3/10/07

Adrián Kaminker = Thomas Brolin

Claro, cuando el Escandinavo Adrián Kaminker hacía goles muchos de los actuales jugadores de Los Horneros aún no habían nacido o gateaban por el living de sus hogares manoteando alguna pelota de juguete. Pero hubo un tiempo en que el nórdico era enganche y hasta opción en la delantera, con presencia en el área rival y romance con la red incluido. Fue allí cuando surgió la comparación con Thomas Brolin, el sueco que deslumbró en el Mundial de Estados Unidos.

Pero la mención requiere un repaso histórico. Una de las mejores temporadas del Escandinavo fue en 1994, una fecha por demás significativa. En aquel entonces, el equipo de Ingeniero Maschwitz debutó en los torneos oficiales de Selección de la Asociación Intercountry Zona Norte. Sí, no se asusten, han pasado trece largos años, muchos inviernos que se notan en los referentes más veteranos del equipo.

Créase o no, en aquella temporada iniciática, el Colorado metió la nada despreciable cifra de 6 goles en 14 partidos (Horneros entró directamente en la segunda ronda) y fue uno de los puntales del campeonato y el ascenso a la “A”. Sólo quedó detrás del mítico Cucharita Slonimsqui y compartió los honores de ser el segundo artillero con otro símbolo del equipo, el siempre añorado Sebastián Sotelo.

La súbita racha luego originaría todo tipo de ridículas apuestas que mucho después hicieron las delicias del resto del plantel. Kaminker prometía conquistas por decenas y el gran filósofo Javier Salorio aumentaba su colección de champagne a cada año que pasaba. Pero lo que nos importa ahora es que era 1994 y Thomas Brolin, aquel sueco que festejaba sus tantos con un gracioso trompo en el aire, llevaba a Suecia a un histórico tercer puesto en la Copa del Mundo.

Allí surgió la comparación. Claro, además del asiduo contacto con la red, uno y otro tenían el mismo origen: la fría Escandinavia. Parecía como si ambos hubiesen nacido en un helado fiordo a orillas del mar Báltico, gritando goles que se repetían por miles en un eco interminable que se iba camino al océano.

Pero también había otros que preferían decirle Robby Baggio, demostrando lo generosos que eran por entonces los apodos para con Kaminker, quien lucía un peinado antológico: cabeza rapada y trencita que bajaba hacia la nuca, al mismo estilo que el hábil italiano. Pero lo de Brolin tenía sin dudas mayores paralelismos, en el juego y en lo físico también.

Luego, el promedio de gol fue bajando considerablemente, hasta llegar a 1… por temporada. Esto dio lugar a comparaciones un tanto más maléficas, como aquella que días atrás lo vinculó con el triste Colorado Federico Lussenhoff, el desgraciado defensor central que lustra banco en River Plate.

El Escandinavo hace rato que abandonó el uniforme de gala y se puso el overol, aunque cada tanto nos deleita con su célebre “enganche de vieja”. Cualesquiera sean las condiciones en las que llegue al partido, siempre deja todo en la cancha y suele mantener entretenidos diálogos con los jugadores rivales. Lo que se dice un grande de verdad.

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