4/9/17

Un equipo gigante en una cancha lilliputiense

El ruido incesante de las gotas interrumpe tu sueño. Apenas abrís un ojo, un pensamiento se instala como un relámpago en tu cabeza: hoy tenemos una final. Más que un pensamiento es una sensación, un hormigueo que se instala en el estómago, ese cosquilleo que nunca hay que dejar de sentir, que te demuestra que tu pasión sigue viva. El sonido de la lluvia es cada vez más fuerte y continuo sobre el techo de tu casa y vos solamente te preguntás una cosa: ¿se jugará o no se jugará? Que se juegue, por favor, que se juegue... Ya no podés volver a dormir. Afuera se desata la tormenta y adentro tuyo hay otra, aún más fuerte, implorando entrar a la cancha para defender tu camiseta. Hoy tenemos una final y hay que ganarla como sea. Y la lluvia no para y entonces ya lo sabés: hoy habrá mística, hoy será uno de esos días que se recuerdan por años, hoy es el tiempo de una nueva epopeya.

Así, con el fuego interno bien encendido, Horneros F llegaba entonado al duelo con Pueyrredón, el último campeón. Luego de la victoria en la primera fecha ante Ayres del Pilar, los “Pájaros Asesinos” tenían la oportunidad de revalidar lo hecho y pegar un nuevo zarpazo en su lucha por el ascenso. Enfrente había un duro rival y el equipo de la dupla MJ sufría por algunas bajas importantes. La principal duda estaba en el arco: con Agesta de gira, Joaco lesionado y Pancho secuestrado en un asado familiar, había que recurrir al cuarto arquero. Y entonces la responsabilidad recaía en Monas, el hombre de manos chicas pero corazón gigante. Monas “El Grande”, el gigante de Hurlingham, el incansable trotamundos del ascenso que le escapa al retiro y que siempre está dispuesto a dar una mano (o las dos).

Con Monas en el arco, el ingreso del Colo y los regresos del capitán Bubu y de Morfet en la mitad de la cancha y de Julián “El Implacable” en la delantera, el rojinegro (nuevamente albinegro) saltaba al campo de juego de Pueyrredón, una cancha pequeñísima y llena de peligros. Había cables de alta tensión arriba, una calle de asfalto a escasos centímetros de la línea de cal y un arco más bajo de lo normal. Por momentos, daba la sensación de encontrarnos en Lilliput, aquella extraña nación de los viajes de Gulliver, que poseía escasas dimensiones y estaba habitada por gente diminuta. Había que pisar fuerte en aquella cancha lilliputiense y eso Horneros F lo tenía muy claro.

El partido comenzó tal como se esperaba: áspero, trabado, lleno de fricciones y con pocos espacios para desarrollar juego. El equipo de la dupla MJ estaba agazapdo, metiendo en todos los sectores de la cancha, listo para atacar a su presa en el momento adecuado. De repente, Morfet olió sangre y se lanzó cual predador feroz a presionar sobre la defensa rival. La presión surtió efecto, Pascual recuperó y asistió rápido a Julián, otro animal hambriento que aguardaba en el borde del área. “El Implacable” no falló y su remate cruzado comió red, poniendo el 1-0 en el marcador.

Pero los “Pájaros Asesinos” querían más. Como en una película de Hitchcock, se multiplicaban por todos los sectores de la cancha, picoteando piernas y pelota, con una furia inagotable. Los albinegros incluso disputaban entre sí: luego de discutir con Morfet por un tiro libre sobre el costado, Franky “Pusineri” Augeri mandó uno de sus habituales centros de la muerte y, tras un rebote, apareció Joaco Miranda para empujar el balón a la red. El optimista del gol lo hacía de nuevo (¿o lo hacía por primera vez?) y establecía el 2-0 ante el último campeón.

Golpeado, el local salió con todo a recortar distancias y empezó a empujar contra el arco del hasta entonces tranquilo Monas. No eran intentos claros, pero las dimensiones de la cancha hacían que cada bochazo o pelota parada llevara cierto peligro a la valla contraria. Monas estuvo rápido de reflejos para tapar con el pie un remate en el primer palo y, minutos más tarde, el peligroso centrodelantero de Pueyrredón malogró una inmejorable chance al fallar una tijera en el borde del área chica. Parecía que el primer tiempo terminaría con el 2-0 a favor de la visita, pero sobre la hora el árbitro cobró penal por una mano de Morfet. Había mucha sensación de “hoy te convertís en héroe”, pero Monas fue para un lado y la pelota para el otro. El local encontraba el descuento con un gol psicológico en la última jugada de la etapa inicial.

El segundo tiempo empezó de la misma manera que había terminado el primero. Pueyrredón presionaba y metía constantemente la pelota en el área rival y Horneros Fusión resistía con uñas y dientes (y garras y picos) los incesantes embates del local. La figura de Monas comenzaba a hacerse cada vez más grande. Tapando con los pies y con las manos, el arquero se iba convirtiendo en una verdadero gigante; era Gulliver, acostado frente al pequeño arco de la cancha de Lilliput, una muralla humana que impedía cualquier filtración. Una sola pelota logró evitar aquel muro de carne y hueso, pero entonces apareció Carlos Salvador Augeri y despejó en la línea lo que pudo haber sido el empate.

Mientras tanto, la dupla MJ mandaba a la cancha a otros dos gigantes: Peter Crouch y el Samurai Dychter. Precisamente asistido por el Samurai, el Zlatan hornereano estuvo a punto de liquidar el partido con un cabezazo, pero el largo arquero local se estiró todo lo que pudo y evitó una nueva caída de su valla. Los cinco minutos que adicionó el árbitro se hicieron eternos. Hubo nuevos embates áereos, pero como durante los 90 minutos anteriores, la defensa albinegra devolvía todo lo que le tiraban. Ari Flecha, otro gigante, sumaba chichones y más chichones a su cabeza, una máquina de despejar balones.

Y llegó el final. Y los “Pájaros Asesinos” se fundieron en un abrazo. El último campeón había caído derrotado en su propia casa a manos de un equipo de gigantes hambrientos. Algunas gotas aún caían sobre aquel césped lilliputiense, pero afuera ya no había tormenta. La única tormenta allí la había desatado Horneros F, con piernas como relámpagos y actitud atronadora. Había pasado una final, se había consumando una nueva epopeya. Aún se necesitan más... Habrá que prepararse para nuevas batallas.

Resumen del partido:

Pueyrredón 1 - Horneros "F" 2

Formación inicial: Tati Monas; Joaco Miranda, Juancho, Ari Flecha, Fran; Rueda, Colo, Bubu (capitán) Fede Pascual; Pedrito; Julián.

Goles: Julián (1-0); Joaco Miranda (2-0)

Cambios, todos en el ST: Lean por Morfet; Pablo Dychter por Julián.

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