31/5/18

Vacío existencial

“Y yo también quise ser. Fue lo único que quise; ésta es la clave del asunto. Veo claro en el aparente desorden de mi vida: en el fondo de todas esas tentativas que parecían sin relación, encuentro el mismo deseo: arrojar fuera de mí la existencia, vaciar los instantes de su grasa, torcerlos, desecarlos, purificarme, endurecerme, para dar al fin el sonido neto y preciso de una nota de saxofón. Hasta podría constituir un apólogo: era una vez un pobre tipo que se había equivocado de mundo”.
Jean Paul Sartre, “La náusea” 

Depresión, desamparo, desesperanza. Es lunes a la mañana y la derrota 1-2 ante Miraflores todavía duele. “Qué semana de mierda...”, pensás. “Qué partido perdimos...”, te repetís una y otra vez para tus adentros. Ahí, en tus adentros, estás destrozado. Las jugadas más importantes del partido se te aparecen como relámpagos sin aviso y te sacuden el alma, como una larga tortura que te va dejando extenuado. Al final, no tenés ganas de nada. El vacío existencial se apodera de vos y sólo querés que llegue el fin de semana para volver a vivir. Porque, hasta que vuelvas a ponerte la casaca rojinegra y entres a jugar al Reducto en busca de revancha, todo lo demás será solamente relleno.

El miércoles a la noche, sin embargo, la vida empieza nuevamente a recobrar sentido. Juego, luego existo. Las luces del NEC se prenden (se prenden, se apagan, se prenden...) y adentro tuyo también hay algo que se enciende. Una chispa y otra y otra más; los chispazos se suceden hasta que se produce una suerte de combustión interna y el milagro se hace presente: fuego. Sí, fuego otra vez, como cada domingo, como cada miércoles. Fuego sagrado hornereano, calentando tu sangre rojinegra, moviendo tus músculos ávidos de acción. La derrota contra Miraflores todavía duele, pero tu cuerpo tiene memoria. Y tu cuerpo recuerda aquella verdad esencial que ya había sentido el viernes pasado, antes del partido contra Larena: estar en el lugar correcto ya es una victoria.

Es miércoles a la noche y estás en el lugar correcto. Estás en tu mundo, con tus compañeros de mundo, los únicos que realmente pueden comprenderte. Juego, luego existo. Hay tanto fuego ahora, tanta pierna y corazón en llamas, que el NEC por un momento se transforma en un infierno, una verdadera hoguera. La pelota parece un cometa, un meteorito ardiente que viaja a la velocidad de la luz adentro de un pin-ball asesino. Hay equipos de pendejos, medianos y veteranos, hay duelos memorables, relojes adulterados, goles de chiripa y también golazos. Hay fútbol, hay vida.

A esa altura, ya tenés más que claro que estás en el lugar correcto. Pero cuando entrás a lo del gran Colocha y divisás la parra ardiente y lo ves al Negro Yannone “en su salsa” y al capitán Agesta “en su tinto” y sentís los aromas del asadazo inminente, ya no queda ningún tipo de dudas: llegaste al Edén, al paraíso terrenal. No podrías estar mejor: allí abundan la bebida, la comida y los Pájaros Asesinos hambrientos de gloria pero no solamente de eso, claro. Todo fluye, todo encaja perfectamente. Te preocupa un poco “Chimenea” Gurevich, cuyo rostro empieza a deformarse lentamente, pero luego todo en él se reduce a una sonrisa dibujada constante y entonces volvés a respirar tranquilo. El que no respira es el Pol, que engulle cantidades astronómicas de carne en tiempo récord, rápido como cuando encara rivales en la cancha. La noche avanza. Agesta sigue tomando, Gure sigue fumando y de aquel vacío existencial que sentías el lunes por la mañana ya no queda rastro alguno. Ahora, el único vacío que se apodera de vos es un vacío con queso que te hace sentir más vivo que nunca. Con provoleta o con roquefort, ya no quedan dudas: se trata del verdadero vacío existencial. Estás en el lugar correcto y el ser, aquel ser que parecía extraviado, hace rato que te volvió al cuerpo. Sos un Pájaro Asesino. Sos un rojinegro de ley. Sos parte de este grupo hermoso que el domingo va a salir con todo a buscar una nueva victoria en el Reducto. ¡Salud!




27/5/18

El Reducto está encantador

Cuando lo ves al Doc llegar en bicicleta en el momento justo, en ese segundo preciso en que el aire amenaza cortarse, cuando lo escuchás tirar una frase que permite la transición perfecta y distendida hacia la siguiente etapa de la charla, cuando -algo más tarde- volvés a ver al mismísimo Cirujano del Gol clavando la pelota en el ángulo con un zurdazo que convoca (y hasta supera) los mejores recuerdos, sentís que los planetas están alineados y una mueca de alegría se dibuja en tu rostro.

Cuando te recostás en el césped verde perfecto del Reducto y te sentís tan cómodo que querés quedarte a vivir ahí por el resto de tus días, cuando el sol te pega en la frente y los pensamientos ridículos de la semana y todo lo que sobra en tu existencia desaparece, una energía extra comienza a subirte desde los botines hasta la cabeza. Ahí estás vos, tus compañeros, la pelota, el fútbol: la síntesis perfecta, la esencia, el hogar. Y aunque las cosas puedan salir bien o mal, tenés una certeza, una verdad poderosa que te nutre con su fuerza inapelable: estás en el lugar correcto. Nada más y nada menos. Eso ya es una victoria, un enorme triunfo. Pero, claro, no te alcanza. Porque sos un pájaro asesino, porque la sangre rojinegra corre por tus venas y cuando el árbitro haga sonar su silbato, vas a dejar el alma para que esos tres puntos en juego se queden en casa.

Comienza una inusual "doble fecha" y, en el regreso al Reducto sagrado, Horneros F recibe a Larena. El equipo de la dupla Loncha-Juancho, que viene de empatar ante Pueyrredón y va en busca de la primera victoria en el torneo, cuenta nuevamente con los servicios de Bubugol. El Cesc Fábregas de Horneros aprovechó la suspensión y las lluvias para dedicarse de lleno a una campaña mundialista de electrodomésticos, pero ahora no piensa en nada más que en calzarse los cortos y aportar lo suyo para que el rojinegro vuelva al triunfo. Los técnicos disponen un 4-4-2, con Bubugol-Colocha en el doble cinco, la juventud de Totó y el Pol para hacer de nexo y Alexis Gambeta acompañando a Zlatan Korn en la delantera.

Los minutos iniciales no se presentan fáciles para el equipo de Ingeniero Maui. El sol de frente complica la visión y el visitante recurre repetidamente a los pelotazos largos, a veces metiendo hasta cuatro jugadores bien de punta para dificultar la tarea de la defensa local. Además, Larena tiene un arma capaz de hacer mucho daño: un demonio con el "13" en la espalda, una especie de Lucifer dispuesto a desparramar toda la maldad de su gambeta por el campo de juego. De potente remate con su zurda, el Satán visitante empieza a exigir al gran Rocha, que salva la valla hornereana con sus habituales manotazos magistrales. En uno de esos intentos, un rebote queda boyando y un delantero larenista supera los esfuerzos del capitán rojinegro, pero aparece justo a tiempo un barbudo veterano de aspecto islámico (¿talibán de la defensa?) y desactiva la bomba sobre la línea, evitando el 0-1. Lo que no puede evitar es que le saquen amarilla por una patada karateca que -por suerte- no llega a destino.

Más allá de algún momento de zozobra, los Pájaros Asesinos comienzan a tomar el control del partido y a generar peligro sobre el arco visitante. Muy activo, Alexis se mueve bien por la izquierda del ataque y Peter Crouch incomoda a los centrales, pivoteando con su fuerza física y bajando balones para la llegada de los volantes. El joven Totó aporta rebeldía cada vez que toca el balón y Pol Rubio está enchufado, casi como en esas clases de filosofía que tanto le apasionan y que su maestro Merlí da en el Institut Ángel Guimerá. El Pol está flipando, Totó está encarando, Alexis está gambeteando y Zlatan está ahí, boyando, esperando su oportunidad. Y la oportunidad llega, cuando recibe un pase preciso desde la izquierda y define cruzado de derecha para poner el 1-0 en el marcador. Los visitantes reclaman orsai, pero a Zlatan poco le importa. Lo único que quiere es ir en busca de él, de ese DT que le hace bullying en la semana, para dedicarle su revancha en forma de "Topo Gigio". Arriba Horneros F.

Los minutos siguientes transcurren con relativa tranquilidad para el local, que está más cerca del segundo que de sufrir el empate de la visita. Sin embargo, el sol de frente hace su parte y, tras un yerro defensivo, Lucifer clava un zurdazo demoníaco para poner el 1-1. Bronca enorme en los Pájaros Asesinos, que no pueden creer que el tan buscado "cero" se les haya escapado de esa manera. Por suerte, la desazón dura poco y el orden cósmico pone las cosas en su lugar: pelotazo largo de Rocha, desinteligencia fatal entre el arquero y un central de Larena que cabecea para atrás, y Alexis Gambeta que aprovecha con sumo oportunismo para volver a poner arriba al rojinegro: 2-1.

En el entretiempo, la dupla Loncha-Juancho decide meter un cambio: sale Colocha y entra Flecha de segundo central, con el talibán pasando a la mitad de la cancha. Falto de compañía, Lucifer lo intenta todo pero sólo logra incomodar con algún remate de afuera del área, nuevamente resuelto por las manos firmes de Rocha. Horneros F casi mete el tercero cuando el ingresado Román Melamed deja dos hombres en el camino y asiste a Alexis, quien gambetea al arquero y ya sin ángulo, tira el centro atrás para la llegada de un Bubugol que no puede convertir. El rojinegro sabe que con un gol más dejará casi sentenciado el partido y el ansiado tercer grito finalmente llega: Zlatan peina hacia atrás un balón enviado desde la derecha, Alexis -gran protagonista del encuentro- pone bien el cuerpo y, tras dejarla picar, le pega de zurda por primera vez en su vida para clavarla arriba y establecer el 3-1 final.

Lo que queda del partido deja en evidencia toda la impotencia de Lucifer, que imposibilitado de esparcir la maldad por medio de la pelota, recurre a otros medios más directos: tras tirar un par de codazos, el árbitro le muestra la segunda amarilla y luego la consecuente tarjeta roja. También habrá tiempo para un tiro libre ideal para la pegada de CrisTati Ronaldo. La expectativa es enorme y el público prepara los celulares para inmortalizar el momento. CrisTati toma apenas dos pasos de carrera y acaricia el balón con su derecha prodigiosa, pero la "caricia" se le va un poco alta y los hinchas guardan sus teléfonos, desilusionados.

Llega el silbatazo final y los Pájaros Asesinos celebran la victoria, la primera en el torneo. La doble fecha apenas da tiempo para festejar: mucha elongación, alguna birrita recuperadora y a pensar en el domingo, que hay que estar de nuevo al 100% para salir con todo a buscar otros tres puntos. Hay que seguir, hay que seguir.

Resumen del partido:

Horneros "F" 3 - Larena 1

Formación inicial: Rodrigo Agesta; Federico Pascual, Juan Peluffo, Diego Peluffo, Germán Mucci; Bubu Melamed, Nicolás Korn, Totó Yannone, Pedro Mucci; Alexis Fernández y Leandro Korn.

Goles: Alexis Fernández (2) y Leandro Korn.

Cambios: Ari Lerner por Nicolás Korn; Tomi Melamed por Totó Yannone; Franky Augeri por Leandro Korn; Tati por Germán Mucci; y Pancho Yannone por Alexis.

22/5/18

El arca de Horné

Luego del diluvio universal, las aguas comenzaron a bajar. Había llovido durante 150 días. Primero se divisaron los picos de las montañas más altas y luego las copas de los árboles más longevos, pero aún no había rastros de ellos, los amados campos de fútbol. Horné mandó a uno de sus Pájaros Asesinos en busca de una porción de tierra seca, pero éste no trajo en su pico rastro alguno de césped sagrado, mucho menos un ramo de olivo. Tras algunos días más de espera, aquellos seres rojinegros elegidos por el Señor para dominar sobre las canchas arrasadas, finalmente divisaron sobre el horizonte una gran línea blanca. Sí, era un travesaño. El Arca de Horné fue navegando lentamente, acercándose hacia su blanca meta empujada por el viento y la corriente. De a poco, a medida que las aguas continuaban descendiendo, los caños fueron haciendo su aparición. La dupla Loncha-Juancho amarró la embarcación a uno de los palos y esperó pacientemente a que el Arca de Horné reposara sobre el césped. Aquellos días aciagos habían llegado a su fin: era tiempo de jugar al fútbol.

Esta vez, la cita era en la cancha de Pueyrredón, aquel escenario liliputiense donde Monas El Grande se había convertido en leyenda. Los Pájaros Asesinos venían de una dura caída ante Cardales, pero eso había quedado allá lejos y hace tiempo, antes del cataclismo lluvioso que había obligado a la abstinencia futbolera. Sin Bubugol ni Joaco Miranda, aunque con algunos lesionados recuperados, los rojinegros llegaban al duelo con un firme deseo: llevarse los tres puntos de aquel minúsculo escenario.

El partido se presentó de acuerdo a los pronósticos: duro, trabado, con pocos espacios y muchas dificultades para elaborar juego asociado. Los pelotazos estaban a la orden del día y la clave pasaba por no dar concesiones, evitando cualquier mínimo error que pudiera ser capitalizado por el rival. El rojinegro buscaba generar peligro con Zlatan como faro, Alexis por afuera y Toto y el Pol llegando desde más atrás con la fuerza de la juventud. Sin embargo, las situaciones escaseaban de uno y otro lado.

Además de sus siempre amenazantes "laterales de la muerte", el local supo llegar al fondo en un par de ocasiones, pero la defensa y las seguras manos de Rocha lograron neutralizar aquellos intentos. El equipo de la dupla Loncha-Juancho buscó lastimar con alguna pelota parada, pero sin la justeza necesaria como para inquietar al pequeño arquero de Pueyrredón. Lo que sí abundaba era el roce, la pierna fuerte y las discusiones por un árbitro al que le costaba fijar un criterio único para toda la cancha. Al descanso 0-0.

El segundo tiempo arrancó parecido, pero al rato el partido se rompió. Mientras Peter Crouch y Alexis Gambeta protagonizaban una telenovela para ver quién la metía, un lateral rápido, un centro instantáneo y una definición certera pusieron 1-0 arriba a los locales. Lastimado, Horneros F empezó a mover la pelota con más decisión. Y entonces las situaciones empezaron a repetirse de un lado y del otro.

Pueyrredón pudo haberse puesto 2-0 pero allí apareció nuevamente el gran Rocha con un manotazo fenomenal que dejó atónito al 21 local, que la había querido picar. Horneros F seguía yendo en busca del empate, ahora casi con un "doble 9" integrado por Crouch y el ingresado Pancho Yannone. Lo tuvo Pusineri, entrando como una tromba desde la franja izquierda, pero no pudo doblegar al ahora espigado arquero local. Y en la continuidad de la jugada llegó el empate: Crouch tomó la pelota en el borde del área, giró y metió un ¡zurdazo! con efecto tobillo loco que describió una extraña parábola y sorprendió al largo guardavalla. Vaselina y 1-1. El goleador rompía la sequía y marcaba su primer tanto en el torneo (faltan 9...).

La recta final fue intensa. El local tuvo una clarísima, con un cabezazo al palo y una pelota a la Luna en el rebote desde una posición inmejorable y con Rocha pidiendo clemencia. Los Pájaros Asesinos también tuvieron las suyas, con el tándem Monas-Pascual dejando un surco por derecha. El hombre de los calzones hot dog tiró un centro preciso con rosca perfecta y Zlatan casi moja de nuevo, pero el árbitro anuló la jugada por un orsai ojo de lince inexistente. Mención aparte para Pascual, el Buffa hornereano, un correcaminos incansable (45,2 kilómetros recorridos) que no paró nunca hasta el final del encuentro.

El 1-1 final dejó al rojinegro con ganas de más aunque también con la tranquilidad de haberlo dejado todo. El post partido tuvo charla técnica e incluso debate con intercambio de opiniones, pero siempre con una cosa bien clara: todos los Pájaros Asesinos en el mismo barco, todos firmes en el Arca de Horné. Porque el diluvio universal quedó atrás, pero ahora se viene otra tormenta: la nuestra. A arrasar con todo.

Resumen del partido:

Pueyrredón 1 - Horneros F 1

Formación inicial: Rodrigo Agesta; Germán Mucci, Juan Peluffo, Diego Peluffo, Fede Pascual; Tomás Melamed, Nicolás Korn, Pedro Mucci, Toto Yannone; Alexis Fernández y Leandro Korn.

Goles: Leandro Korn.

Cambios, todos en el segundo tiempo: Franky por Germi, Fran Yannone por Tomi, Tati por Alexis, Ari por Rueda y Negro por Pedro.