13/8/18

9/12

Los animales heridos son peligrosos. La sangre chorreante, el dolor profundo y la amenaza de muerte, pueden convertir al más dócil de los bichos en una bestia temible. Ni hablar si se trata de un Pájaro Asesino. Cuando un Pájaro Asesino está herido, es mejor no acercarse. Atreverse a pisar el Reducto cuando la bandada hornereana sufre de dolor, es prácticamente un acto suicida. Un hornereano que agoniza, un rojinegro que ya no tiene nada que perder, más que un pájaro asesino es un pájaro-bomba, un fanático dispuesto a inmolarse por sus colores.

Horneros llega al partido con San Carlos, el último cotejo de la primera ronda, en el decimotercer puesto de la tabla. Más abajo, no hay nadie. Más abajo, está el abismo, un precipicio interminable que presagia la peor de las caídas. Los muchachos de Horneros F lo saben bien, pero JT-DT (que hace su estreno en soledad luego de la partida del querido Profe Loncha) está dispuesto a meter el dedo en la llaga, en aquella herida de la que les hablaba. Primero, saca un cartel con el número 13 y luego muestra dos números separados por una barra: 6/11. No se trata de un nuevo y extraño dibujo táctico; el entrenador simplemente les está enrostrando a sus dirigidos la pobre campaña realizada hasta entonces: 6 puntos en 11 partidos jugados. Patada al mentón. Algunas venas comienzan a hincharse, la sangre empieza a bombear más fuerte y los corazones le dan patadas al pecho, como queriendo salir de su prisión corporal. En la entrada en calor, Taty (tierno apodo que en nada refleja la ferocidad de su portador) le pone palabras al sentir rojinegro: "A mí no me hacen bien estas charlas, entro con ganas de pegar".

Las palabras del DT han dado en la tecla, pero también lo hacen las del capitán Agesta, que en la arenga final suelta otra gran verdad: a pesar de todas las frustraciones y del puesto 13 en la tabla, allí están los 17 jugadores disponibles del plantel. Nada más y nada menos. ¿Qué hacen allí esos 17, que seguro serían 20 si todos hubiesen podido estar en ese momento en ese lugar? ¿Por qué parecen hacerle caso omiso a la estadística, a esa cruda realidad que los golpea en la cara? ¿Por qué los que suelen jugar, pero también -y sobre todo- los que aún esperan su oportunidad, insisten en dedicarle sus domingos a esa camiseta que intercala tiras rojas y negras? Cuando el árbitro haga sonar el silbato y la pelota comience a rodar, estas preguntas empezarán a responderse.

Horneros Furioso sale a jugar el duelo con San Carlos como si en ello le fuera la vida. Y así es, nomás. Por eso, más allá de algunos leves desajustes iniciales, el segundo de la tabla rápidamente se da cuenta que aquello no será una excursión placentera por aquel verde césped a orillas del Arroyo Escobar. Cuando empiezan a pasar los minutos, de a poco, pelota a pelota, jugada a jugada, San Carlos va tomando conciencia más bien de algo que jamás hubiese esperado: sin saberlo, se ha embarcado -como diría el gran filósofo Javier Salorio- en un terrible "tour guiado por el infierno". Por eso, a pesar de algunas imprecisiones iniciales, el local va imponiendo condiciones, dejando poco lugar para el accionar del visitante.

La apertura del marcador llega luego de un bochazo cruzado del Mariscal Peluffo -el de la "lanza de primera división"- que es aprovechado por Alexis Sánchez digo Férnandez, que con poco ángulo se las ingenia igual para colar el balón en la valla contraria y desata el grito en Ingeniero Maui: 1-0 para Horneros F. El gol parece entonar aún más al equipo de JT-DT, que al ímpetu le agrega una dosis mayor de juego. Y se suceden dos, tres, cuatro toques. Y la pelota comienza a circular. Y Bubu y Colocha toman las riendas del mediocampo y las jugadas terminan en remates que inquietan una y otra vez al arquero visitante. Agesta, por el contrario, no sufre demasiados sobresaltos, aunque termina extenuado..., de tanto gritarle al árbitro.

Los minutos iniciales del segundo tiempo repiten la tónica de la primera etapa. La fiereza de los Pájaros Asesinos se mantiene y -cuándo no- encuentra su máximo exponente en el pequeño gran Germinator. En un par de jugadas, el joven Mucci proporciona nuevas pruebas a los científicos que estudian su compleja composición corporal: una férrea aleación de acero, níquel y cobre, una extraña osamenta metálica que lo convierte en un ser único en el planeta. Indestructible, Germinator mete miedo en cada cruce y genera pedidos de clemencia de los rivales. Uno de ellos se atreve -acto de locura si los hay- a meterle un durísimo planchazo en una pelota dividida y el Asesino Baby Face por un momento parece retorcerse de dolor, pero es tan sólo una sutil pantomima. Nada, Germinator no tiene nada, ni siquiera un rasguño.

Pero además de furia, nuevamente hay juego. Horneros genera situaciones y el segundo grito se atora un par de veces en las gargantas locales. Es Pancho Yannone, de buenos movimientos durante todo el partido, quien está cerca de estampar el 2-0; primero, cuando mete un cabezazo que el arquero sancarlense despeja milagrosamente; después, cuando la para de pecho y mete una volea que merece destino de red pero que lamentablemente no lo encuentra. Es cuestión de tiempo nomás. Y es justamente Peter Crouch, que ingresa por el joven Pancho, quien pegará el esperado segundo grito de la tarde.

Todo nace en una pelota parada cerca de la línea central. Mientras el gran Marisco se acerca al balón, su barbudo hermano le suelta, con aires de veteranía y tono de fórmula secreta: "apuntale al travesaño que el arquero no ve nada por el sol". Facilísimo, seguramente piensa el Zar de la pegada, quien por suerte hace caso omiso al "consejo" y opta simplemente por ponerle la pelota en la cabeza al espigado Crouch para que, desde las alturas, meta un gran frentazo y establezca el 2-0 en el marcador. Tranquilidad, al menos por un tiempo.

Sobre el final, San Carlos encuentra el descuento en una jugada azarosa: desvío en Flecha que descoloca a Rocha, roce en el palo y el talibán que despeja cuando el balón ya ha traspasado la línea. Quedan unos minutos de sufrimiento pero el propio Flecha despeja los peligros al grito de "Ariiiii" y Colocha sale limpio para iniciar una contra que encuentra a Germinator cual Droopy en la banda derecha, partiendo desde su propio campo a toda velocidad como si fuera su hermano Pedro y cruzando un furibundo remate cruzado para poner el definitivo 3-1. Polazo, digo golazo.

Victoria y desahogo para el local, fin del tour infernal para la visita. En el medio de la algarabía por el resonante triunfo, de repente una pregunta incómoda aparece flotando en el aire: ¿hubo cama al histórico Profe Loncha? ¿Cómo puede el último de la tabla ganarle con semejante autoridad al segundo? Bueno, ya no es el último de la tabla. Y eran 17 guerreros, como siempre, listos para entrar. Y pronto serán 20, todos los que integran este plantel, ansiosos por dar batalla. Hay que seguir, hay que seguir.

Resumen del partido:

Horneros "F" 3 - San Carlos 1

Formación inicial: Rodrigo Agesta; Tati Monas, Juan Peluffo, Diego Peluffo, Germán Mucci; Franky Augeri, Bubu Melamed, Colo Korn, Totó Yannone; Alexis Fernández, Pancho Yannone.

Goles, en el primer tiempo: Alexis Fernández. En el segundo tiempo: Lean Korn y Pedro Mucci.

Cambios: Leandro Korn por Pancho Yannone; Tomi Mela por Bubu; Peter por Franky; Ari Lerner por Totó.

No hay comentarios: