Domingo 5 de noviembre. Toda la expectativa puesta en un partido. Los clásicos rivales vuelven a enfrentarse y nadie se lo quiere perder. Los que compraron el pack fútbol, los que no, los que van a la cancha. Los nervios se hacen sentir desde temprano. Es una jornada maravillosa para la práctica del fútbol, el deporte más hermoso del mundo. Y los archirrivales vuelven a chocar, como siempre, como toda la vida. Lo único que cabe es la victoria, eso ambos lo saben bien. No importa cómo lleguen al partido; uno abajo, el otro arriba, es lo mismo. Es el clásico de todos los clásicos y, además de los tres puntos, está en juego el honor. Es el partido que todos quieren jugar. Según la revista France Football, el clásico que hay que ver antes de morir. Horneros vs. Maschwitz, todo dicho.
Encaramados en la parte alta de la tabla, los Pájaros Asesinos llegan entonados al duelo contra su archirrival. Sin embargo, al arribar a las instalaciones del Maschwitz Club, una primera duda los asalta: Cancha 1 o Cancha 2. Una tiene el pasto más alto, la otra parece más grande (bah, ambas parecen enormes para aquellos acostumbrados a jugar en el Reducto), y los muchachos de la dupla MJ temen caer en una trampa, una de esas típicas maniobras ventajeras que suelen usarse en estas ocasiones. Rochagesta, el mánager-capitán-arquero-goleador, chequea rápidamente en su dispositivo móvil y sentencia: Cancha 2. Qué haríamos sin él...
Cancha 1 o Cancha 2, la cosa no arranca nada sencilla para el rojinegro (esta vez, de vuelta albinegro). Más allá de su lugar en la tabla, el local impone condiciones desde el principio, moviendo la pelota de un lado hacia el otro. Horneros “F” se mece al ritmo que le impone el rival, siempre en busca de una pelota que pocas veces consigue. Los movimientos defensivos no están del todo aceitados y Maschwitz encuentra espacios donde sus jugadores reciben libres de marcas. El local aprieta y las situaciones de peligro no tardan en llegar sobre la valla del equipo de la dupla MJ. La solvencia del Chilavert hornereano y la propia impericia de los delanteros locales (con ataques de altura al mejor estilo Peter Crouch) hacen que el cero no se mueva.
Los Pájaros Asesinos muestran poco y nada. Un buen desborde de Pedrito que ni Bubu ni Rueda pueden finalizar, un gol anulado a Colocha tras una mano gigante del barbudo veterano (aunque el árbitro sólo cobró orsai) y poco más. La pelota no les llega clara a los de arriba. Encima, la tarde calurosa y un malestar previo dejan nocaut a Bubu “Tobillo Mágico” Melamed, quien -mareado y extenuado- debe abandonar la cancha para dejarle su lugar a Morfet Pascual. Con poco juego y cierta desorientación defensiva, parece todo un logro que Horneros “F” se vaya al descanso con un empate sin goles.
Urgidos por cambiar el rumbo, los Pájaros Asesinos Hambrientos de Gloria saben que tienen que hacer mucho más si quieren conseguir una victoria indispensable. La dupla MJ dispone el ingreso de Peter Crouch, el hombre que vive en las alturas y que pronto contraerá matrimonio. Sin embargo, la tónica del partido no cambia demasiado: el local domina y Horneros “F” hace lo que puede. Sin circuitos fluidos para generar peligro, todo se limita a bochazos largos en busca de la cabeza de Crouch o directamente a la espalda del “3” para aprovechar la velocidad del otro Peter, Lanzani.
Maschwitz sigue teniendo las riendas del partido, aunque le cuesta vulnerar a la férrea última línea hornereana. Finalmente, un intento individual del “11” termina con el delantero local cayendo dentro del área (¿es foul o lo busca él?, ¿es adentro o afuera?). El árbitro no duda y cobra penal, y las plegarias internas arrancan al instante. En el arco está Rocha, robusto e intimidante como siempre. No es fácil enfrentar al Chilavert de La Pista y Caseros; por eso, no llama la atención que aquel balón levante vuelo y se vaya por arriba -muy por arriba- del travesaño. Horneros sigue con vida... Grave error, no rematar a los Pájaros Asesinos cuando se tiene la oportunidad de hacerlo...
Sin luces, pero con la convicción inalterable de cada domingo, Horneros “F” sigue peleando el partido. Ansía la victoria, necesita los tres puntos para seguir subiendo y soñando. Y lo tiene a Joaco Miranda, gladiador incansable que lucha y juega cada pelota como si fuese la última. Y lo tiene a Pedro “El Grande” (basta de Pedrito), que siempre va para adelante, que siempre tiene una marcha más para llegar al fondo y tirar un centro punzante. Y lo tiene a Peter Crouch, el hombre que vive en las alturas, el gigante del área, que arremete como una fiera y esta vez no la manda a volar sino a guardar. Y los tiene a todos, a los de adentro y a los de afuera, incluso a los que no están o no pueden estar allí en ese momento, a los que dibujan servilletas cada domingo, felices por el 1-0 que se estampa en la red del arco opuesto al río, allá en la Cancha 2 del Maschwitz Club, el rival de toda la vida.
El local gasta los últimos cartuchos, pero el partido se va. Los Pájaros Asesinos se quedan con el clásico y mucho más: se llevan tres puntos de oro que los mantienen en la lucha por el ascenso. Saben que hay mucho por mejorar, que no fue la mejor tarde, que salieron airosos de una dura pelea... La ilusión está intacta. El domingo que viene hay otra final y ahora hay que apuntar todos los cañones ahí.
Hay que seguir, hay que seguir.
Resumen del partido:
Maschwitz Club 0 - Los Horneros “F” 1
Formación inicial: Rocha; Joaco Miranda, Juancho, Ari, Germi; Rueda, Colocha; Bubu, Pedro, Alexis; Ostra Dychter.
Goles: Lean (1-0).
Cambios: PT: Fede Pascual por Bubu. ST: Lean por Ostra; Tomi Mela por Alexis; Monas por Rueda.
7/11/17
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