22/5/18

El arca de Horné

Luego del diluvio universal, las aguas comenzaron a bajar. Había llovido durante 150 días. Primero se divisaron los picos de las montañas más altas y luego las copas de los árboles más longevos, pero aún no había rastros de ellos, los amados campos de fútbol. Horné mandó a uno de sus Pájaros Asesinos en busca de una porción de tierra seca, pero éste no trajo en su pico rastro alguno de césped sagrado, mucho menos un ramo de olivo. Tras algunos días más de espera, aquellos seres rojinegros elegidos por el Señor para dominar sobre las canchas arrasadas, finalmente divisaron sobre el horizonte una gran línea blanca. Sí, era un travesaño. El Arca de Horné fue navegando lentamente, acercándose hacia su blanca meta empujada por el viento y la corriente. De a poco, a medida que las aguas continuaban descendiendo, los caños fueron haciendo su aparición. La dupla Loncha-Juancho amarró la embarcación a uno de los palos y esperó pacientemente a que el Arca de Horné reposara sobre el césped. Aquellos días aciagos habían llegado a su fin: era tiempo de jugar al fútbol.

Esta vez, la cita era en la cancha de Pueyrredón, aquel escenario liliputiense donde Monas El Grande se había convertido en leyenda. Los Pájaros Asesinos venían de una dura caída ante Cardales, pero eso había quedado allá lejos y hace tiempo, antes del cataclismo lluvioso que había obligado a la abstinencia futbolera. Sin Bubugol ni Joaco Miranda, aunque con algunos lesionados recuperados, los rojinegros llegaban al duelo con un firme deseo: llevarse los tres puntos de aquel minúsculo escenario.

El partido se presentó de acuerdo a los pronósticos: duro, trabado, con pocos espacios y muchas dificultades para elaborar juego asociado. Los pelotazos estaban a la orden del día y la clave pasaba por no dar concesiones, evitando cualquier mínimo error que pudiera ser capitalizado por el rival. El rojinegro buscaba generar peligro con Zlatan como faro, Alexis por afuera y Toto y el Pol llegando desde más atrás con la fuerza de la juventud. Sin embargo, las situaciones escaseaban de uno y otro lado.

Además de sus siempre amenazantes "laterales de la muerte", el local supo llegar al fondo en un par de ocasiones, pero la defensa y las seguras manos de Rocha lograron neutralizar aquellos intentos. El equipo de la dupla Loncha-Juancho buscó lastimar con alguna pelota parada, pero sin la justeza necesaria como para inquietar al pequeño arquero de Pueyrredón. Lo que sí abundaba era el roce, la pierna fuerte y las discusiones por un árbitro al que le costaba fijar un criterio único para toda la cancha. Al descanso 0-0.

El segundo tiempo arrancó parecido, pero al rato el partido se rompió. Mientras Peter Crouch y Alexis Gambeta protagonizaban una telenovela para ver quién la metía, un lateral rápido, un centro instantáneo y una definición certera pusieron 1-0 arriba a los locales. Lastimado, Horneros F empezó a mover la pelota con más decisión. Y entonces las situaciones empezaron a repetirse de un lado y del otro.

Pueyrredón pudo haberse puesto 2-0 pero allí apareció nuevamente el gran Rocha con un manotazo fenomenal que dejó atónito al 21 local, que la había querido picar. Horneros F seguía yendo en busca del empate, ahora casi con un "doble 9" integrado por Crouch y el ingresado Pancho Yannone. Lo tuvo Pusineri, entrando como una tromba desde la franja izquierda, pero no pudo doblegar al ahora espigado arquero local. Y en la continuidad de la jugada llegó el empate: Crouch tomó la pelota en el borde del área, giró y metió un ¡zurdazo! con efecto tobillo loco que describió una extraña parábola y sorprendió al largo guardavalla. Vaselina y 1-1. El goleador rompía la sequía y marcaba su primer tanto en el torneo (faltan 9...).

La recta final fue intensa. El local tuvo una clarísima, con un cabezazo al palo y una pelota a la Luna en el rebote desde una posición inmejorable y con Rocha pidiendo clemencia. Los Pájaros Asesinos también tuvieron las suyas, con el tándem Monas-Pascual dejando un surco por derecha. El hombre de los calzones hot dog tiró un centro preciso con rosca perfecta y Zlatan casi moja de nuevo, pero el árbitro anuló la jugada por un orsai ojo de lince inexistente. Mención aparte para Pascual, el Buffa hornereano, un correcaminos incansable (45,2 kilómetros recorridos) que no paró nunca hasta el final del encuentro.

El 1-1 final dejó al rojinegro con ganas de más aunque también con la tranquilidad de haberlo dejado todo. El post partido tuvo charla técnica e incluso debate con intercambio de opiniones, pero siempre con una cosa bien clara: todos los Pájaros Asesinos en el mismo barco, todos firmes en el Arca de Horné. Porque el diluvio universal quedó atrás, pero ahora se viene otra tormenta: la nuestra. A arrasar con todo.

Resumen del partido:

Pueyrredón 1 - Horneros F 1

Formación inicial: Rodrigo Agesta; Germán Mucci, Juan Peluffo, Diego Peluffo, Fede Pascual; Tomás Melamed, Nicolás Korn, Pedro Mucci, Toto Yannone; Alexis Fernández y Leandro Korn.

Goles: Leandro Korn.

Cambios, todos en el segundo tiempo: Franky por Germi, Fran Yannone por Tomi, Tati por Alexis, Ari por Rueda y Negro por Pedro.

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