16/3/09

Luche y vuelve

Los Horneros ya tiene una nueva fecha patria. El 15 de marzo de 2009 será recordado como el día que uno de los máximos próceres hornereanos volvió de su largo exilio y pisó nuevamente su tierra, su pedazo de césped en el mundo. Sí, Juan Chino Santarcangelo volvió a ponerse la camiseta rojinegra (nada menos que la “10”) y, aunque no se trató de un encuentro oficial, por unos minutos su fútbol se paseó otra vez por ese Reducto que tantas hazañas suyas supo contemplar.

Había pasado mucho tiempo desde la última vez que el Chino pisó suelo sagrado, quizás demasiado. La tierra despareja se había convertido en verde alfombra y muchas caras habían cambiado. Ya no habían Pucheros, Cucharitas, Bochas o Sotelos. Allí, ahora se veían rostros jóvenes como los de Bubu, Juancho, Rodri Agesta, Tomi y hasta el recién llegado Nico Korn. Otras caras, en cambio, eran las de siempre (bueno, no totalmente): Rueda, Bufo, Escandinavo, Emi y Nico Loncha. La de siempre también era la pelota, esa que el caudillo hornereano siempre trató de la mejor manera. Y en el banco, un viejo conocido: nada menos que Javier Salorio. No todo había cambiado.

El partido no ofreció mucho más. Fue un 3-0 sin complicaciones que sólo quedará en los libros por lo dicho más arriba: el regreso del Chino en la cancha y Salorio del otro lado de la línea de cal, un pedazo de historia viva de Los Horneros. Bueno, también se podrá recordar por un caño a lo Riquelme del ex Profe Loncha (cuánto lirismo teníamos en el banco…), una gran tapada de Rueda Cristante Peluffo (invicto en sus 20 minutos en la valla) y el debut más que promisorio del Colo Nico Korn (ilusiona su mezcla de quite y creación). ¿Los goles rojinegros? El Melli Diego, con definición pausada pero efectiva, Nico Korn y nuevamente el Pepe Sand rojinegro, esta vez clavándola en el ángulo con un sutil toque de derecha.

Luego, llegó quizás el momento más esperado por todos: la charla saloriana. Allí, el DT minimizó el valor de la victoria, marcó algunos errores, dejó sus primeros conceptos y también una buena frase, fiel a su costumbre. “Estaban tan aburridos que se iban a poner en el medio de una autopista para que los pise un auto”, tiró (o algo así) el flamante filósofo-entrenador. Ya está, la tarde estaba completa.