mano alevosa. Con superioridad numérica, Horneros Fusión siente que los tres puntos no se pueden escapar, pero al equipo de la dupla MJ le cuesta encontrar los caminos al gol. Mientras tanto, hasta los que están afuera colaboran en lo que pueden: Peter Crouch le ofrece Gatorei y agua a todo el que le pasa cerca, y el Samurai Dychter le pone protector solar al tatuaje de Colocha. Maternales, los muchachos no descuidan detalle alguno.

Los técnicos meten mano, buscando tener más “punch” arriba: Crouch ingresa por Tomi "Román" Melamed y, minutos más tarde, Pancho Yannone reemplaza a Bubu Fabregas, algo tocado en su tobillo mágico. Los cambios surten efecto. Tras un buen centro pasado del joven Pancho, el Zlatan hornereano hace de las suyas en la altura y le baja al balón a Julián, que nuevamente resulta implacable: doblete personal y 2-1 para los locales.

El conjunto visitante se desmorona. La “castorera” se desarma, arrastrada por ese río turbulento formado por once guerreros albinegros sedientos de gloria. Llega una nueva expulsión por una tremenda patada de atrás del castor número “9” contra el ingresado Dagoberto (otrora Monas, “El Grande”) y también cae otro gol de los “Pájaros Asesinos”, a manos de una dupla ofensiva letal: tras un rechazo-asistencia de Dagoberto, Julián devuelve gentilezas y asiste a Peter Crouch, que empuja el balón a la red en total soledad y decreta el 3-1. 

El partido está liquidado, pero aún hay tiempo para más: el Samurai Dychter reemplaza a Julián, el Zlatan hornereano se trenza en las alturas con el espigado número “2” y la locura castora culmina con dos nuevas expulsiones. El árbitro decide terminar el partido antes de tiempo, temeroso de su bienestar psico-físico, y Horneros Fusión repite lo de las dos primeras fechas: abrazos y más abrazos por otros tres puntos adentro y la punta en soledad. Hay que seguir, hay que seguir...

Resumen del partido:

Horneros “F” 3 – Los Castores 1

Formación inicial: Rocha; Fede Pascual, Juancho, Ari, Joaco Miranda; Bubu, Rueda, Colocha, Alexis; Tomi Mela; Julián.

Goles: Julián (1-0), Julián (2-0) y Lean Korn (3-1).

Cambios, todos en el ST: Lean por Tomi Mela; Pancho por Bubu; Tati por Colocha; Samurai Dychter por Julián.

4/9/17

Un equipo gigante en una cancha lilliputiense

El ruido incesante de las gotas interrumpe tu sueño. Apenas abrís un ojo, un pensamiento se instala como un relámpago en tu cabeza: hoy tenemos una final. Más que un pensamiento es una sensación, un hormigueo que se instala en el estómago, ese cosquilleo que nunca hay que dejar de sentir, que te demuestra que tu pasión sigue viva. El sonido de la lluvia es cada vez más fuerte y continuo sobre el techo de tu casa y vos solamente te preguntás una cosa: ¿se jugará o no se jugará? Que se juegue, por favor, que se juegue... Ya no podés volver a dormir. Afuera se desata la tormenta y adentro tuyo hay otra, aún más fuerte, implorando entrar a la cancha para defender tu camiseta. Hoy tenemos una final y hay que ganarla como sea. Y la lluvia no para y entonces ya lo sabés: hoy habrá mística, hoy será uno de esos días que se recuerdan por años, hoy es el tiempo de una nueva epopeya.

Así, con el fuego interno bien encendido, Horneros F llegaba entonado al duelo con Pueyrredón, el último campeón. Luego de la victoria en la primera fecha ante Ayres del Pilar, los “Pájaros Asesinos” tenían la oportunidad de revalidar lo hecho y pegar un nuevo zarpazo en su lucha por el ascenso. Enfrente había un duro rival y el equipo de la dupla MJ sufría por algunas bajas importantes. La principal duda estaba en el arco: con Agesta de gira, Joaco lesionado y Pancho secuestrado en un asado familiar, había que recurrir al cuarto arquero. Y entonces la responsabilidad recaía en Monas, el hombre de manos chicas pero corazón gigante. Monas “El Grande”, el gigante de Hurlingham, el incansable trotamundos del ascenso que le escapa al retiro y que siempre está dispuesto a dar una mano (o las dos).

Con Monas en el arco, el ingreso del Colo y los regresos del capitán Bubu y de Morfet en la mitad de la cancha y de Julián “El Implacable” en la delantera, el rojinegro (nuevamente albinegro) saltaba al campo de juego de Pueyrredón, una cancha pequeñísima y llena de peligros. Había cables de alta tensión arriba, una calle de asfalto a escasos centímetros de la línea de cal y un arco más bajo de lo normal. Por momentos, daba la sensación de encontrarnos en Lilliput, aquella extraña nación de los viajes de Gulliver, que poseía escasas dimensiones y estaba habitada por gente diminuta. Había que pisar fuerte en aquella cancha lilliputiense y eso Horneros F lo tenía muy claro.

El partido comenzó tal como se esperaba: áspero, trabado, lleno de fricciones y con pocos espacios para desarrollar juego. El equipo de la dupla MJ estaba agazapdo, metiendo en todos los sectores de la cancha, listo para atacar a su presa en el momento adecuado. De repente, Morfet olió sangre y se lanzó cual predador feroz a presionar sobre la defensa rival. La presión surtió efecto, Pascual recuperó y asistió rápido a Julián, otro animal hambriento que aguardaba en el borde del área. “El Implacable” no falló y su remate cruzado comió red, poniendo el 1-0 en el marcador.

Pero los “Pájaros Asesinos” querían más. Como en una película de Hitchcock, se multiplicaban por todos los sectores de la cancha, picoteando piernas y pelota, con una furia inagotable. Los albinegros incluso disputaban entre sí: luego de discutir con Morfet por un tiro libre sobre el costado, Franky “Pusineri” Augeri mandó uno de sus habituales centros de la muerte y, tras un rebote, apareció Joaco Miranda para empujar el balón a la red. El optimista del gol lo hacía de nuevo (¿o lo hacía por primera vez?) y establecía el 2-0 ante el último campeón.

Golpeado, el local salió con todo a recortar distancias y empezó a empujar contra el arco del hasta entonces tranquilo Monas. No eran intentos claros, pero las dimensiones de la cancha hacían que cada bochazo o pelota parada llevara cierto peligro a la valla contraria. Monas estuvo rápido de reflejos para tapar con el pie un remate en el primer palo y, minutos más tarde, el peligroso centrodelantero de Pueyrredón malogró una inmejorable chance al fallar una tijera en el borde del área chica. Parecía que el primer tiempo terminaría con el 2-0 a favor de la visita, pero sobre la hora el árbitro cobró penal por una mano de Morfet. Había mucha sensación de “hoy te convertís en héroe”, pero Monas fue para un lado y la pelota para el otro. El local encontraba el descuento con un gol psicológico en la última jugada de la etapa inicial.

El segundo tiempo empezó de la misma manera que había terminado el primero. Pueyrredón presionaba y metía constantemente la pelota en el área rival y Horneros Fusión resistía con uñas y dientes (y garras y picos) los incesantes embates del local. La figura de Monas comenzaba a hacerse cada vez más grande. Tapando con los pies y con las manos, el arquero se iba convirtiendo en una verdadero gigante; era Gulliver, acostado frente al pequeño arco de la cancha de Lilliput, una muralla humana que impedía cualquier filtración. Una sola pelota logró evitar aquel muro de carne y hueso, pero entonces apareció Carlos Salvador Augeri y despejó en la línea lo que pudo haber sido el empate.

Mientras tanto, la dupla MJ mandaba a la cancha a otros dos gigantes: Peter Crouch y el Samurai Dychter. Precisamente asistido por el Samurai, el Zlatan hornereano estuvo a punto de liquidar el partido con un cabezazo, pero el largo arquero local se estiró todo lo que pudo y evitó una nueva caída de su valla. Los cinco minutos que adicionó el árbitro se hicieron eternos. Hubo nuevos embates áereos, pero como durante los 90 minutos anteriores, la defensa albinegra devolvía todo lo que le tiraban. Ari Flecha, otro gigante, sumaba chichones y más chichones a su cabeza, una máquina de despejar balones.

Y llegó el final. Y los “Pájaros Asesinos” se fundieron en un abrazo. El último campeón había caído derrotado en su propia casa a manos de un equipo de gigantes hambrientos. Algunas gotas aún caían sobre aquel césped lilliputiense, pero afuera ya no había tormenta. La única tormenta allí la había desatado Horneros F, con piernas como relámpagos y actitud atronadora. Había pasado una final, se había consumando una nueva epopeya. Aún se necesitan más... Habrá que prepararse para nuevas batallas.

Resumen del partido:

Pueyrredón 1 - Horneros "F" 2

Formación inicial: Tati Monas; Joaco Miranda, Juancho, Ari Flecha, Fran; Rueda, Colo, Bubu (capitán) Fede Pascual; Pedrito; Julián.

Goles: Julián (1-0); Joaco Miranda (2-0)

Cambios, todos en el ST: Lean por Morfet; Pablo Dychter por Julián.

22/8/17

Peter Crouch en el País de Nunca Jamás

Si Peter Pan es aquel niño que nunca crece y tiene el don de volar, Peter Crouch es aquel goleador que creció demasiado y directamente vive en las alturas. No parece antojadizo, entonces, que el espigado jugador hornereano haya elegido el Día del Niño para su regreso oficial al verde césped del Reducto, ese País de Nunca Jamás para los rivales de turno que se atreven a pisar el suelo sagrado de Ingeniero Maui. Porque -aunque ustedes no lo crean- Peter Crouch, también conocido como Leando Korn, es un niño de 2 metros. Un bicho raro, un extraño fenómeno de la naturaleza.

Pero vayamos a lo importante. En la tarde del Día del Niño, Horneros Fusión se jugaba una parada brava: el debut en la segunda parte del torneo ante Ayres del Pilar, nada menos que el subcampeón, con la necesidad imperiosa de sumar de a tres para arrancar entonados el trabajoso camino rumbo al ansiado ascenso. Y era una parada brava también porque el equipo de los “pájaros asesinos” llegaba con varias ausencias de peso, jugadores clave que por diferentes motivos no podían ser de la partida. Pero estaban los regresos de Peter Crouch, del Colo y también del Samurai Dychter, tres gigantes que traían aires renovados (o brisas renovadas, si prefieren). Y el equipo de la dupla MJ salió a la cancha decidido a llevarse la victoria.

Desde el arranque del partido, quedó claro que la cosa no iba a ser nada fácil. Los muchachos de Ayres se movían bien, entrando y saliendo, rotando posiciones para encontrar espacios y tocar con libertad. Amenazaban también con precisos bochazos cruzados que le ponían una dura prueba a la férrea defensa rojinegra (esta vez, albinegra). Pero el local mostró rápidamente que -con menos volúmen de juego que el rival de turno- también podía lastimar. Y llegó una precisa pelota flotadita y Peter Crouch por un momento fue Zlatan y la punta del pie más larga del mundo eyectó el balón por encima del arquero rasta y todo fue delirio y abrazos y promesas de regreso de este blog. Golazo. Horneros Fusión se ponía 1-0 y podría haber sido 2-0 o incluso 3-0, pero a Lean se le pasó rápido el ataque de “Ibraimovitis”. Y entonces simplemente fue Peter Crouch o Bracamonte o Cuqui Silvani... Y lo perdió una vez debajo del arco, increíblemente. Y otra vez lejos del arco, con el Patón Guzmán del subdesarrollo pidiendo -y obteniendo- clemencia.

Claro, también pudo haber sido 1-1, porque Ayres insistió con sus armas y entonces apareció Pancho (flojo apodo para semejante arquero), mostrando solvencia en cada intervención. También apareció el palo, en un peligroso centro pasado que sobró al joven guardavalla, y los “pájaros asesinos” se fueron al descanso con ventaja en el marcador. La primera parte de la misión estaba cumplida.

La segunda parte tampoco iba a ser un trámite. Sin embargo, el equipo de la dupla MJ tuvo rápido una chance de estirar diferencias gracias a un (insólito) penal cobrado por el árbitro. Franky Augeri, oh captain my captain, se hizo cargo del asunto. Pusineri remató cruzado y abajo, pero los planes del arquitecto quedaron truncos gracias a la estirada del Rasta Canalla, que así derrumbó los cimientos de gol del 10 que es 3.

A partir de ahí, todo se hizo cuesta arriba. 
La insistencia de Ayres tuvo su premio y llegó el 1-1 (¿no fue orsai?). Y encima los "pájaros asesinos" se quedaron con un plumífero menos por la expulsión de Tomi Mela (100% de efectividad vs. Ayres), quien tildó de mala leche a un rival. La acusación acerca de la deficiencia láctea fue juzgada excesivamente por el referí (qué mal anda la Justicia) y Mela tuvo que irse a las duchas (prefirió quedarse mirando el partido porque en el vestuario no hay agua caliente). 

Con un hombre menos y el partido igualado, el panorama se puso sombrío para el local, que veía seriamente complicadas sus aspiraciones de llevarse aquel triunfo vital. El albinegro estuvo cerca de ponerse en ventaja nuevamente cuando Peter Crouch bajó de las alturas la enésima pelota hacia un compañero y Joaco remató mordido en inmejorable posición. Y también Ayres pudo haberse adelantado en el marcador de no ser por las manos salvadoras de Pancho, quien se lució con un par de atajadas notables, una verdaderamente milagrosa.

Los minutos pasaban y el partido seguía en la cornisa. Ayres se quedó con 10 y los "pájaros asesinos" ensayaron una última embestida. Y vino una pelota parada y el capitán Fran la convirtió en un centro de la muerte y un pie desvió el esférico hacia la valla de un Patón estatua y todo fue locura. Joaco lo gritó como propio y los demás le siguieron la corriente. Qué importaba... El 2-1 estaba sellado y ya no se modificaria. Tan solo hubo tiempo para una alegría más: ver al Rasta Canalla dejar la cancha expulsado tras una dura falta al crack Pedrito.

El pitazo final desató la euforia de Horneros Fusión. Con los tres puntos en el bolsillo, el objetivo estaba cumplido. Y el grito de Peter Crouch, el goleador que creció demasiado y vive en las alturas, había coronado el combo letal que sentenciaba lo tan temido: el regreso de estas líneas.

Resumen del partido:

Horneros "F" 2 - Ayres del Pilar 1


Formación inicial: Pancho Yannone; Joaco Miranda, Juancho, Ari Flecha, Fran; Rueda; Alexis, Mela, Juancho Yannone, Pedrito; Lean Korn.

Goles: Lean Korn (1-0); en contra (2-1)

Expulsado: Mela

Cambios, todos en el ST: Tati por Juan Yannone; Colo por Rueda; Pablo Dychter por Lean.